Iñaki Zaratiegi
«ZU BARIK EZTAU»

Rostros, breves como fotos

Un cuarto de siglo acumula el fotógrafo errenteriarra Juxe Areta disparando su cámara. Principalmente en garitos rockeros, lugar poco apropiado por la falta de espacio o de luz. Un día decidió hacer retratos de estudio, trabajando con una máquina clásica analógica, revelando artesanalmente en papel y siempre en blanco negro. El resultado es la exposición de rostros «Zu barik eztau», que ha soltado amarras en la donostiarra Casa de Cultura de Egia, donde se puede ver hasta final de mes.

El notable creador británico John Berger dejó al morir su obra “Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos”. Podría valer de subtítulo para las 57 imágenes de la exposición “Zu barik eztau”, que cuelga hasta el día 31 en el espacio Gazteszena de la capital guipuzcoana. Las firma el errenteriarra Juxe Areta Goñi, que ha acumulado cientos de imágenes –«imposible contarlas, es como si me preguntas por mis discos, sobre todo singles»– en sus 25 años de andadura y con unas cincuenta exposiciones realizadas, mayoritariamente rockeras. Una lógica que rompe ahora en parte porque sus retratos de la sala de Egia suman una mayoría de rostros no musicales. Pero sin salirse de la fidelidad a la foto revelada y desarrollada manualmente en estudio y acabada en papel; técnicas artesanales que la revolución digital está matando.

Nacido en 1968, Juxe abrió los ojos a la vida en plena revolución pop y ha tenido dos grandes amores en paralelo: la fotografía y la música. En 1992, su madre le trajo una cámara de América y comenzó a disparar a pie de escenarios. Estuvo en la pionera Escuela de Cine y Vídeo de Andoain, pero le tiraba más la fotografía y la foto fija y realizó algún cursillo de laboratorio en Barcelona que le asentó en su mundo analógico a contracorriente con los nuevos tiempos. Mientras fotografiaba conciertos los fines de semana, y hasta dos en una misma jornada, habilitó la cuadra de su abuelo en el barrio Gaztaño de Errenteria: «Le recuerdo embotellando vino y cuidando sus gallinas y conejos; ahora es mi estudio, archivo, retiro… A veces hasta duermo allí».

Agitador visual en blanco y negro. Lo que esconde su estudio es el fruto de la pasión por el revelado y el positivado manual por proceso químico. Poder dar con precisión y detalle con los tonos, contrastes y matices pensados. Una oda al oficio artesanal en tiempos de prisas y de resultados inmediatos. Positivar cada foto a mano, con tiempo y mimo, disfrutando del proceso y del resultado físico, tangible. Lo que no convierte a Juxe en un radical trasnochado, porque reconoce que la magia también está en el color y en las pantallas de móviles y ordenadores. De hecho, desarrolla su vida profesional en el estudio-taller Black Irudi Faktoria, en el centro de su pueblo.

«¿Analógico? ¿Digital? No son formas mejores ni peores, sino dos caminos diferentes de crear imágenes y a mí me gusta más el artesanal en blanco y negro. Pero trabajo en digital cuando lo exige el oficio y lo hago con cámara analógica y en papel para mí, para mi gusto y mis exposiciones».

De outsider le tratan en su perfil promocional por su amor a los ambientes alejados de los grandes focos y por su empeño en mostrar otra cara más personal de la gente y de los encuentros creativos y festivos o los paisajes urbanos. Tiene sobre la mesa un libro del retratista norteamericano Irving Penn y explica que sus grandes influencias han sido altos nombres de la fotografía como arte, como Richard Avedon, Helmut Newton, Diana Arbus, Vivian Maier… Un cuarto de siglo disparando por clubs, gaztetxes o festivales lo ha convertido en agitador visual de la cultura vasca no oficial y principalmente de la escena musical menos comercial. Un oficio-afición que ha compartido con otros conocidos fotógrafos de la escena local como el fallecido Aitor Arregi Txisto, a quien el gaztetxe de Andoain editó el álbum “Istorio bat kameraren atzean”. O el veterano fotógrafo de esta casa Pablo Cabeza. También Ikor Kotx, alias de Jon Urbe, que publicó el libro “Rock & Klik!”. O el a la vez batería (Dut, Berri Txarrak) Galder Izagirre. Y otros estajanovistas de la cámara a pie de escenario como «aquel chaval de Ondarroa que andaba disparando en la discoteca Txitxarro». Centrado siempre, por gusto propio y por las reglas del negocio –«me gustaría ir a conciertos más oficiales, hubiera deseado fotografiar a Tom Waits, pero no me acreditan»–, en el rock and roll de guitarras en garitos.

