Izkander Fernández
Elkarrizketa
David Ruiz [La MODA]

«Mientras estés vivo, cualquier momento es ideal para seguir componiendo»

Fotografía: Laura Sisteró
Fotografía: Laura Sisteró

Un arpegio acompasado da inicio a “Ninguna Ola”, el cuarto disco de la formación burgalesa La Maravillosa Orquesta del Alcohol, también conocida popularmente como La MODA. “93compases” es una oda a la introspección construida sobre un folk sintético. Ritmo pausado a la espera de unos golpes de efecto que únicamente llegan en forma de acento. La MODA son en 2021 una banda madura, con nuevos horizontes compositivos en la cabeza y en el corazón. Es algo que ocurre en ocasiones, las bandas avanzan de una forma curiosa. Todo está en su sitio, todo es identificable. No obstante, todo eso está presentado de una forma diferente. La esencia del regalo es el mismo y, sin embargo, el color, la forma, el tacto y su presencia son diferentes. «Nuestra vida, en el plano de las emociones, no tiene nada que ver con cómo éramos hace diez años. Hemos vivido mucho, escuchado muchos discos, ensayado muchas horas…. No podría repetir esquemas y seguir escribiendo el mismo disco una y otra vez», explica David Ruiz, cantante y guitarrista de La MODA.

El David que contesta a las preguntas de esta entrevista guarda pocas diferencias con el David que canta en La MODA. Al menos, si se salvan las lógicas distancias derivadas de la dramatización de la interpretación artística. David parece un chico introspectivo, un tanto desconfiado a la hora de enfrentarse al cuestionario de una entrevista. «Soy, somos, un poco ariscos para las entrevistas. Para nosotros es normal estar a la defensiva. Pero lo cierto es que me gustaría tener que darlas durante muchos años y poder así seguir hablando de discos», dice Ruiz. Cabe explicar que, según la entrevista se convierte en una conversación reposada, David se abre, se emociona en algunas respuestas y trata de explicar hasta la última coma. Es en ese momento en el que las diferencias entre la persona y el artista casi desaparecen. Esa voz desgarrada y emocionada, a menudo al borde del llanto, que se escucha en sus canciones, pertenece al interlocutor que habla desde ese lugar que está al otro lado. En alguna parte.

Ustedes comenzaron cantando en inglés. ¿Cómo recuerda aquellos días?

Eran días de ingenuidad, inexperiencia y pureza. Cantábamos en inglés por imitación. Porque la música que habíamos escuchado era casi toda en inglés. Al final acabamos entendiendo que nosotros no dominábamos el inglés como para escribir letras que mereciesen la pena. No podíamos expresarnos como queríamos y la gente para la que tocábamos no nos entendía. Sentimos que estábamos rompiendo un principio básico de la comunicación que tiene que darse a través de la música. Nos dimos cuenta de que nosotros no queríamos cantar como un grupo de fuera sobre referencias ajenas. Nuestro objetivo era abrir los ojos a lo que había a nuestro alrededor, a nuestra realidad y expresarlo en nuestro idioma.

¿Considera que La MODA es un grupo que se ha hecho a sí mismo?

Justo ahora hacemos diez años desde que empezamos y es cierto que nos lo hemos trabajado desde el principio. Casi desde los inicios ha habido mucha gente dispuesta a comprarse un disco o a venir a un concierto. Creo que eso lo hemos conseguido a base de tocar mucho. No sé cuántos conciertos habremos dado exactamente. Calculo que sobre los quinientos. Es una buena cantidad de conciertos que nos han llevado a tocar en muchas ciudades, pueblos y garitos con la suerte de que nuestra música le ha ido llegando a la gente.

¿Guardan en la retina algún tipo de acontecimiento en el que empezasen a pensar que La MODA había hecho click?

Probablemente nos dimos cuenta de que nuestra música había ido más allá de nuestro círculo, bastante más allá de lo que podíamos esperar en ese momento, cuando actuamos en el BBK Live en 2014. Siempre lo recordaremos como un concierto que marcó un antes y un después. Tocar en un festival gigante y ver a tanta gente en nuestro concierto fue una locura y llegamos a pensar que se nos había ido de las manos porque pensábamos que seguíamos siendo una banda para otro tipo de recintos. Aquel día vimos que ya éramos más cosas. Aunque siempre lo hemos vivido con los pies en el suelo y nos da igual tocar en el Palacio de los deportes de Madrid o en los pueblos de Burgos.

