Mikel Insausti
Crítico cinematográfico
CINE

«Death on the Nile»

Hay que volver a hablar de una película que acumula ya dos años de retraso, por lo que representa el miedo de algunos grandes estudios de Hollywood a estrenar, en una estrategia comercial cuando menos discutible. El rodaje finalizó en las navidades del 2019, pero Twentieh Century Fox y Disney decidieron ir posponiéndolo, fijando como fecha definitiva en nuestras salas la del próximo 11 de febrero. Esto lleva implícito el riesgo de que la situación pandémica se alargue, con lo que siempre habrá una razón para esperar a mejor momento “sine die”. Entre tanto se pierden el interés y la expectación iniciales, más aún en el caso que nos ocupa. Kenneth Branagh ha declarado que tras el éxito de “Asesinato en el Orient Express” (2017), “Muerte en el Nilo” (2021) aseguraba la continuidad necesaria para hablar de un Universo Christie, destinado a explotar en el cine el filón literario de la autora británica, una vez obtenido el permiso oficial de la firma familiar, con su bisnieto James Prichard al frente, que es la que se encarga también de dar el visto bueno a las nuevas novelas que se publican siguiendo el estilo de la auténtica Agatha Christie.

No cabe duda de que hay material de sobra para un interminable ciclo de adaptaciones cinematográficas, y que los augurios no podían ser mejores cuando “Asesinato en el Orient Express” (2017) consiguió recaudar 353 millones de dólares, habiendo costado 55. Sin embargo, han pasado cinco años de aquello, y ahora va a costar más recuperar los 60 millones invertidos en esta nueva producción de la compañía de Ridley Scott. Scott Free Productions ha vuelto a apostar por un aire visual suntuoso, que conjuga el ambiente lujoso de los interiores del crucero con unos escenarios naturales espectaculares en las Pirámides de Giza, además del consabido reparto coral estelar al que no le puede faltar su toque de glamour.

En la actual versión todo el elenco gira alrededor de la figura del detective Hercule Poirot, desde el mismo momento en que Kenneth Branagh decidió asumirla, dirigiéndose a si mismo. Una elección personal que marca las diferencias con la anterior adaptación, la que hizo John Guillermin el año 1978, y que reunía a un reparto de viejas glorias en el que estaban Mia Farrow, Jane Birkin, Maggie Smith, Bette Davis, Angela Lansbury, Olivia Hussey, David Niven, George Kennedy, John Finch, Jack Warden, Harry Andrews y Peter Ustinov, como Poirot. Al estar el cineasta irlandés también detrás de la cámara, adaptando por segunda vez a Agatha Christie, adquiere cierta categoría de especialista en su obra, lo mismo que antes lo fue con respecto a la de William Shakespeare. Y en ello ha tenido poca o débil competencia, ya que el intento de Gilles Paquet-Brenner por llevar a la pantalla “La casa torcida” (2017) fue un completo fracaso.

Ahora bien, Branagh sigue con su carrera, pues no puede estar pendiente de la lentitud y pausas obligadas impuestas por el Universo Christie, así que antes va a llegar el estreno de “Belfast” (2021), que es una obra autobiográfica sobre los recuerdos infantiles durante los disturbios en la Irlanda de los años 60.

Nada que ver con “Muerte en el Nilo” (2021), que aborda una intriga criminal dentro de la alta sociedad, como principal rasgo diferencial frente a otros trhillers basados en el principio del whodunit o “quién lo hizo”. Por lo tanto una buena adaptación no debe conformarse con seguir de manera superficial la mecánica de la investigación, sino que ha de ahondar en las relaciones que se dan entre personajes que, pese a su apariencia elitista, son presa de las bajas pasiones que llevan a matar.

El motor de la acción es aquí el amor obsesivo, con sus celos y odios vinculados a la riqueza material, hasta conformar un cóctel explosivo. Jacqueline De Bellefort (Emma Mackey) es la primera sospechosa, porque su amiga millonaria Linnet (Gal Gadot) le ha robado a su amado Simon (Armie Hammer), con quien viaja de luna de miel a Egipto. Pero abordo del SS Karnak hay más sospechosos.