Elkarrizketa
Manuela Trasobares
Artista, filósofa y activista

«No nacemos ni hombres ni mujeres y, por tanto, la heterosexualidad es una falsedad»

Manuela Trasobares pasó por Iruñea para dar una charla en Maripensando desde los márgenes 2023. Acaba de publicar su “Voluntad de poder”, un libro de Historia y Filosofía. Ahora que los derechos y las vidas LGTBIQ+ vuelven a estar en el centro de las batallas políticas a nivel mundial -vamos, como siempre-, Manuela nos propone mirar hacia atrás y a lo profundo, con claridad y desconfianza crítica.

(Paloma Polo)

Escultora, pintora, mezzosoprano, filósofa. Artista fallera censurada por la mismísima Rita Barberá cuando la representó en un ninot desnuda, con un enorme plátano entre las piernas. Primera concejala transexual del Estado español, en 2007, en el pueblo de Castelló donde reside, nada menos que por el partido ARDE: el PSOE y el PP pactaron para dejarla a ella fuera. Inolvidable su paseo por Geldo para jurar su cargo, flanqueada por dos travestis barbudas, con la bandera republicana, sonando el “Himno de Riego”. Profesora de arte para criaturas sin familia ni oportunidades. Amorosa agitadora: solo hay que presenciar cómo, cuando está conociendo a una persona, aunque sea solo por unos minutos, la mira y la ve.

Para las desviadas del cambio de milenio, Manuela Trasobares (Figueres, 1962) es esa mujer de vestido rojo desbordante que estampó una copa contra el suelo de un plató, harta del deshumanizante maltrato que estaban sufriendo las transexuales que habían sido invitadas, precisamente para hablar de ellas, como si fueran fenómenas. Sucedió en la televisión valenciana, en 1997. El programa está colgado íntegro en la red, y es imposible verlo sin llorar primero de rabia, y después de sanación colectiva cuando Manuela interviene y se levanta. «Tenemos que ser fuertes y nos tenemos que unir todas», brama dirigiéndose a las compañeras trans que habían llevado de público para sufrir el escarnio, un escarnio más. Y ellas aplauden: aquello fue un sortilegio queer.

Manuela fue traída por EHGAM Nafarroa a su Maripensando 2023. Ha publicado su primer libro, “Voluntad de poder” (Ediciones Hidroavión). Charlar con ella te lleva desde Sumeria a la Ley Trans, pasando por la Guerra del 36, todo desde su erudición y sus propias vivencias, desde una infancia con todo en contra en la que no se dejó destruir. Asegura que el arte la salvó, y ella nos salvó a las desviadas: así lo sentimos muchísimas. Alucina con las criaturas jovencísimas que se le acercan, que la han leído: por fin es entendida en su complejidad y en su potencia. El mundo, o al menos parte de nuestro mundo, se ha acercado en los últimos años a la altura de Manuela Trasobares.

Tu libro parte de una idea poco halagüeña, que las personas al nacer somos arrojadas al mundo... Heidegger hablaba del dasein, estamos arrojados al mundo. Después, los existencialistas, los absurdistas, lo desarrollaron más. Sí, es fatalista, saber que estamos arrojados de manera violenta a esta dimensión, llamémosle la vida. Todo esto lo he corroborado con otros autores como, por ejemplo, Nietzsche, o el paradigma para mí de la filosofía muy poco entendida y muy despreciada de Schopenhauer que dice que, ante la voluntad de vivir, está el deseo de la muerte. Son frases, como titulares periodísticos, pero en el fondo encierran muchas cosas. Mi libro es un libro de filosofía, yo analizo el porqué de las cosas y veo que, a través del estudio del pasado, entiendes el presente e incluso entiendes el futuro, y para mí la línea presente-pasado-futuro es otra arbitrariedad de la voluntad de poder. ¿Por qué hay ese dasein, ese sentirnos esputados a un mundo violento? Porque hay un poder que controla la realidad y que dice qué es la realidad. La voluntad de poder es un concepto filosófico creado por Nietzsche y es el que más me ha aclarado qué es el poder. La voluntad de poder es el poder que tiene el poder de decidir en cada momento lo que es verdad o lo que es mentira, y no necesariamente ese poder tiene una línea política o ideológica, no. Este poder es tan perverso que utiliza momentos históricos que parecen revolucionarios y detrás hay cosas muy reaccionarias, como la Revolución Francesa. La voluntad ha sido siempre la misma, está detrás de todo, no en los voceros políticos de turno, y raramente muestra su cara. La encontramos ya en la antigua Sumeria, en el imperio persa o en el imperio chino. No se puede definir, ¿por qué es tan extenso y tan grande ese fenómeno de la voluntad de poder? Solo sé a ciencia cierta que se ha heredado: los privilegiados que tienen ese poder son siempre los mismos. Yo tengo una teoría de qué es ese poder, pero considero que son teorías que no tienen un fundamento científico, son intuiciones… quizás a lo largo de la conversación lo podría ir desgranando.