Ustedes llenaron el Palacio de los deportes de Madrid justo antes del inicio de la pandemia. Llegar a una cima hipotética antes de que todo se pare indefinidamente. ¿Que los acontecimientos se sucedieran así resulta especialmente cruel?

Prefiero verlo al revés y darle la vuelta a la idea de la pregunta y exponer que nosotros hemos tenido la suerte y el privilegio de tocar delante de 15.000 personas al menos una vez en nuestra vida. Hay un montón de grupos que merecen mucho la pena, que hacen una música increíble, que trabajan mucho y no lo logran. Nosotros nos sentimos afortunados de haberlo vivido.

¿En la actualidad, con la nueva normalidad, cómo es un día en la vida de un miembro de La MODA?

Somos siete en la banda y cada uno tiene su vida pero, en mayor o menor medida, lo que sentimos es incertidumbre por lo que va a ocurrir. A la vez, tenemos muchas ganas de seguir trabajando, escribiendo canciones y de volver a tocar en directo cuando se pueda para defender nuestro último disco que acabamos de sacar y del que estamos muy orgullosos. En definitiva, lo que queremos es estar vivos como grupo.

¿Fueron particularmente duros, como banda, los momentos en los que ni siquiera podían ensayar?

Nosotros nos centramos más en la sensación colectiva. No nos fijamos en si podemos ensayar o no. Vamos un poco más allá y nos fijamos en la situación sanitaria, la situación que está viviendo mucha gente por el desempleo y por la falta de dinero. Tampoco quiero extenderme demasiado con todo esto porque sería repetir cosas que ya hemos dicho y que ha dicho todo el mundo.

En los primeros días de marzo de 2020 los grupos que estaban terminando o empezando giras o grabaciones de discos vivieron auténticas odiseas. En su caso, ustedes estaban en Portugal cuando comenzó todo.

El disco lo compusimos durante 2018 y 2019. Terminamos en diciembre de 2019 y a finales de febrero de 2020 nos fuimos a Lisboa a los estudios Atlântico Blue a grabar con Raül Refree. Y allí estuvimos trabajando mientras fuera se desencadenó todo. De hecho, cuando empezaba el confinamiento nos quedaba un día de grabación que tuvimos que dejar ahí, con una canción colgando. La hicimos posteriormente en los estudios Garate de Andoain, con Kaki Arkarazo.

¿El confinamiento y la situación derivada que ello conlleva, tener que estar en casa muchas horas, la soledad, es un buen punto de partida para componer más y mejor?

En nuestro caso es que estamos todo el rato pensando en ideas, canciones nuevas, letras nuevas… Cualquier momento es bueno. Mientras estés vivo, es un momento ideal para seguir componiendo. De todos modos, tampoco es fácil. Crear no es simple, requiere de muchos procesos desconocidos e incluso invisibles. No es tan fácil poner en marcha ni controlar ese proceso creativo.

¿En su caso, ese proceso creativo se activa por insistencia y porque conviven con la música con mucha naturalidad?

Considero que es una necesidad vital. Es algo que nos pide el cuerpo, que nos sale y que luego lleva muchas horas de trabajo detrás. Pero la chispa o el impulso inicial es algo que nos apetece hacer, no tiene nada que ver con la responsabilidad de un trabajo de oficina en el que hay que ponerse respetando un horario. Sale de forma mucho más espontánea.

¿Es «Ninguna Ola» un disco donde hay más de David Ruiz que nunca?

Yo diría que menos. Es el disco en el que más repartido ha estado todo. Aunque es cierto que es una idea extendida que en este disco hay más de mí que en otros, este es el disco en el que menos protagonismo mío hay. Me lo han dicho más periodistas, que parece un disco más mío y más de autor. No sé, yo no sé o no entiendo bien cómo lo ve la gente y tampoco me quita el sueño. No obstante, me resulta interesante que la gente elucubre y tenga curiosidad para llegar a conclusiones como esta. Me gusta seguir todo el proceso de opiniones que se dan tras la publicación de un disco.

