Javi Rivero
Cocinero
GASTROTEKA

El día N

Feliz domingo. Las calles brillan, suenan y se sienten. Cerrad los ojos, mirad hacia arriba e imaginaos que la nieve acaricia vuestra cara. Ha llovido mucho, sí, pero se siente a la gente con fuerza, ansiosa, nerviosa, excitada e incluso, inquieta. Hay ganas de estar con amigos, familia, conocidos, vecinos, perros, gatos, canarios… con todo lo que se mueva y pueda ser movido. Y esto, ¿por qué? Porque es Navidad y en Navidad la amabilidad y la simpatía se nos disparan. «Navidad, Navidad, dulce Navidad… na na na nana na na…». Estamos en las fechas en las que todo se perdona y todo vale. Sobre todo, todo vale más. Y más. Y más. No es nada nuevo decir que se disparan los precios de los productos o alimentos, algunos llegando a rozar lo ridículo, pero no por eso dejaremos de cocinar ni de disfrutar en la cocina, amigos.

Hoy, con una sonrisa llena de irónica amabilidad navideña, voy a compartiros varios trucos para que no se os escape el presupuesto a la hora de cocinar para vuestros más preciados familiares. Y es que, a pesar de que cada vez son más las personas y familias que optan por la celebración en un restaurante, todavía hay quien se aventura a comprar el producto para prepararlo uno mismo. Esos y esas locos y locas valientes, que se adentran en tiendas y mercados rozando los minutos de descuento del partido para conseguir el producto lo más fresco posible, deberían de tener una pensión vitalicia por parte de sus familiares o amigos. Se arriesgan a no encontrar producto para ese menú que lleva acordado, pensado y estudiado más de un mes, pero no existe otra opción que no sea el triunfo. Por eso, cueste lo que cueste, el producto llegará a casa. Literal, cueste lo que cueste. Es una batalla heroica que un día después de la cena o la comida se torna ridícula, pero nos gusta. Tan asimilada tenemos la especulación de los precios estas fechas, que parece que pagar 35 euros por una merluza es algo obligado si queremos tener “calidad” asegurada los días N (Navidad), cuando el resto del año no pasaría de los 20 euros aproximados como mucho. Nos enorgullece pagar más por algo que en cualquier otro momento no valdría tanto. Esto, con tal de servir los platos a la mesa diciendo: «pues no sabéis a qué precio estaba…». Digo merluza, como puedo decir alcachofa o cordero. Nadie ni nada se libra. ¡Ojo! ¡Que no suba el pan!

Lo dicho, tenemos mil y una opciones para no caer en la tentación y librarnos del mal, amén, de los precios desorbitados. Solo tenemos que prevenir, pensar y organizarnos un poco. Sabemos lo que viene y es gracioso porque siempre nos pilla. ¿No será que somos un poco dejados y queda todo para última hora? Según unos pocos, cada vez adelantan más las campañas de Navidad. ¿Comenzarán las campañas de Navidad del futuro en verano? Yo lo llamaría “el síndrome tomate” (por la misma obsesión que tenemos por adelantar la temporada de tomate a primeros de ¿febrero ya?). Pues eso, para las fechas que tenemos por delante, algunas más próximas que otras, mejor organizarse con tiempo.

