Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto
ARQUITECTURA

Artefactos habitables

En las afueras de París, los estudios Bruther y Baukunst, han diseñado un gran edificio híbrido que fusiona alojamientos para estudiantes y un gran parking en altura, para servir al nuevo campus de Saclay.

El edificio se sitúa en un lugar sin referencias, en el límite de lo que una vez fue la meseta agrícola más importante de la Île-de-France. Ahora todo ese territorio está destinado a cultivar conocimiento y en él se asientan, junto a la universidad, centros de investigación y empresas de tecnología informática o de ingeniería. Siendo uno de los retos políticos más importantes del Estado francés, que persigue la creación de un Silicon Valley europeo, al nivel de sus homólogos estadounidenses y asiáticos.

La Résidence Rosalind Franklin fue inaugurada el pasado mes de octubre entre las grúas y las obras en construcción de esta infraestructura cultural futura. Al apilar las diferentes funciones requeridas en el programa, como 192 unidades de vivienda, 500 plazas de aparcamiento, así como espacios para empresas y asociaciones, dentro de una gran unidad, los arquitectos pudieron utilizar el centro vacío del lote como un parque y jardín, que queda rodeado por un edificio en forma de U.

La estructura es una estratificación de pilares y forjados de hormigón armado que explota las virtudes de la Maison Dom-Ino Le Corbusier, al mostrarse como un botellero estructural neutro en el que se van acomodando las diferentes funciones. La planta baja, de cinco metros de altura, es un espacio transparente y poroso, un amortiguador entre el jardín interior y la ciudad. Sobre esta planta hay dos niveles de aparcamiento y tres plantas más de unidades residenciales individuales para estudiantes. El edificio se remata finalmente con una serie de apartamentos compartidos, cuyas cubiertas abovedadas caracterizan la coronación del proyecto.

Siempre interesados en la arquitectura urbana híbrida que tuvieron la oportunidad de estudiar mientras disfrutaban de una beca en Tokio, el equipo de Bruther concibió el complejo de viviendas para estudiantes como una infraestructura convertible, como un artefacto habitable. El edificio funciona esencialmente como una gran estantería que se puede adaptar según sea necesario. Los niveles de aparcamiento, gracias a su simplificación, a una estructura limpia y regular, se pueden remodelar para ser ocupados por viviendas si alguna vez dejamos de necesitar espacios de estacionamiento. La planta altamente flexible se complementa con la atención al detalle, expresada por los tonos pastel de los tratamientos de las ventanas y los elementos prefabricados con sus coloraciones alegremente pictóricas y naif, contraponiéndose a la estructura portante de hormigón.

Esta distribución tiene la ventaja de ofrecer las vistas más nobles y despejadas a todas las unidades de vivienda, al tiempo que diseña una base constructiva más estilizada. Esta base incluso juega con ciertos efectos de contrastantes y afinidades: un primer piso en gran parte transparente y dos niveles de aparcamiento arriba, que son mucho más opacos. El acceso a los estacionamientos genera otro contraste visual, ya que está resuelto por grandes rampas curvas entrelazadas, de cierto regusto barroco y que quedan inmersas en el volumen del edificio.

Expresividad pura. Diseñado a la escala del automóvil y del peatón, el edificio busca al mismo tiempo un camino entre el enfoque estrictamente funcionalista y el restringido a las normas domésticas. La domesticidad está muy presente, sin embargo, en las formas de cobijo de las bóvedas de los apartamentos del último nivel. El ático aparece incluso como una relectura de la tipología de las casas góticas, dispuestas en la terraza. La regularidad del vocabulario arquitectónico y su monumentalidad no provienen de un a priori formal, sino que se afirman como una resolución estricta y sobria de los complejos requisitos del programa. La agudeza de estas respuestas estructurales también permite que el edificio exprese una plasticidad casi brutalista, donde los materiales se muestran tal y como son: la estructura de hormigón o los paneles de vidrio desmontables que resuelven una serie de necesidades constructivas, con una expresividad pura. Y al mismo tiempo se contraponen, explicando que es lo inmutable del edificio, en este caso su estructura, que una vez se le retiren todas las piezas desmontables, se convertirá en un artefacto portante que pueda recibir otras vidas, otros intereses otras formas de habitarlo.