¿Los músicos, los periodistas y los seguidores no ven la música de la misma forma?

No sé cómo lo ve la gente. Yo intento escuchar la música y no me llama la atención encontrar un significado que no sea artístico. Intento buscar un significado artístico cuando encuentro cosas que me emocionan o que me llenan. No me preocupa tener que calificar las cosas. Pero bueno, entiendo que cada uno lo vea de una manera.

Si este es el disco en el que menos ha aportado, ¿cómo ha aportado el resto de la banda?

Este es el disco en el que menos he tocado la guitarra, en el que más hemos aportado todos como colectivo. Es un trabajo que se apoya mucho en la filosofía del menos es más. Tratar de acertar con los golpes, los acordes o las notas correctas. Como correctas me refiero a las idóneas para emocionarnos a nosotros mismos y, si le ocurre lo mismo a quien escucha, será increíble.

«Ninguna Ola» parece un disco más oscuro y experimental. ¿Cómo lo ve usted?

Lo veo un disco más intimista. Más para escucharlo en soledad. Más pausado. Lo veo más esperanzador que otros discos nuestros, al menos en lo que tiene que ver con las letras. Si nos fijamos en discos anteriores, el narrador estaba un poco como ocultándose en el colectivo porque en el fondo no quería enfrentarse a sí mismo todavía. Pero en este disco, y sobre todo en canciones como “Semifinales”, se puede ver cómo de alguna manera el narrador hace las paces consigo mismo. De todas maneras, volvemos a lo de antes, me gusta que la gente tenga su interpretación de lo que escucha porque esto es música y no hay una sola perspectiva ni mirada válida.

De «La primavera del invierno» a «Ninguna Ola», pasando por «Salvavidas», ha dado la sensación de que la banda estaba virando hacia un tono más oscuro e introspectivo. ¿Hay algo de eso?

Quizá todo tenga que ver con la necesidad de pensar que existe un camino por el que se va progresando o evolucionando. Yo no lo veo así. No se puede reducir todo a un punto desde el que sales para llegar a un punto al que vas. La música y la vida son cuestiones bastante complejas, con muchas aristas. Para nosotros escribir canciones es una manera de expresarnos. Nunca nos ha preocupado nada más que ser sinceros con nosotros mismos y con el momento que vivimos.

¿Cómo le influye lo que ocurre a su alrededor cuando escribe canciones?

Lo que te rodea influye siempre pero no es tan determinante como lo que ocurre dentro tuyo. De alguna manera, es por eso por lo que te digo que “Ninguna Ola” es un disco más luminoso y esperanzador. Es algo que se ve en los tonos de la portada, por ejemplo. Si lo comparo con “La Primavera del Invierno”, lo veo claro. Aquel era un disco oscuro ya desde la portada. Lo único que puede ocurrir es que los instrumentos iban en tono mayor y puede parecer muy alegres pero las letras… si escuchas atentamente las letras de la banda nunca han sido una fiesta.

Y sin embargo lo parece.

Lo entiendo. Está la diferencia de verlo desde fuera y desde dentro. Y desde dentro a nosotros no nos parece ni de lejos que “Ninguna Ola” sea nuestro disco más sombrío. De la misma forma, desde fuera nos han visto como un grupo festivo pero nosotros siempre hemos sabido que no lo éramos.

¿Es importante mantener el carácter intacto?

Nosotros siempre hemos hecho lo que nos da la gana. Hemos hecho una versión de Silvio Rodríguez y una de Eskorbuto. Nos da igual que a la gente no le pueda entrar en la cabeza. Tenemos un EP grabado con Steve Albini y una canción con piano, lentísima, grabada con Refree. Nos da igual. Quizá sea poco inconsciente o inteligente, porque si hiciéramos lo que la gente espera que hagamos todo sería más cómodo pero nos da igual lo que se espere de nosotros, no podemos estar pendientes de eso.

La MODA es una banda con una relación muy especial con el público en sus directos. Es normal ver cómo el público canta todas las canciones, desde el primer al último verso. ¿Por qué cree que se da ese fenómeno?

