Gurutze Anduaga
IRUDITAN

Entre el cielo y la tierra

Paisajes inhóspitos. Largos días de invierno. El anhelo de la calidez del hogar. El fuego. Las sombras. Poéticamente la estación –supuestamente– más fría del año invita a manejar ciertos recuerdos o deseos nostálgicos que se amontonan en un imaginario colectivo compartido en el tiempo.

El invierno es también la época en la que la añoranza por los seres queridos aumenta de forma exponencial y, cual taza de chocolate caliente, se adueña de nuestros sentidos a veces en su forma más dulce pero también con el punto de amargor que lo caracteriza.

También es momento de trazar metas de futuro, de autorretarse para afrontar nuevos retos, el punto de salida de esperanzas nítidas que permanecen aún intocables en el baúl de los deseos. Proyectos a los que poner inicio resulta más fácil que hacerlos llegar a meta.

Como en un paisaje helado como el que ilustra esta página, la mirada se fija en esa pequeña línea que divide el cielo y la tierra. Un horizonte siempre visible, pero jamás inalcanzable.

En estos tiempos en los que la pandemia azota y genera zozobra, malestar, hastío y, sobre todo, aún muchas pérdidas y malas noticias entre la sociedad, quizás sea el momento de reflexionar y dejar a un lado aquellas metas que se disuelven en ese horizonte inasequible y tratar de observar la belleza que se esconde en lugares que podemos tocar con nuestras propias manos.