MIKEL INSAUSTI
CINE

«Uno para todos»

La agenda del segundo largometraje de David Ilundain se ha visto alterada en estas fechas, al igual que la de tantas otras películas ya acabadas y a la espera de ser estrenadas dentro de la llamada nueva normalidad. En principio, había sido programada para su presentación en los festivales de Málaga y de Miami, pero de momento lo que se mantiene en pie es el 24 de agosto para su lanzamiento en salas de cine, tal como anuncia su distribuidora A Contracorriente Films, empresa que ha preferido adelantar el estreno de otros títulos de su catálogo a través de plataformas digitales, incluida una creada especialmente a tal fin.

Existe interés por ver en la gran pantalla “Uno para todos” (2020), porque Ilundain tuvo un prometedor debut con “B” (2015), un atípico drama político de los que escasean en el Estado español sobre el proceso judicial contra Luis Bárcenas. Más en concreto, esta ópera prima venía a ser una teatralización de la audiencia que tuvo lugar el 15 de junio de 2013, y en la que el extesorero del PP declaró ante el juez Ruz durante cinco horas. El careo ya había sido resumido en un montaje escénico dirigido por Alberto San Juan, y con Pedro Casablanc en el papel del encausado y Manolo Solo en el de Pablo Ruz. Ambos actores estaban tan bien en la función que el cineasta de Iruñea, formado en la escuela cubana de San Antonio de los Baños, decidió repetir con ellos y confiar en su aplomo para decir unos textos comprometidos y veraces, con unos resultados magníficos.

No voy a decir que la actual coyuntura parezca pensada para una película como “Uno para todos”, pero sí que va a llegar oportunamente en medio del debate sobre la educación escolar generado por la pandemia y los consiguientes problemas para que el alumnado no pierda este curso y el siguiente, con tanta alteración e impedimento para las clases presenciales y las evaluaciones finales.

Al abrirse un tiempo de reflexión y de replanteamiento del a todas luces fallido sistema educativo, algo que ya viene siendo un mal endémico desde los tiempos de las instituciones de enseñanza libre de la República, que ya es remontarse en el pasado histórico, la propuesta de Ilundain puede servir de herramienta válida para aportar el sentir de la experiencia docente basada en un hecho real, que por casualidad fue leído en la prensa por el cineasta a la vez que la productora le proponía hacer alguna ficción con base documental al respecto. Por su interés público, el proyecto ha contado con las ayudas oficiales que por el contrario no tuvo su primer largometraje a cuenta de la carga ideológica que se le suponía.

El caso es muy sencillo de exponer en sí mismo, aunque encierra más de una lectura a posteriori. Se trata de las dificultades de un alumno inmigrante para reintegrarse en su colegio, después de causar baja por enfermedad, debido al rechazo del resto de sus compañeros y compañeras de sexto de primaria, por lo que estamos hablando de niños y niñas de entre once y trece años.

A quien le toca resolver la papeleta es a un profesor sustituto, un joven catalán que ha de cubrir esa vacante en un pueblo aragonés que no conoce. El personaje recae en el actor David Verdaguer, quien entendió su caracterización como una prolongación de su propio oficio ya que, al fin y al cabo, el maestro monta en las aulas un teatrillo diario ante un público poco o nada receptivo al que hay que entretener e interesar por el temario.

La película se centra tanto en la relación del docente con su alumnado, como en la que mantiene con la directora del centro, rol asumido por Ana Labordeta. En ambas hay sus tiras y aflojas, si bien por encima de cualquier conflicto se trata de formar equipo en aras de dar pasos en pos de un futuro mejor. Intervienen muchos aspectos importantes en la ecuación, haciendo hincapié también en que menores y adultos tienen una vida fuera del centro escolar, la cual no se puede supeditar por entero y a tiempo completo a la resolución de las carencias existentes.

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