Xandra  Romero
Nutricionista
SALUD

Restringir, ¿consecuencias o beneficios? (II)

Comentábamos en la primera parte de este tema “ la restricción”, si comer menos de lo necesario tenía beneficios sobre el peso y la salud. Para esta segunda parte, nos planteamos, además, si comer poco podría ser beneficioso para la salud y aumentar la longevidad. Dicha “fama” se debe probablemente a testimonios de personas especialmente longevas y al conocimiento a través de la prensa de algunos pueblos donde la esperanza de vida, y la moderación en la ingesta, son características inherentes.

Tomaremos como referencia un conocido estudio sobre restricción y longevidad: El caso del pueblo de Okinawa, que durante muchos años despertó la curiosidad de los científicos, ya que siendo un pueblo pobre, presentaba la esperanza de vida más elevada de Japón (ya de por sí elevada) y, a partir del cual, se popularizó incluso una dieta de moda con este mismo nombre.

¿Cuál es la base “confiable” de esta investigación? ¿Longevidad y dieta tienen relación? Ciertamente, algunos agentes asociados con estilos de vida específicos (tabaco, adiposidad, estrés, exposición a la polución, dieta, sedentarismo) y el estrés oxidativo, infecciones, enfermedades crónicas e inflamación, pueden acelerar el acortamiento de los telómeros (extremos de los cromosomas), induciendo daños en el ADN o, más específicamente, afectando a la salud o la esperanza de vida del individuo. Asimismo, la dieta tradicional en Okinawa se basaba en tubérculos (principalmente batatas), vegetales de hoja verde, soja y plantas medicinales. También se consumían moderadamente alimentos marinos, carnes magras, frutas, aderezos y especias medicinales.

Las características importantes compartidas de este, con otros patrones dietéticos saludables incluyen: alto consumo de carbohidratos no refinados (verduras), consumo moderado de proteínas con énfasis en legumbres, pescado y carnes magras; y un perfil de grasas saludables (más alto en grasas mono / poliinsaturadas, más bajo en grasa saturada). La ingesta saludable de grasas es probablemente un mecanismo para reducir la inflamación, optimizar el colesterol y otros factores de riesgo. La menor densidad calórica de las dietas ricas en plantas da como resultado una menor ingesta calórica con una alta ingesta concomitante de fitonutrientes y antioxidantes, y es beneficiosa. Otros factores compartidos incluyen una carga glucémica baja, menos inflamación y estrés oxidativo y una posible modulación de las vías biológicas relacionadas con el envejecimiento. Esto puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas asociadas a la edad y promover un envejecimiento saludable.

Ahora bien, ¿es el tipo de patrón dietético o la restricción dietética lo que promueve la longevidad? Lo cierto es que sobre los patrones dietéticos que previenen/mejoran el envejecimiento está más que comprobado científicamente que una dieta basada en plantas se lleva el gato al agua. Sin embargo, sobre si restringir prolonga la vida, la mayoría de estudios o se basan en animales o los que han intentado comprobarlo en humanos, incluido los de Okinawa, son estudios observacionales que hacen deducciones de causalidad basadas en pruebas anecdóticas y aisladas, lo cual resulta poco riguroso, ya que pueden influir cientos de variables: hábitos de vida (ejercicio, no fumar...), tipo de dieta, entorno (seguro, sin contaminación), factores genéticos...

El estudio más completo sobre este pueblo es el Okinawa Centenarian Study, en el que se estudió a casi un millar de habitantes centenarios. Los factores identificados fueron varios, pero los genéticos resultaron ser los más significativos. Los datos relativos a la alimentación aún no son consistentes. De modo que, por el momento, afirmar que el comer poco alarga la vida de los seres humanos es cuando menos poco preciso y riguroso. A pesar de la excepción de Okinawa, los pueblos que sufren y han sufrido pobreza, tienen por lo general ¿una mayor o menor esperanza de vida?

Las personas hemos evolucionado, entre otros factores, gracias a los cambios en la dieta: el consumo de frutas y verduras, carnes magras y cereales no refinados, de modo que, quizá la clave no sea tanto la cantidad, si no, como en todo en la vida, la calidad.