TERESA MOLERES
SORBURUA

Orquídeas mariposas, híbridas

Las phalaenopsis son las orquídeas clásicas, blancas o rosadas de talla media, las primeras que conocimos. Ahora, gracias a la creatividad de los productores, las encontramos de todos los tamaños, desde minis hasta casi gigantes de un metro; también de todos los colores y formas. Incluso han conseguido que huelan a lilas. Sin embargo, en su nueva floración estas características, forzadas por los viveristas, dejarán de estar presentes para volver a ser normales. Los cuidados son los mismos para todas las phalaenopsis, que son además de fácil cultivo.

Las orquídeas azules lucen este color por la tinta azul del agua que impregna las raíces; al cabo de un tiempo, las flores volverán a ser blancas. Estas orquídeas azules necesitan más luz porque el colorante de la tinta enmascara la clorofila.

Las orquídeas gigantes tienen todo más grande: flores, tallos y hojas. Al ser de mayor tamaño cubren con sus hojas el tiesto. Un solo pie puede llevar hasta 30 flores el doble de grandes que las orquídeas originales. Hay que curvarlas sobre el tutor cuando comienzan a salir para que se produzca este efecto de caída. Las más pequeñas caben en una tacita y son igual de fuertes que las normales. Necesitan riegos frecuentes pues el cepellón, al ser tan pequeño, se deseca con facilidad. El resto de los cuidados son iguales que los requeridos por las orquídeas originales.

Algunas orquídeas poseen un perfume muy suave, principalmente por las mañanas cuando se encuentran a temperaturas cálidas –siempre deben estar por encima de 18 grados–. Hay para escoger: Phalaenopsis bellina, P. schilleriana y sus híbridos.

En el momento de comprarlas, optar por el ejemplar que tenga sus últimas yemas florales todavía sin abrir. Las ramas tienen que ser oscuras pues estos son los ejemplares más fuertes; las hojas también tienen que ser gruesas y sin arrugas para que la floración dure más tiempo. Evitar las de hojas apagadas, grisáceas o con manchas porque nunca se recuperarán.