Xandra  Romero
Nutricionista
SALUD

Tratamiento farmacológico de la obesidad

En plena era de la lucha contra la gordofobia, el estigma de peso y de comprender qué hay detrás del sobrepeso y la obesidad, más allá de la fuerza de voluntad, kilocalorías, ejercicio y dieta restrictiva, parece que, del mismo modo que con la otra pandemia que libramos (covid-19), no hemos aprendido nada.

Acaba de aprobarse por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) un nuevo fármaco “contra” la obesidad. Y es que, en el artículo de hoy, y para entender el símil con nuestra otra pandemia, empezaremos por la conclusión final. Y esta es que seguimos sin entender que, por más fármaco que exista (vacuna contra el covid- 19, por ejemplo), de nada sirve si no se entiende la importancia y la necesidad de cambiar nuestros hábitos y nuestro comportamiento para frenar la pandemia. De nada o de muy poco sirve, igualmente, tener acceso a un fármaco que nos ayude a perder peso si no se cambian los hábitos que nos han llevado a ello.

¿Qué les parece más interesante? ¿Disminuir la probabilidad y cantidad de personas que acaban haciendo una diabetes mellitus tipo 2 o que el número de personas que la padecen crezca y crezca porque ¡total, hay fármacos para mantenerla a raya!? (recordemos que se trata de una patología crónica).

Sin embargo, mientras los esfuerzos a nivel de políticas de salud se sigan centrando en el tratamiento y no en la prevención, el escenario que se nos presenta es este. Y es que, según la OMS, desde 1975 la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo. Y el “mapa” de esta enfermedad en el Estado español no es nada favorable: la mitad de la población adulta padece sobrepeso y, de ellos, un 25% sufre obesidad. Y si hablamos de la población infantil, nos topamos con que a nivel estatal cerca del 40% de los niños de entre 3 y 8 años tiene o lo uno o lo otro.

Hasta la fecha, recordemos que ya lo hemos comentado anteriormente en esta sección, casi todos los fármacos que han ido apareciendo para el tratamiento de la obesidad han sido retirados por provocar efectos adversos graves. Casos como varias anfetaminas, que acababan creando adicción, o la fenfluramina, que resultó perjudicial para el corazón, o más recientemente la lorcaserina, que terminó evidenciando un riesgo real de producir cáncer.

Y es en este escenario, donde aparece un nuevo fármaco, que ya aterrizó en el Estado el año pasado, la semaglutida, una versión sintética de una hormona natural que logra reducir el apetito a nivel intestinal. En los estudios pertinentes para evaluar su eficacia, los participantes que tomaron esta medicación tuvieron una pérdida de peso promedio del 15% y dicha pérdida de peso se produjo de manera constante durante catorce meses antes de estabilizarse.

Asimismo, ha sido testado en más de 8.000 pacientes adultos con diabetes tipo 2, en diferentes estadios, incluidas personas con elevado riesgo cardiovascular, con y sin enfermedad renal, proporcionando una mayor reducción de los niveles de glucosa en sangre y del peso corporal en comparación con otros tratamientos.

Sin embargo, advierten de que, como los demás fármacos anteriormente mencionados, los efectos secundarios más comunes de este son los problemas gastrointestinales, como náuseas, diarrea y vómitos, y también riesgo de depresión e inflamación del páncreas.

Por último, y al igual que otros medicamentos para bajar de peso, se debe usar junto con el ejercicio y una dieta saludable para que tenga dicho efecto. Es decir, que igual que podemos evitar el contagio y la transmisión del virus covid-19 con la vacuna, sí, pero junto al cumplimiento de las normas de distanciamiento social, mascarillas e higiene adecuada de manos, si no, tal y como nos está pasando, estaremos frente a la quinta ola de la pandemia.