BERTA GARCIA
CONSUMO

La vuelta de vacaciones

Para muchas personas, la vuelta de las vacaciones y el inicio de las clases de los más pequeños suelen coincidir, porque tienden a agotar hasta el límite la estancia en ese paraíso que es vivir sin horarios y rutinas. Toca esperar al verano próximo, pero que no cunda el desánimo.

De entrada, y mientras tanto, habrá que ir equipando la mochila de los pequeños de casa con libros, material escolar, ropa de deporte y otros complementos. El caso es que todo se ha encarecido desde el curso pasado y no hay más remedio que apechugar con los gastos: en función del tipo de centro y de la edad del escolar, así será el desembolso. Pero las prisas son malas consejeras y habrá que contenerse para no cargar demasiado la mochila, porque el curso es largo.

La recomendación número uno es que empecemos por lo imprescindible: los libros. A partir de ahí, el resto es más de lo mismo que el curso anterior, y seguro que son aprovechables los estuches, las mochilas y demás artículos con los personajes de moda. Somos amigos de nuestros hijos e hijas pero no unos primos, así que tengamos en cuenta que setiembre es virtualmente otra “cuesta de enero” y evitemos acumular lastre en las tarjetas de crédito o sumar pagos aplazados a los de las vacaciones veraniegas.

No pasemos tampoco página en lo referente a las reclamaciones pendientes surgidas en las vacaciones. Los problemas nunca vienen solos y es cierto que resulta difícil atender a la vuelta al cole y a la de vacaciones porque se nos acumula el trabajo; pero al enemigo, ni agua. Es bueno saber que disponemos de un plazo de dos años desde la finalización de ese viaje combinado que incluía alojamiento y algún otro servicio (vuelos, traslados, comidas, etc) y, si disponemos de justificantes como facturas, fotografías del estado del hotel o del apartamento, los folletos que nos deslumbraron y las promesas incumplidas, toca armar el puzzle y acudir a la agencia de viajes. Son tan responsables como el mayorista, así que huelgan las disculpas. Nunca nos demos por agotados, porque en última instancia tenemos al organismo oficial de turismo de nuestra comunidad y, por supuesto, la vía judicial