Sin ti, esto no sería posible. Hasta que, un poco cansado de hacer conciertos, fraguó la idea de fotografiar sin tanta traba física y visual, y sin prisas. La chispa surgió cuando retrató de modo improvisado al rockero James Johnston (Gallon Drunk) en los baños del centro cultural de Inxaurrondo. Aquella instantánea le convenció y elaboró una lista de gente que le interesaba por sus caras, sus vidas, su look… Le ayudó su conocimiento del medio como fotógrafo y haber trabajado en el establecimiento musical Bloody Mary de Irun, del entusiasta promotor Juancar García. Suele transportar además en su furgona a grupos en gira y el contacto con sus fotografiados es más cercano y de confianza.

Además de músicos, en su lista aparecían gentes ligadas a ese mundillo y a otras movidas urbanas. Tras largos posados durante más de cinco años y casi todo este 2019 de revelados y positivados, el resultado está en esa exposición de título a la vizcaina –«vi la pintada ‘Zu barik eztau’ en Gernika y me gustó por lo que significaba y por su sonoridad casi germánica»–. Y ahí lucen los caretos, arrugas, distintivos estéticos y sobre todo las miradas de músicos como el mentado James Johnston, Iban Urizar (Amorante) con su calavera, Txema Babón (Lie Detectors), Perico de Dios (Guadalupe Plata) y su máscara, Pela (Sumision City Blues), Arturo Zumalabe (Nuevo Catecismo Católico), Jon Iturbe (Hot Dogs!) y más rockeros.

Hay retratos individuales de la pareja activista Jürgen-Bea, asiduos de conciertos (el cámara Luis Alberto Valverde, Amaia Anastasia…), el veterano militante de EHGAM Mikel Martín, los pintores Diego Maxinbarrena o Detritus, la euskaldun-finlandesa residente en Egia Xila, el dibujante y rockero Xabi Mercero fumándose un lápiz, actores (Josean Bengoexea tocando el saxo, Ander Lipus, Andone Esparza), el coleccionista de vinilos José Luis Olabeaga, el dandy Iñigo Arzallus, el rockero leonés José Berrot Domínguez (Los Flechazos, Salamanders, Buffalo... y que es veterinario y cuida la ganadería del valle de Zaraitzu), el sociólogo Jakue Paskual, peluqueros (Mario Maqueda, Urbano), el miembro de Atzegi José María Roldan… o su vecino txirrindulari Koldo Hurtado. «Tiene la tienda-taller aquí cerca, me arregla la bici –explica–. Es donde hice el retrato con la luz de una fluorescente; luz ambiente taller. Es muy musiquero, su hermano es Chukli, que fue cantante de Para Lelos, de Alpargatas Para Cuando Llueve...».

Tiempos remotos del mundillo rock errenteriarra. ¿Venían de Mariposas Rapaces?

Sí, vagos recuerdos de chaval… Aquellos festis en la campa de Patxiku donde debutaron Kortatu...

¿Y el protopunk errenteriarra de Alarma, Basura, Odio…? Con unos añitos más y la cámara, ¡qué fotos, sentados junto a la iglesia de Iztieta!

Fíjate, en mi barrio. Hubieran sido fotazas.

¿Demasiado chaval para pillar aquellas movidas? Los encuentros de la sala Happy Day, cuando llegaban la cuadrilla RIP de Arrasate, Optalidón…?

Yo era aún un txinorri, pero me quedaba con las pintas de la gente porque eran una pasada. Me relacionaba con Fran, el batería de Basura. Recuerdo que el día del txupinazo de Madalenas se hacía un concierto de grupos noveles y tocó Basura con Impact, de Italia, el primer grupo de hardcore que se veía por aquí. ¡En la Alameda del pueblo a las 19.00 de la tarde!

Trabajar con carbón. El plural mundo de miradas, guiños y actitudes que Juxe ha vivido a pie de calle se metamorfosea en esos retratos realizados cuidando mucho la luz, con su adorada cámara sueca Hasselblad 500c, sin fotómetro, con carretes de doce fotos y con la ayuda de atrezzos para cada protagonista. Fuera de esa muestra, que tiene ya recorrido por próximas exposiciones (Bermeo, Markina, quizás León…), Juxe ha acumulado otros cientos de instantáneas de grupos y solistas en conciertos o fuera del escenario y también paisajes urbanos ya derribados (locales de Buenavista en la muga donostiarra-pasaitarra, los gaztetxes de Andoain o Arrasate…), alguna bella imagen nocturna (la bahía, desde Lezo-Molinao), el abuelo Eusebio echando una cabezada en un banco… O recuerdos viajeros: un taxista en Bombay, pintadas callejeras en Ecuador… algún setlist de conciertos…

Se prepara para viajar a León a elaborar una portada de disco, bulle en su creativa cabeza algún proyecto mucho menos urbano y nos cuenta que su aventura inmediata será realizar una serie de nuevos retratos, pero en este caso utilizando la aún más lenta y más antigua técnica (el primer resultado fue en el año 1857) de trabajar mediante carbón transportado, con fotos hechas de pigmento de carbón puro.