Jone Buruzko
Con el agua en la cintura

Mariscadoras gallegas

El marisqueo en Galicia es una tradición, un oficio, y una forma de vida. La captura y recogida de mariscos, esos invertebrados marinos tan apreciados en la gastronomía, es una actividad que sólo se permite durante seis meses al año. A flote la realizan desde pequeñas embarcaciones y a bordo sobre todo van hombres, mientras a pie se lleva a cabo en la playa y, principalmente, es cosa de mujeres.

(Miguel Riopa | AFP)

Ataviadas con sus correspondientes trajes de neopreno, sobre los que acostumbran a ponerse otras prendas impermeables –todo es poco para contrarrestar los efectos de las frías aguas gallegas–, las mariscadoras salen de noche, antes de que amanezca, y se adentran en las aguas que les llegan hasta la cintura. Allí, iluminadas por la luz de sus linternas frontales que les permiten la visibilidad necesaria, recogen berberechos, almejas, navajas, vieiras y otras especies que terminarán convertidas en exquisitos caprichos para la mesa.

Las imágenes que acompañan este reportaje fueron tomadas el pasado mes de diciembre en Noia y permiten hacerse una idea de lo que significa el marisqueo. De esta manera recogen los productos que les brindan los arenales gallegos.

 

 

Miguel Riopa / AFP

Las herramientas que se utilizaban para capturar marisco en las playas eran parecidas a las que se usaban en las labores del campo y responden a nombres como sacho, raño, gancha, angazo, fouciño, fisga o rasqueta, aunque el rastro es el utensilio más utilizado y sigue vigente.

Con el rastrillo se remueve la arena y se dejan al descubierto los futuros manjares; con el salabardo y otro utensilio se va llenando la red de arena, levantándola de vez en cuando para dejar caer la arena y retener al marisco en la red. Técnicas ancestrales que se han transmitido de generación en generación. Ahora estamos en plena temporada porque la captura de marisco está limitada para garantizar la permanencia de las poblaciones marinas. Son seis meses, los que van de octubre a marzo, cuando se permite marisquear y sólo pueden participar las pescadoras con licencia.

 

 

Miguel Riopa / AFP

En el pasado, esta actividad no se consideraba un trabajo y no había derechos laborales. La situación empezó a cambiar en la década de 1990 cuando las mariscadoras se unieron a los gremios de pescadores y fueron reconocidas como trabajadoras del sector de pescados y mariscos. Hoy en día, los derechos de las mariscadoras están protegidos a través de una asociación estatal activa, que representa a más de 30.000 mujeres en el Estado español.

Recientemente, el Congreso de los Diputados debatió la Ley de Pesca Sostenible, que entre otros cosas pretende fortalecer la conservación y el uso sostenible de los recursos pesqueros. La nueva norma incluye coeficientes reductores para la edad de jubilación de algunos colectivos de trabajadores del mar por considerarlos oficios de gran desgaste.

 

 

Miguel Riopa / AFP

De esta forma, rederas, neskatillas y empacadoras, ocupaciones desarrolladas en su mayoría por mujeres, tendrán un coeficiente reductor de la edad mínima para percibir la pensión de jubilación. También se tendrá en cuenta a las mariscadoras de a pie, que se equiparan con los mariscadores de a flote, y los buceadores profesionales.

Esta práctica, regulada por un proyecto financiado por la Unión Europea, es un trabajo duro pero algunas de las mariscadoras no lo cambiarían por ningún otro.