Mikel Insausti
Crítico cinematográfico
CINE

«Mascarade»

Esperemos que pronto haya una ley que regule el mercado del audiovisual, para que los estrenos cinematográficos vuelvan a ser lo que fueron, y no se vean desvirtuados por la competencia desleal de las plataformas digitales. Ocurre con “Mascarade” (2022), cuyo estreno en salas se anuncia para el viernes 16 de junio con el título en su versión doblada de “Los amantes del engaño”, por esa manía tan arraigada entre las distribuidoras de explicar la película a través de una más que libérrima traducción, desentendiéndose de las sugerentes y sutiles denominaciones originales. Quienes quieran verla ya en su casa, sin esperar a hacerlo en la gran pantalla, pueden contratarla en Amazon Prime Video. Se podían haber ahorrado hasta la presentación en Cannes, e ir directamente al consumo doméstico, si no fuera porque se trata de un producto con mucho glamour, que ha costado unos quince millones de euros, que es una considerable cantidad para una película europea, enfocada principalmente hacia la audiencia francófona.

El lujo de los escenarios y del reparto no le son ajenos al director Nicolas Bedos, cuyas relaciones familiares y de amistades siempre se han desenvuelto dentro del mundo del espectáculo, por lo que puede contar una y otra vez con la colaboración de sus colegas de profesión en los proyectos que afronta. Para algo es hijo del gran actor de origen argelino Guy Bedos, que murió hace tres años a los 85. Sus parejas suelen ser actrices conocidas como Elsa Zylberstein, y en sus primeras películas contó con su entonces esposa Doria Tillier. En su ópera prima “Señor y señora Adelman” (2017), el propio Nicolas Bedos formó pareja estelar con ella, y en su segundo largometraje “La Belle Époque” (2019), la integró dentro de un rutilante casting en el que estaban Fanny Ardant, Daniel Auteuil, Guillaume Canet, Denis Podalydès o Pierre Arditi. Obtuvo tres premios César, con Fanny Ardant llevándose la estatuilla de Mejor Actriz de Reparto, Stéphane Rozenbaum la de Mejor Dirección Artística y Bedos la de Mejor Guion Original. El actor, guionista y director hizo una curiosa creación fantástica sobre una empresa moderna que recrea para sus clientes cualquier época pasada en la que hayan sido felices o que quisieran conocer. Acto seguido, recibió el encargo de realizar la tercera entrega de la conocida franquicia del agente secreto “OSS 117”, protagonizada por Jean Dujardin, y que viajaba a localizaciones africanas.

El cuarto largometraje de Nicolas Bedos se inicia con la siguiente cita de W. Somerset Maugham: “La Riviera es un lugar soleado para gente sombría”, que no puede definir mejor la atmósfera en la que se va a mover una intriga que se alarga más allá de las dos horas de duración, con una construcción narrativa que va de adelante hacia atrás, hasta volver al principio, mediante un largo “flash-back” que la vertebra. Es necesario para saber cómo se comportan sus personajes y a qué responde su tendencia innata a la mascarada, hasta especializarse en las estafas sentimentales que les permiten llevar una opulenta existencia en la Costa Azul.

Realmente la estafadora es ella, la Margot Hansen que encarna Marine Vatch, que al principio aparece siendo juzgada por sus delitos, y que ha convertido en su víctima ideal a un rico empresario del negocio inmobiliario que le dobla la edad, y que es interpretado por François Cluzet. En cambio, el Adrien Saillard, que personifica Pierre Niney, ha acabado como gigoló un poco por el devenir de su carrera de bailarín, truncada por un accidente de moto. La diva del cine Martha Duval es la que paga sus caprichos, en un papel que permite a Isabelle Adjani hacer una caricatura de sí misma.

Margot y Adrien se necesitan, ya que juntos forman la pareja más brillantemente delictiva de Niza. Al explotar a sus víctimas, surge el debate entre juventud y vejez, en la medida en que se aprovechan de personajes que se resisten a aceptar el paso del tiempo y que, al tener un capital amasado durante toda su vida, se convierten en presas fáciles. Todo ello está visto con cinismo, más aún el matrimonio.