Teresa Moleres
SORBURUA

Sagarrak, manzanas

Dos investigadores rusos encontraron en las montañas Tian Shan de Kazajistán el manzano Malus sieversii, que crece hasta 2.400 metros de altura en situaciones límite como pueden ser los veranos de más de 40 grados y los inviernos de menos de 40 grados. En 2002-2009, genetistas europeos descubrieron la secuencia completa del genoma de esta manzana y llegaron a la conclusión de que todas las manzanas que conocemos proceden de Kazajistán. Como curiosidad decir que el nombre de la capital de ese país, Alma-Ata o Almaty, significa “padre de las manzanas”.

Las manzanas M.sieversii son de una gran variedad, aunque el gusto de algunas puede ser amargo. En aquellos bosques primigenios, durante miles de años insectos y osos fueron seleccionando manzanas a su gusto y al nuestro, más grandes y más dulces. Hace 10.000 años antes de nuestra era, con las tribus nómadas, las manzanas atravesaron Asia, llegaron a Siria y luego los romanos las introdujeron en los países conquistados.

En nuestro país los manzanos se conocen desde la Prehistoria. Con el transcurso del tiempo fue mejorando la calidad y variedad de sus frutos por medio de laboriosos esquejes. La palabra manzana, “sagarra”, a diferencia de otras frutas como castañas, peras, higos... no tiene raíz latina, por lo que se deduce que su nombre “sagar” es anterior a las conquistas romanas.

Históricamente la manzana aparece en todas las culturas con leyendas e historias muy conocidas desde la bíblica manzana con la que Eva tentó a Adán. De Euskal Herria, el geógrafo griego Estrabón conoce la pitarra, manzanas hervidas con miel y agua. Durante las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela, Aymeric Picaud describe Euskal Herria como «de lengua bárbara, montañoso, pobre de vino, carne y alimentos, que compensan con manzanas, sidra y leche». Y el sádico inquisidor Pierre de Lancre escribe que las vascas «comían manzanas y bebían sidra que era el elixir del demonio».

Estudios actuales consideran esencial mantener la reserva de manzanos como el M.sieversii, cuyo ADN no ha sufrido un proceso de hibridación para constituir una reserva natural con la que mejorar la resistencia a las enfermedades de las variedades cultivadas.