Jon Jimenez
LITERATURA

Despojos

En 1960, Brasil asistió a un fenómeno editorial sin precedentes. “Quarto de despejo”, el diario de una mujer que vivía en la favela Canindé de São Paulo y que mantenía a sus tres hijos recogiendo cartones y chatarra de la basura, vendió los 10.000 ejemplares de la primera edición en apenas una semana. Luego vinieron cientos de miles de ventas más, apariciones en prensa y en televisión, y la traducción del libro a trece lenguas. Mujer, pobre, negra, madre soltera y autodidacta, la autora de aquel diario, Carolina Maria de Jesus, se erigió como símbolo de la dureza de la vida de los favelistas, alcanzando una fama inesperada. Durante mucho tiempo, “Cuarto de desechos” fue libro de obligada lectura en las escuelas, convirtiéndose en el más vendido de Brasil. Sin embargo, a los 40 años de su muerte, Carolina Maria de Jesus parece haber caído en el olvido -al menos fuera de Brasil- y es complicado encontrar su libro en español».

Así comienza el artículo de la escritora madrileña Sara Mesa en la revista “Jot Down” que me descubrió a la poderosa y conmovedora escritora brasileña Carolina Maria de Jesus. El aviso final planteaba todo un reto para cualquier editor; más para uno de Txalaparta, editorial pionera en acercar a Euskal Herria las voces de, entre otras, Gioconda Belli, Salwa Bakr, Malika Mokeddem o Jamaica Kincaid. La madre soltera que anotaba su día a día en los papeles que se dedicaba a recoger para revender y malvivir tenía que tener un sitio junto a ellas.

Fruto de ese trabajo -casi siempre estéril- que suele ser la búsqueda de derechos de autoras, más cuando estas ya han muerto, y de la desinteresada cesión de la traducción por parte de la Universidad Federal de Integración Latino-Americana, es la presente edición, que recoge, además de la citada, también otras obras menos conocidas. Y que coincide con el lanzamiento por primera vez en español de “Cartas a una mujer negra” (Txalaparta), epístolas escritas -aunque nunca enviadas- a Carolina Maria de Jesus por Françoise Ega, trabajadora doméstica martiniquesa residente en Marsella víctima de múltiples abusos y condenada a una vida de semi-esclavitud. Dos géneros literarios, el diario y el epistolar, varias obras y dos autoras que han sido relegadas al olvido, aunque su valor literario, coincidiendo con Sara Mesa, radique precisamente «en la autenticidad de la experiencia narrada». Y a pesar de que en estas obras se produzcan «contradicciones y repeticiones que en ocasiones lastran la lectura, quizá estos lastres son los que representan mejor el infierno» en el que sobrevivieron ambas. Porque su «lenguaje simple y directo consigue, como diría Roberto Arlt, el impacto de un uppercut en la mandíbula: no hay disfraces, ni retórica, para la representación de la pobreza».