Xandra  Romero
Nutricionista
SALUD

Desnutrición en el contexto de la Covid-19

Parece que en algunas comunidades autónomas, los dietistas-nutricionistas cada vez tenemos más relevancia en la práctica clínica pública. Una de las necesidades incipientes, además de las básicas que no están cubiertas por los profesionales adecuados, parece ser el incremento de los casos de desnutrición hospitalaria que se están produciendo especialmente en los pacientes con Covid-19.

La desnutrición del paciente hospitalizado, en general, es un estado secundario a una deficiencia relativa o absoluta, de uno o más nutrientes, que se manifiesta clínicamente y que causa efectos adversos en el organismo (talla, forma, composición corporal) con consecuencias clínicas y funcionales.

El International Guideline Committe publicó un nuevo consenso para definir el síndrome de desnutrición en los adultos y en este caso, lo basó en la intensidad de la inflamación como un factor clave en el grado de malnutrición y su desarrollo. Además de otras condiciones patológicas como el fallo de un órgano, cáncer pancreático, obesidad, artritis reumatoide o sarcopénica, la Covid- 19 también cursa con un proceso de inflamación, con lo que el grado y progresión de una desnutrición es más que probable.

El problema, al margen de la propia desnutrición, es que esta condición repercute directamente en la evolución clínica de los enfermos, en consecuencia en la asociación con mayores complicaciones, en especial, las infecciosas, mayor tiempo de estancia hospitalaria e incremento en la mortalidad. Esta situación de desnutrición hospitalaria, por más que sorprenda, es muy común, con una prevalencia documentada en las últimas tres décadas de entre el 19% y el 80% en función del país.

Por ello, los dietistas-nutricionistas valencianos han pedido que se monitorice la dieta de los enfermos por Covid-19 durante la hospitalización ante el riesgo de desnutrición y que se realicen cribados nutricionales en el momento del ingreso hospitalario para identificar al paciente en riesgo de desnutrición de manera precoz y poder así determinar un plan nutricional personalizado que favorezca una rápida recuperación.

Y es que el síndrome respiratorio del SARS-CoV-2 suele ir acompañado de una inmovilización prolongada, que puede provocar una reducción de las funciones musculares hasta la sarcopenia (pérdida de masa muscular). La sarcopenia está relacionada con un mayor riesgo de desnutrición, discapacidad y, en general, un empeoramiento de la calidad de vida. Por otro lado, los síntomas del coronavirus como la pérdida de gusto, apetito y olfato afectan directamente a la reducción de las ingestas. Asimismo, los periodos prolongados de respiración asistida o artificial tienen consecuencias sobre la deglución por lo que la mayoría de estos pacientes presenta disfagia, lo que, unido a las necesidades nutricionales aumentadas que presentan por estar luchando contra una infección, hace que sea muy probable el desarrollo de una desnutrición.

Así lo avalan algunos estudios que están saliendo sobre este aspecto en el contexto de la Covid-19 y que refieren cifras de desnutrición del 42,1% (moderada: 23,7%, grave: 18,4%) y en UCI el 66,7% según el estudio “Prevalence and severity of malnutrition in hospitalized Covid-19 patients”.

De nuevo, la escasa atención que prestamos (de forma adecuada) a la alimentación, puede desembocar en una mayor gravedad de todas y cada una de las patologías, en este caso, queda confirmado que un peor estado nutricional representa un factor pronóstico negativo para el SARS-CoV-2.