XANDRA ROMERO
SALUD

Dejemos de comer mal

Cara a este 2020 que acabamos de iniciar podemos tomar decisiones como comer o no carne y/o pescado; hacerlo, pero en menor cantidad y de una forma más sostenible, o no seguir igual. Aunque, al margen de estos dos alimentos, también existen otros muchos en nuestras neveras y despensas cuyo consumo conviene que revisemos si nuestro propósito es alimentarnos mejor este nuevo año. Pese a que parezca una obviedad, lo que hay que valorar es que no solo se trata de qué nos llevamos a la boca, ya hay una cuestión de suma importancia en cuanto a comer sano se refiere y que usualmente solemos pasar por alto: la disponibilidad de los alimentos o los productos malsanos.

¿Cuántos de vosotros tenéis o habéis tenido en casa un cajón o armario para guardar únicamente “cochinadas”, como galletas, sobaos, chocolates varios y bollería en general?

Esto es a lo que me refiero cuando hablo de disponibilidad: nos hemos acostumbrado a almacenar estos productos y a guardarlos en grandes cantidades. ¡No vaya a ser que haya una hecatombe! Pero no son comida y tampoco aportan los nutrientes necesarios, si no gran cantidad de calorías a partir de ingredientes de muy mala calidad. Pero ¿por qué es importante? Porque ojos que no ven, corazón que no siente. Es decir, si no lo tengo al alcance de la mano siempre, su ingesta será mucho menor. Dejemos de tener comida malsana en casa y la consumiremos menos.

Esto resulta clave si atendemos a nuestra genética. Me refiero al concepto del genotipo ahorrador: nuestros genes se resisten a la pérdida de peso. El ser humano ha vivido tradicionalmente de manera muy distinta a la que lo hacemos ahora: antaño éramos cazadores-recolectores (elevada actividad física) y con escaso control sobre la disponibilidad de los alimentos. Además, estábamos expuestos a largos y frecuentes períodos de carencia de alimentos y es precisamente la adaptación (genética y por ende, de todo nuestro organismo) a estos períodos de hambruna lo que nos hizo ahorrar eficientemente la energía (calorías) de todo aquello que podíamos consumir cuando teníamos la oportunidad.

Pero, ¿y si ahora tenemos la oportunidad de comer cuanto queramos y cuando queramos? ¿Y si lo que elijo comer es rico en calorías y nada más? Es por esto que es importantísimo evitar la exposición a la comida malsana.

Según se desprende de un estudio del año 2018 titulado “Barriers to and facilitators of ultra-processed food consumption: perceptions of Brazilian adults”, todos los participantes percibieron que sus vecindarios eran favorables al consumo de alimentos ultraprocesados y reportaron más facilitadores que barreras para su consumo. Los facilitadores que encontraron fueron: apreciar el sabor y palatabilidad de estos alimentos, la preferencia de sus hijos por los mismos, la adicción y el bajo coste económico de los ultraprocesados.

Si esto nos ocurre a los adultos, imaginaros lo que supone para los niños.

En otro estudio del mismo año titulado “Influencia del marketing en el comportamiento de los niños sobre el patrón de adquisición por parte de sus padres de productos ultraprocesados”, se concluyó que la preferencia de los niños por los snacks ultraprocesados estaba relacionada con su exposición al marketing y a la publicidad de estos productos y, que a la vez, generaban algún tipo de comportamiento frente a sus padres para que ellos los adquieran.

Y esto nos lleva al último punto: dejemos de premiar a nuestros pequeños con comida malsana y a castigarlos con comida de verdad. Un ejemplo: salimos a cenar y si no ha incordiado mucho, le dejamos que se coma un helado; o tiene una rabieta por la calle y le decimos que, si se porta bien, le compramos un huevo kinder. Involucramos a los pequeños en la comida de una manera contradictoria, porque les acostumbramos a “utilizar” la comida, no a entenderla como lo que es, como algo necesario para cubrir nuestras necesidades vitales y para disfrutar. Lo que no debe ser es algo para calmarme si tengo un disgusto, ni para entretenerme ni buscar la satisfacción que no encuentro en otros aspectos.

De modo que nuestro consejo para este 2020 es que aprendamos y enseñemos a disminuir nuestra exposición a la comida malsana, además de que no la utilicemos de forma incorrecta. Al fin y al cabo, está claro que, para lograr ser más saludables, no solo debemos buscar comer bien, si no de dejar de comer mal.

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