MIKEL INSAUSTI
CINE

«Pinocchio»

En plena era de la posverdad y de las fake news ha resurgido el interés por Pinocho como símbolo de la mentira, y de ahí que vayan a coincidir hasta tres proyectos de adaptación de la obra de Collodi en un breve espacio de tiempo. El primero de todo ellos es el “Pinocchio” (2019) de Matteo Garrone, pero Disney ya prepara una versión en imagen real de su clásico animado de 1940, dirigida por Robert Zemeckis; mientras que Netflix anuncia un largometraje en stop-motion con marionetas que correrá a cargo del mexicano Guillermo Del Toro. La película de Garrone ha ganado en su país cinco premios David Di Donatello, y llega a nuestras pantallas como uno de los títulos destinados durante el mes de julio a servir de reclamo para la vuelta del público familiar a las salas de cine, tras el largo periodo de cierre por la crisis vírica.

Garrone es un cineasta que no se deja encasillar, y que no quiere ser identificado única y exclusivamente con un estilo oscuro y violento, por lo que también sabe hacer obras más luminosas y llenas de contrastes. Su versatilidad ha quedado de manifiesto a lo largo de un carrera profesional que abarca veinticinco años y diez largometrajes. Empezó con tres trabajos ambientados en su Roma natal, y que tratan sobre todo el tema de la inmigración, más en el caso de “Terra di mezzo” (1996) y “Ospiti” (1998), y no tanto en “Verano romano” (2000). Pero su fama internacional llega cuando se desplaza a rodar a Nápoles, consiguiendo un gran impacto con “El taxidermista” (2002), a la que sigue la no menos turbia “Primo amore” (2003). La definitiva consagración llega con “Gomorra” (2008), adaptación de la novela de Roberto Saviano sobre la camorra napolitana, con la que obtiene siete David Di Donatello, cinco premios del cine europeo y el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes. La racha continúa con “Reality” (2012), sátira de la telebasura, que le vuelve a valer el Gran Premio del Jurado en Cannes, así como en el festival de Sevilla, y tres David Di Donatello. Y otra vez recibirá siete estatuillas del cine italiano por su siguiente “El cuento de los cuentos” (2015), creación barroca basada en el escritor del siglo XVII Giambattista Basile, que supondrá un cambio de tercio más colorista. Resultará algo pasajero, porque con “Dogman” (2018) regresa a su autoría más dura llevándose nueve David Di Donatello, tres premios del cine europeo y el premio de Mejor Actor en Cannes para Marcello Fonte.

Por todo ello, no debería sorprender tanto que ahora haya decidido ser fiel al cuento original de Carlo Collodi, inspirándose estéticamente en las míticas ilustraciones de Enrico Mazzanti que acompañaban a la publicación de 1883, y que en realidad tuvieron su inicio en las entregas que se fueron sucediendo desde 1881 bajo el título genérico de “Storia di un burattino” en Il Giornale Per Bambini. Garrone tiene a su favor que los episodios más lúgubres o no aptos para sensibilidades infantiles, como el ahorcamiento de Pinocho, su transformación en burro, o cuando se le queman los pies, o el encuentro con el Gato y el Zorro, los resuelve con naturalidad y sin necesidad de recargar las tintas. También le es favorable la tradición italiana en cine y televisión de versiones genuinas como las de Luigi Comencini, Alberto Sironi y Giuliano Cenci. Del “Pinnocchio” (2002) de Roberto Benigni toma directamente al actor, quien pasa de hacer de la marioneta que le crece la nariz cuando miente al papel del viejo Geppetto.

El rol central de Pinocho recae esta vez en el actor infantil Federico Ielapi, con la ayuda imprescindible en los efectos de maquillaje de los prestigiosos Mark Coulier y Nick Dudman. La fantasía encaja dentro de una ambientación histórica muy realista, que pone el acento en una época de pobreza y hambruna.

A nivel simbólico, el carpintero Geppetto viene a ser el alter ego del propio cineasta, que de un material noble y puro como la madera pretende extraer una creación cinematográfica de gran belleza, guiada por la conciencia de “Il Grillo Parlante”.

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