Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto
ARQUITECTURA

Preexistencias

Localizada en Arouca, en el norte de Portugal, la preexistencia de un granero y el propio contexto natural brindan a los arquitectos Marta Brandão y Mimahousing una oportunidad para crear un alojamiento temporal reinterpretando los valores del contexto.

El proyecto se define por la composición de materiales y colores que articulan toda la arquitectura, tanto interior como exterior. Con un gran respeto hacia el léxico visual preexistente en el contexto, el edificio intenta crear un conjunto coherente entre el paisaje, la materia del lugar y el antiguo granero.

El proyecto de Marta Brandão y Mimahousing se entiende como una reinterpretación minimalista del granero tradicional. La esbeltez del conjunto, el protagonismo de la cubierta de pizarra y el uso de la madera oscura dan lugar a una arquitectura atemporal que, por momentos, puede leerse desde referencias tradicionales japonesas. El resultado de esta simbiosis es un refugio contra la vida cotidiana, donde se puede disfrutar del placer visual y del contacto con la naturaleza, desde el confort del espacio construido.

Esta armonía lograda por el proyecto se debe a dos factores. Por un lado la preexistencia de un granero, un edificio tradicional de la región con proporciones esbeltas y un gran potencial para ser reinterpretado gracias a su capacidad adaptativa. Y por otro lado, el contexto geográfico y natural, un suntuoso terreno verde con vistas hacia un río, que se convierte en el escenario perfecto para acoger y contraponerse al objeto arquitectónico.

Inspirándose en casas diseñadas por maestros de la arquitectura contemporánea como Peter Zumthor, Studio Mumbai, Herzog&deMeuron o Vincent van Duysen, la casa del granero pretendía alcanzar las características fundamentales que definen la calidad de estos proyectos de referencia: la armonía, el sosiego y la coherencia del diseño en todos sus frentes.

El proceso comenzó con la definición de un concepto, un lenguaje. A continuación se valoró una paleta de materiales y colores que articularían toda la arquitectura, exterior e interior. Es decir, desde el diseño de la casa en su envolvente exterior y el entorno, hasta los interiores, los acabados, la elección del mobiliario, los textiles y los objetos más pequeños. Es este respeto por el léxico visual preestablecido lo que finalmente crea un conjunto coherente.

Los puntos fuertes de esta pequeña casa son evidentes. El gran protagonista es el tejado de pizarra, típico de la región, realizado con la reutilización de pizarras antiguas extraídas de las ruinas locales. Solo en este lugar tendría sentido construir un tejado así. Después, la esbeltez del volumen y la madera oscura de las lamas, al mismo tiempo una reinterpretación minimalista y rústica de los sistemas de ventilación de los graneros tradicionales, contrasta con el muro de piedra resultante del corte del terreno en el lado norte.

El revestimiento de la fachada con estas delicadas lamas de madera oscurecida y, sobre todo, su subdivisión en contraventanas correderas de madera hacia el sur, transforman la fachada en un elemento vivo y cambiante. La casa puede tener a veces la austeridad de un monolito, y en otras ocasiones una cara cambiante de carácter dinámico, potenciando diferentes experiencias en el interior. Desde el exterior, sea cual sea la posición de las persianas, la composición es equilibrada, e incluso se podría calificar de tranquila, un valor que muchas arquitecturas han perdido.

Confort interior. En el interior, la casa reivindica el confort. La abundancia de madera natural y su permanente diálogo con el del microcemento, que recuerda el color de la piedra del entorno, crean una atmósfera de calidez, que se intensifica cuando la chimenea está encendida. La escalera de caracol meticulosamente diseñada se convierte en un elemento escultórico en el salón. En la planta superior, el techo inclinado del dormitorio principal, con su estructura de madera y la generosa altura del techo transmite una cierta amplitud. Por el dormitorio discurre un estrecho balcón que culmina en la terraza exterior, donde hay sofás integrados en la estructura y una pequeña piscina elevada sobre el terreno.

La suntuosa naturaleza, y el panorama verde que construye, se convierte en el entorno perfecto para el retiro, mientras el sol se amortigua a través de las lamas de madera, generando poéticos juegos de luz en toda la casa, favoreciendo un diálogo permanente entre el exterior y el interior. La casa puntualiza el paisaje y genera un nuevo entorno. El resultado de esta simbiosis es un refugio contra el ajetreo de la vida cotidiana, gracias a entender el contexto tanto natural como construido, como una preexistencia con alto valor.