IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Terreno

Continuando con el camino marcado por la página de la semana pasada, en esta entrega seguimos proponiendo pensar la presencia de lo plástico en la creación contemporánea. Si con la reseña anterior insistíamos en la vigencia de lo pictórico como una fuerza que se ha mantenido con fuerza a pesar de los cambios que las vanguardias provocaron en el arte del siglo XX, también aprovechábamos para subrayar cómo las barreras disciplinares se caracterizan por estar prácticamente difuminadas. Según esta afirmación, sería impensable entender que la pintura, la escultura o la fotografía avanzaran paralelamente sin encontrar puntos de encuentro. Nada más lejos de la realidad. En la actualidad la producción artística se caracteriza por trabajar en diferentes planos que se conjugan desde diferentes lenguajes y son capaces de establecer las relaciones que sean necesarias entre forma y concepto para la consecución de un objetivo concreto, por muy diluido que este se presente.

Sumado a esto, vivimos una era de sobreproducción y consumo de contenido visual como nunca había sucedido y, por su parte, el arte lucha por encontrar aquellos lugares que le pertenezcan y a los que pertenecer. En medio de este contexto de inconcreción constante, la creación actual sigue adelante, moviéndose entre los recovecos que le permite la profesionalización de las prácticas culturales y el sentimiento vocacional que tantas veces se atribuye a la expresión artística.

El pasado 11 de octubre, la galería bilbaina SC Gallery inauguró su temporada 2019-2020 con la muestra “M9”. Una apuesta para comenzar el nuevo curso desde una propuesta colectiva que surge en torno a un grupo de artistas que comenzaron su relación hace cuatro años en el Máster de Pintura de la UPV-EHU. Si bien este nombre colectivo no funciona como un elemento aglutinador de su trabajo bajo la firma de unas siglas, es capaz de permitir la convivencia de varios modos de hacer que circulan alrededor de la pintura y de sus múltiples maneras de concebirla. En esta ocasión, es el propio hacer de la pintura el denominador común para el establecimiento de un criterio comisarial que podrá verse hasta el próximo dos de diciembre. Amaya Suberviola (Mendabia, 1993), Gabriel Coca (Iruñea, 1989), Iñigo Sesma (Donostia, 1987), Mikel del Río (Arrasate, 1988) y Sebas Velasco (Burgos 1988) conforman el elenco protagonista de la exposición. La presencia del pigmento en el realismo de Velasco, del Río o de Iñigo Sesma contrastan con los planos de Gabriel Coca y las texturas de Suberviola. Una posibilidad para medir la temperatura de una joven generación –nadie llega a los 35 años– que se desenvuelve a la perfección entre los lenguajes de lo urbano, e incluso las reminiscencias de lo digital.

Desde otro frente, el Centro Cultural de Aiete en Donostia lleva tiempo programando bajo el título “El rincón de la ilustración” la exhibición de trayectorias de diferentes ilustradores e ilustradoras de nuestro territorio. Esta disciplina que ha podido ser en su tiempo considerada como una rama menor de la pintura o el dibujo, está adquiriendo en los últimos años una relevancia para nada desdeñable como ya lo hizo en su momento el diseño gráfico hasta tocar a la puerta de los espacios del arte, llegando a hibridarse, no solo en las maneras de difusión sino en las metodologías y procesos. En esta ocasión, la alavesa Yolanda Mosquera (Amurrio, 1973) presentará su trabajo hasta el 8 de diciembre. Mosquera recibió en 2018 el Premio Euskadi de Literatura en la categoría de ilustración por el libro “La pequeña Roque” del escritor Guy de Maupassant.