MIKEL INSAUSTI
CINE

«Die adern der welt»

Todas las películas de Byambasuren Davaa son docuficciones localizadas en las estepas mongolas, con la yurta tradicional como epicentro de un modo de vida que se encuentra amenazado por la explotación extranjera de sus recursos naturales. Un discurso antropológico que se vuelve más que nunca un S.O.S. en su última realización “Die adern der welt” (2020), seleccionada por Alemania para el Óscar de Mejor Película Internacional, y ganadora en los premios Lola del cine alemán como Mejor Película Infantil, debido a que su protagonista es un niño y la narración obedece a su punto de vista iniciático.

La cineasta Byambasuren Davaa ha de luchar constantemente contra la cortapisa de haberse consagrado ya con su aplaudida ópera-prima “La historia del camello que llora” (2003), una obra conmovedora con protagonismo para los animales de los pastores nómadas, en este caso una cría albina de camello rechazada por su madre. Fue nominada para el Óscar en la categoría de Mejor Documental, y recibió premios por todo el mundo. Al igual que su siguiente “El perro mongol” (2005), con la que obtuvo por primera vez el premio Lola del cine alemán a Mejor Película Infantil, por su temática familiar con una niña encaprichada con un cachorro del que su padre sospecha que es lobo. Para su tercer largometraje “Los dos caballos de Genghis Khan” (2009) contó con la participación de la cantante Urna, con el cancionero popular como expresión de la herencia cultural de todo un pueblo cuyo patrimonio es la tradición oral.

La importancia de los relatos transmitidos de padres a hijos, así como de las canciones, está también muy presente en su cuarto y último largometraje “Die adern der welt” (2020), gracias a que el cantante y chamán mongol Lkhagvasuren se encargó de componer el tema central titulado en su traducción “Vetas de oro”, el cual recoge elementos presentes en otras canciones del folklore mongol y las adapta a la temática de la película, cuya denominación original viene a ser “Vetas del mundo”. La distribuidora Surtsey Films, que estrena la versión doblada el viernes 14 de octubre, ha preferido llamarla “Queso de cabra y té con sal”, siguiendo la moda gastronómica de viajes a países exóticos desde la butaca de un cine o la de casa.

Claro que es el otro título, que en los países anglosajones ha sido traducido correctamente como “Veins of the World”, el que tiene más sentido. Se refiere a la globalización industrial, que en Mongolia está causando estragos. Por ser un territorio muy poco poblado con grandes extensiones vírgenes, se ha convertido en un paraíso para las multinacionales mineras que encuentran allí un campo abonado a la extracción fácil de materias primas tan cotizadas como el oro.

En la actualidad son 75 mil kilómetros cuadrados los que se encuentran en manos mineras, con el casi 5 por cien de la población empleada como mano de obra barata, hasta el punto de que el 30 por ciento del PIB nacional procede del sector minero. El enriquecimiento ha sido para unos pocos, con el consiguiente aumento de la corrupción, apareciendo empresas y políticos mongoles en los papeles de Panamá en el 2016. Por contra, cada vez son más las familias desplazadas que ya no pueden seguir viviendo del pastoreo.

Como quiera que Byambasuren trabaja en Alemania, ha podido constatar que ahora muchas familias nómadas sueñan con emigrar al país centroeuropeo, a partir de que la tecnología capitalista ha irrumpido en su modus vivendi, pues no hay yurta sin su teléfono móvil o su pantalla plana.

La cineasta compara a la mínima unidad familiar en Mongolia con un grano de arena en el desierto. El padre protagonista es un mecánico que trata de mantener unidas al resto de familias para organizarse contra la compra de sus tierras y que no las malvendan a cambio de pobres indemnizaciones. Quiere seguir vendiendo los quesos de su mujer en el mercado, y que su hijo recoja el legado.