Opciones para entretener. Voy a poneros ejemplos reales para lo que podría ser un menú navideño rico, vistoso y asequible. Imaginaos tener que montar una serie de aperitivos para todos aquellos que “van llegando”. Ese primer picoteo que termina por desequilibrar la cantidad de lonchas de jamón medidas y contadas de cada plato, ese picoteo que desordena las tostaditas del paté, tan ordenadamente colocadas… Me entendéis, ¿no? Para esta gente, lo mejor es colocar en unos pequeños boles, unas buenas patatas fritas de bolsa, con una mayonesa de mejillones en escabeche y pimentón. Para esto, solo tenéis que escurrir bien los mejillones y triturarlos en la mayonesa que tengáis por casa. Podéis añadir un poco del escabeche y aligerarla, pero con los mejillones será suficiente. Un aperitivo distinto, rápido y jodidamente rico. A esto le añadís un poco de cebollino picado, cilantro, pimentón, unos kikos fritos machacados… cualquier topping funcionaría. Y ala, ya tenéis cómo entretener a los recién llegados a la vez que se toman la primera cerveza. Otra opción rápida y vistosa sería la de, partiendo otra vez de una conserva, esta vez, de berberechos, elaborar un bocado de lima. Se trata de una versión de un bocado del que es para mí uno de los cocineros más brillantes que existe: Sacha. Colocad sobre media rodaja de lima un par de berberechos e invitad a que la gente muerda la lima y a la vez se coma los berberechos que están sobre esta. Rico, fácil y divertido. Como última propuesta para la bienvenida, os propongo que sirváis un “serrín” de avellanas y foie. El nombre acojona, pero fijaos en qué se trata: colocad ordenadamente unas tostas de pan bien frías, y sobre estas rallad foie congelado y avellanas. Añadid unas escamas de sal, y listo. Os sorprenderéis de lo mucho que cunde el foie de esta manera.

Más trucos culinarios. Pasando a platos más contundentes, qué decir de la sopa de pescado. Para mí no hay Navidad sin sopa. Y como la sopa de pescado es sopa y nada más, podéis, si no, comprarla hecha, o partir de pescado y marisco congelado. Uno de los trucos que más me gusta y que a la gente más sorprende es el de hacer una crema con las cabezas y las peladuras de las gambas que, por supuesto, pueden ser congeladas. Cuando hablo de pescado y marisco congelado, puede tranquilamente ser el que vosotros mismos habéis congelado un par de meses antes. Lo dicho, coged las peladuras y cabezas de las gambas o langostinos y rehogadlas con un poco de aceite de oliva, medio diente de ajo y un par de chalotas. Cuando empiecen a coger color, cubrid justo con agua y hervid 2-3 minutos. Seguido triturad durante un par de minutos para obtener una crema fina. Si hace falta, añadid agua para que quede fina o directamente añadid caldo de la sopa que ya tenéis hecha. Colad bien para quitar los tropezones y la arenilla que pueda tener y añadid la colada directamente a la sopa. Esto es un chute de sabor a gambas que os sale prácticamente gratis. Os sirve para 20.000 recetas más, pero hoy va con la sopa.

En algunas casas se suele alargar la degustación más o menos, pero en lo que no cabe duda es en que el cordero o el cabrito son una de las piezas que más se cotizan para las fechas. Siendoos sinceros, apostaría por un guiso que me permitiera terminar el plato, únicamente calentando y sirviéndolo, pero si queréis un poco más de acción sin complicaros la vida, probad a cocer un corte ancho de costilla de vaca y después hornearlo. Esto es cremita pura que podéis acompañar de un puré de patata clásico que también puede estar hecho de antes. Podéis probar a hacer lo mismo con unas carrilleras. Atreveos a meter el guiso en el horno para que se seque un poquito y se concentre el sabor. Para los más puristas del cordero, podéis pedir a vuestro carnicero de confianza que os lo dé envasado, lo cocéis un par de días antes dentro de la misma bolsa y, el día N, solo tendríais que asarlo a tope de temperatura unos pocos minutos. Son maneras de disfrutar de la carne sin complicaros ni perder demasiado tiempo. Yo sigo siendo fiel al pollo de caserío, que bien asado con limón y cerveza solo necesita patatas que lo acompañen. Esta receta de pollo al abandono os da todo el tiempo del mundo para iros a potear, añadiendo el primer pote de todos a la bandeja del pollo. Se hornea a 100 hasta que volváis y le dais un golpe a tope para que dore. ¡Magia!

Para el postre ya tenéis los turrones y bombones de las cestas de Navidad, que para eso están. Amigos, familia, espero haberos sido útil el día de hoy. Podría deciros que es el artículo más práctico hasta la fecha, así que hacedme el favor de darle validez y, los que todavía no lo hayais hecho, poneos a pensar qué cocinaréis los días “N”.

On egin!