MIKEL INSAUSTI
CINE

«La verité»

Si Buñuel se fijó en la joven Catherine Deneuve para “Belle de jour” (1967) fue porque la veía como un enigma, mortalmente fría y vivamente luminosa. Desde entonces no hay autor cinematográfico de cualquier punto del globo terráqueo que no la quiera dirigir, y el último en caer bajo su fatal atracción ha sido el japonés Hirokazu Kore-eda. “La verité” (2019) cobra ahora vital importancia a consecuencia de la recaída de salud de la actriz, que sufría recientemente un accidente vascular a sus 76 años que le va a impedir seguir con su habitual ritmo de trabajo, con lo que se abre un antes y un después en su carrera.

El susto le sobrevino cuando rodaba en París “De son vivant” (2020) a las órdenes de la también actriz y realizadora Emmanuelle Bercot, la cual se ha convertido de un tiempo a esta parte en la autora más cercana a ella, haciéndola brillar en toda su madurez interpretativa con “El viaje de Bettie” (2013) y “La cabeza alta” (2015).

En las entrevistas que la Deneuve concedió en la Mostra de Venecia, donde “La verité” inauguró el festival, se cuidó muy mucho de aclarar que no se sentía identificada con su personaje de diva egocéntrica, a modo de aviso para quienes pudieran sentirse tentados en decir que se está interpretando en la pantalla a sí misma. Y, parafraseando el propio título de la película, dice la verdad, porque los datos objetivos del argumento la avalan. La ficcional Fabienne Dangeville es una gran actriz en horas bajas que se encuentra en un momento difícil de su vida profesional, debido a que en la única película en la que está trabajando desempeña un papel secundario que no está a la altura de su fama. Todo lo contrario de lo que le sucede en la realidad ya que, a tenor de su hospitalización, el servicio médico tuvo que persuadirla de que no se involucrara en tantos proyectos, y de que empezara a rechazar ofertas.

Es cierto que hay algún que otro guiño a su imagen pública, pero apenas son líneas de diálogo embromadas, como cuando se refiere a las actrices que se pasan a la política, y en clara alusión a Brigitte Bardot, la BB, se menciona el supuesto poder de las divas cuyas iniciales se repiten, algo que no ocurre con CD. Pero en el fondo la Deneuve se enfrenta en el guion a la supuesta condición de estrella del pasado, obligada a revisar su existencia al margen de su familia. Fabienne ha de cuestionarse así su rol de madre, dada la mala o nula relación con su hija Lumir, encarnada por Juliette Binoche.

El reencuentro entre ambas se produce a consecuencia del viaje que Lumir realiza a París, acompañada de su marido extranjero Hank, que no es otro que Ethan Hawke, y la nieta de Fabienne, con motivo de la publicación del libro de memorias de la actriz. En dicha biografía abundan los pasajes inventados, por lo que el conflicto maternofilial se reabre y se recrudece. Y en ese punto se percibe que hay un mayor resentimiento por parte de la hija, equilibrando un tanto la balanza emocional.

Aunque sea una obviedad, dado lo consciente que Kore-eda es en todo momento de que está haciendo su obra más occidentalizada, se deja llevar por el melodrama sentimental en su vertiente más europea y francófona. Parte de la crítica se ha quejado de la pérdida de su identidad oriental, pero el maestro nipón trata de demostrar que su talento es exportable.

No en vano, su reconocimiento internacional se lo debe a los grandes festivales del viejo continente, y de ahí que regrese a Venecia, que premió su ópera prima “Maborosi” (1995), y seguidamente vendrían Donostia y Cannes consagrando otros títulos como “After life” (1998), “Nadie sabe” (2004), “Aruitemo, aruitemo” (2008), “Kiseki” (2011), “De tal padre, tal hijo” (2013), “Nuestra hermana pequeña” (2015) o “Un asunto de familia” (2018).

En definitiva “La verité” (2019) es un elogio al mundo de la actuación, con su capacidad de desdoblamiento expresada a través del cine dentro del cine.

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