Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto
ARQUITECTURA

Nueva modernidad

El movimiento moderno, y todas sus derivadas más o menos acertadas, se encuentran en la base ideológica de los barrios que moldearon nuestras ciudades en los años 60 y 70. Barrios de periferia moldeados a través de la Carta de Atenas. Pero desde la perspectiva actual, las virtudes y especialmente las deficiencias de esos pedazos de ciudad fruto del fervor del desarrollismo parecen más que evidentes. Y por lo tanto, parece lógico repensar el modo de actuar en los futuros desarrollos.

En cualquier caso no se trata de demonizar la arquitectura de los años sesenta, sino de reactivar aquel espíritu de conquista que animó entonces la invención de la vivienda social. En ese momento, el acento se puso en el “progreso”, en particular en el de la tecnología y de los servicios técnicos. El agua corriente y caliente, la calefacción, o los aseos y los baños eran entonces conquistas sociales. Hoy el foco apunta hacia otro lado, bajo el liderazgo del desarrollo sostenible, la vivienda social es capaz de suscitar debates e identificaciones, que planteen otras formas de vivir, u otras soluciones para solventar las aspiraciones de los habitantes de hoy.

El distrito de Les Dervallières al noroeste de Nantes, con 5.200 habitantes y 2.400 viviendas, es uno de esos barrios que experimentó una gran reestructuración de su hábitat en los años 1960-1970. En la actualidad, gracias a un plan de reurbanización de espacios verdes y del tejido urbano, se plantean una seria de actuaciones encaminadas a actualizar los modos de vida de ese distrito. En ese marco se enmarca un edificio de 39 apartamentos llevado a cabo por la Agencia TETRARC.

Frente a un bloque sólido y continuo, el nuevo edificio se presenta como once piezas que se articulan adaptándose a la geometría de la parcela. Levantados sobre pilotes, estas piezas permiten alojar los aparcamientos en la planta baja, para preservar la naturaleza omnipresente y las vistas hacia el hermoso parque cercano. Cada una de esas once piezas aloja tres o cuatro apartamentos en dúplex atendidos por dos baterías de escaleras y ascensores, un corredor pasarela en el lado norte. Un espacio a medio camino entre el espacio público y el privado, que evoca recuerdos infantiles de cabañas, casas en los árboles o espacios de juego.

Por el contrario, la fachada sureste formalizada por soluciones constructivas de invernadero, ofrece espacios de libre disposición para sus ocupantes, que se vuelcan sobre los pequeños jardines y huertos privados que completan la ocupación de la parcela.

El proyecto que resuelve las exigencias ambientales más recientes, compositivamente establece una cierta contradicción. Por un lado introduce mediante la lectura fragmentada de esas once piezas, reminiscencias simbólicas de las casas individuales, manteniendo al mismo tiempo la imagen de un edificio colectivo.

En ese sentido el edificio persigue expresar, a través de formas y materiales innovadores o como mínimo descontextualizados, una respuesta proporcionada a la vivienda social desde la preocupación por un desarrollo sostenible.

Invernadero. Si algo caracteriza la imagen exterior de estas viviendas, es el invernadero que precede a su fachada. Ampliando los espacios interiores de la casa, esta pieza dota a cada vivienda de una superficie adicional y, en el caso de los dúplex, de un volumen a doble altura que permite otros modos de habitar. Preservando a cada vivienda el contacto visual directo con las viviendas vecinas, estableciendo así una cierta articulación de lo colectivo. Este invernadero proporciona además un elemento determinante para el confort climático de los habitantes, a la vez que contribuye positivamente al balance energético de cada vivienda.

Pero además ese invernadero proporciona a los habitantes elementos o espacios que exploran mejoras en la calidad de vida. En una periferia agrícola, esta reinterpretación colectiva de una granja permite re-anclar la arquitectura al contexto, ¿y por qué no?, al propio suelo. Al fin y al cabo es el habitante de cada vivienda el que debe decidir si transformar ese invernadero en un salón, en un dormitorio, en un gimnasio o si por el contrario cultiva allí sus propias plantas y alimentos.