Xandra  Romero
Nutricionista
OSASUNA

Alimentos enriquecidos en proteína

Tendemos a pensar que solo aquellos usuarios de gimnasios, deportistas semiprofesionales y profesionales son susceptibles de usar suplementos de proteínas para incrementar su masa muscular o reponerse tras un duro entrenamiento. Sin embargo, el incremento de la presencia de alimentos enriquecidos en proteína en los lineales de los supermercados invita a pensar que quizá su uso está más que extendido.

Recordemos que la proteína es un macronutriente que está presente en casi todas las células del cuerpo y que es esencial para el correcto mantenimiento, crecimiento y reparación del cuerpo. Asimismo, tiene muchas funciones como la formación y mantenimiento de músculos, tejidos conectivos, glóbulos rojos, enzimas y hormonas, transporta muchos compuestos del cuerpo, mantiene el equilibrio de los fluidos corporales y participa en el fortalecimiento de la inmunidad.

Sin embargo, en ocasiones específicas, determinados grupos poblacionales en los que se produce una pérdida de masa muscular, tienen los requerimientos proteicos aumentados, requiriendo un aumento del consumo de proteínas a través de la dieta o de otros productos proteicos que faciliten la ingesta y sean fácilmente integrables en la alimentación.

Estas circunstancias específicas hacen referencia a algunas situaciones fisiológicas como el proceso natural de envejecimiento, a ciertas patologías como durante y tras el tratamiento de algunos tipos de cáncer y tras procesos depresivos o después de ciertas intervenciones quirúrgicas como la cirugía bariátrica. Por ejemplo, la vejez está asociada a una pérdida de masa muscular, denominada sarcopenia, que se inicia en la cuarta década de la vida con una disminución de fuerza de alrededor del 1% al año y que contribuye a una disminución de la capacidad funcional e independencia en las actividades de la vida diaria, y afecta a la calidad de vida de las personas mayores.

En segundo lugar, la prevalencia de la malnutrición en población diagnosticada de depresión es del 16,6 % en el estado. La depresión conduce a pérdida del apetito, disminución de la ingesta de alimentos y, en consecuencia, pérdida de peso, en ocasiones muy significativa.

También, debido al propio proceso de evolución del cáncer, los cambios metabólicos del mismo, así como el tratamiento indicado en estos casos, afectan seriamente al estado nutricional situando al enfermo de cáncer avanzado en situación de desnutrición que, a su vez, se relaciona con menor supervivencia y peor tolerancia a la quimioterapia.

Sin embargo, es importante saber que los suplementos alimenticios pueden estar contraindicados en ciertas personas y que, por tanto, deben tomarse con responsabilidad y supervisión de un dietista-nutricionista especializado en cada situación. Por ejemplo, un exceso de proteína puede ser peligroso si se tienen problemas de riñón o problemas de hígado. Tampoco deberían consumir suplementos de proteínas aquellas personas que sufren osteoporosis, ya que conllevaría a un riesgo de descalcificación ósea.

Más allá de los suplementos como tal, es importante señalar que este nutriente se puede incorporar a la dieta a través de la ingesta de carne, huevos, pescado, legumbres, lácteos e, incluso, cereales y que, además, se puede enriquecer proteicamente el contenido de los platos de forma “casera”, por ejemplo usando leche o queso fresco batido, requesón o queso granulado en lugar de agua para cremas, pudines, purés etc; añadiendo leche en polvo a la leche líquida, usando el yogur para añadirlo a cereales, frutas, pasteles o batidos; picar y añadir huevos duros y/o legumbres cocidas a ensaladas, verduras o cazuelas, espolvorear nueces y semillas sobre vegetales, frutas, ensaladas, yogurt, cereales y pastas.

Por último, las opciones de alimentos enriquecidos o con mayor contenido en proteína del supermercado son los lácteos proteicos como leches y yogures, el skyr y el yogur griego que aportan más del doble de proteínas que un yogur común.