Me resulta inexplicable porque las letras tampoco tienen estructuras fáciles ni son letras cortas. Y no sé cómo ha ocurrido. La gente se ha enganchado a las letras y para mí es una de las mejores cosas de los directos. Ver al público como si fuesen argentinos viendo fútbol. Es increíble. Pero nunca he encontrado el porqué y creo que es mejor así. Lo mejor es que las cosas fluyan de forma natural y que el público lo reciba como tenga que recibirlo.

¿Cómo ven su relación con el público de Euskal Herria?

La relación es francamente buena. Todo empieza en 2011 cuando no teníamos mánager y nos costaba encontrar conciertos. Intentamos buscar un mánager y enviamos unos 300 correos. Solo contestó una persona: Luis (Black Izar), de Bilbao, que empezó a ser nuestro mánager y hoy en día lo sigue siendo. Empezamos a tocar mucho en Bizkaia y Gipuzkoa. Al principio cuando salíamos de Burgos íbamos con un poco de miedo porque eran las primeras veces y no sabíamos lo que íbamos a encontrarnos pero en Euskal Herria siempre nos han acogido muy bien. También es un público con el que nos sentimos muy identificados porque, en cierto modo, se parece a nosotros. Al principio puede parecer mucho más frío pero luego en realidad no lo es. Aparte de que Euskal Herria tiene una historia musical arraigada y una escena enorme y para nosotros era y es muy importante tocar en esas salas y ante ese público.

Volviendo a nuestra escena. Gorka Urbizu, de Berri Txarrak, colaboró con ustedes en «La primavera del invierno». ¿Cómo ocurrió aquello?

Nosotros somos muy seguidores de lo que ha hecho Gorka con Berri Txarrak. Así que puedo decir que nuestro fanatismo nos llevó a intentarlo. Conseguimos que cantase con nosotros porque fuimos muy perseverantes y porque, además, Santi García estaba grabando el disco con nosotros y probablemente su presencia animó a Gorka a venir al estudio. De ahí surgió una amistad, hemos tocado con ellos y hemos pasado momentos muy buenos. Nosotros éramos unos chavales. De hecho yo recuerdo ir de Burgos a Bilbao para ver la presentación de “Jaio.Musika.Hil” y dormir en la estación de autobuses de Bilbao para volver a casa al día siguiente. Así que el hecho de que cantase con nosotros, imagínate.

Resulta curioso pero Cándido Gálvez, de Viva Belgrado, contaba una experiencia similar a la suya respecto a Berri Txarrak hace unos meses en GARA.

Es muy interesante esto que me cuentas porque entiendo que tanto Cándido como nosotros nos prendásemos de Berri Txarrak y también del euskara que sonaba muy potente y muy poético. Nos atrapó escuchar una banda que estaba a 300 kilómetros que sonaba como de otro lado, de otro planeta. Es maravilloso ver que la música que no sale en los 40 Principales o en la televisión deja huella en un chaval de Córdoba o en unos chavales de Burgos. Es algo muy grande.

¿Cómo ha sido la experiencia de cantar esa canción en euskara?

Al final llevamos cinco años con ella y de tanto escucharla ya nos sale fácil y es increíble ver cómo el público la canta mucho. Estar en un festival en Murcia y ver al público cantando la parte que va en euskara es algo tremendo.

En su caso, tuvo que cantar en euskara ante miles de personas en el concierto de Berri Txarrak en Kobetamendi.

Cierto. En ese caso tuve que aprenderme la canción entera y ese sí que fue un buen reto. Y al final salió bien. Lo cierto es que con el euskara coincido con mucha gente en que tiene una sonoridad muy especial, es un idioma muy musical, con una poética muy especial para el rock y para cualquier música. Yo por mi parte he investigado bastante y haber llegado a Mikel Laboa ha sido algo grande. Nosotros siempre estamos explorando y el euskara es un mundo en el que también nos sumergimos desde que descubrimos Berri Txarrak.

También han colaborado con Nøgen.

También. Nos contactaron y nos enseñaron una canción que tenían pensada para compartirla con nosotros y nos gustó y tuvimos muy buena conexión con ellos y lo hicimos. Un día que tocábamos en el Kafe Antzokia de Bilbao, creo que en 2017, pasamos por el estudio y grabamos el tema con Haritz Harreguy. La verdad es que disfrutamos mucho y Nøgen son muy buena gente.