Desde la antropología se considera que las primeras familias que acumularon excedentes, empezaron a intercambiar mujeres para afianzar sus alianzas, y este sería el origen tanto del patriarcado como de la oligarquía. Controlando la sexualidad de sus mujeres, sabían que la herencia quedaba en familia. No es verdad que históricamente haya operado siempre un patriarcado, hay momentos en la historia en que ha habido otras fórmulas, matriarcados incluso. El patriarcado no ha sido lineal, pero puede ser que los intereses actuales nos hayan hecho creer que es lo que ha operado siempre. Históricamente ha habido muchas valoraciones del ser, de los conceptos de feminidad y de masculinidad. Lo no binario lo encontramos a lo largo de la Historia, todo esto que nos parece ahora modernidad. En el mundo antiguo incluso se potenció el no binarismo; el concepto hombre o mujer era como una que tiene la talla 36 y otra, que tiene la 40, eran accidentes. Por qué Aristóteles dice que todo es en potencia posibilidad. Si un árbol puede devenir en un libro significa que el ser en potencia puede ser muchas cosas, puede tener otras identidades. Estas filosofías las encontramos también en la India, en Camboya, en todas esas culturas que se llaman vulgarmente orientales. La cultura occidental también ha bebido mucho de la oriental, incluso la promulgación oficial de Jesús como una deidad y la reconstrucción de su biografía es un proceso parecido al de otros dioses de la Antigüedad egipcios o hindúes como Brahma, hay muchos paralelismos.

Me acabas de llevar a Nápoles, donde ha pervivido desde tiempos remotos un tercer género: los femminiélle. Las criaturas recién nacidas son llevadas a sus brazos para que les den suerte, guían al pueblo con sus cánticos ancestrales en una romería a Montevirgine cada 2 de febrero… Hasta en Europa tenemos vestigios de que todo no ha sido siempre igual. Hoy en Irán matan a los homosexuales, tremendo, pero las transexuales son veneradas. Y nosotros los europeos nos creemos tan civilizados. Yo me pagué mi cambio de nombre, pero imagina si son canallas que en mi acta de nacimiento, cuando yo me casé, consta que yo hice un cambio de sexo. Esto es una canallada porque me demuestra que yo siempre estaré atada a un pasado. Sin embargo, en el acta de nacimiento de las transexuales en Irán no consta ese cambio, el respeto que tienen a ese ser es tremendamente superior al que tenemos aquí. Porque en nosotras, constantemente, en cualquier momento de la vida, va a salir a relucir que hicimos ese cambio. Napoli es una tierra muy especial, yo he estado allí... Como te decía, no hay un patrón recto lineal del patriarcado. Lo que pasa es que el sistema, como decía Foucault, sujeta al sujeto, nos quiere sujetos, clasificados. Entonces no hay nada mejor que también clasificar la Historia, como que la Historia evoluciona, y no es así. La Historia no ha sido una evolución constante, a lo mejor ha sido todo lo contrario.

Es muy interesante y estremecedor todo el relato que haces de la Guerra del 36, de la revolución anarquista, y de los cuarenta años de esa dictadura atroz que, como dices, nos arrancó el alma… Yo me pregunto, entre otras muchas cosas, cómo es posible que en un país como Estados Unidos, que tienen tanta producción, que son tan avanzados, pudieran matar con una facilidad espasmódica a un presidente, a Kennedy, y, sin embargo, a Franco no hubo manera de matarlo. Y lo intentaron treinta mil veces. Qué pasa aquí, acaso no intentaron que pareciéramos unos pobres catetos cuando aquí estaban operando voluntades de poder tremendamente perversas a las que les interesó castrar a un pueblo y dejarlo completamente en la ignorancia y la miseria. Cuarenta años para la Historia no es nada, pero para una persona, para un pueblo, es toda una vida. Lo que yo me pregunto es por qué lo permitieron las democracias occidentales.

“El Pequeño Franco” (2008)de Manuela Trasobares.

Por el pavor que les daba que se extendiera por el mundo ese anarquismo que había demostrado ser posible y operativo, por ejemplo en Barcelona… El anarquismo fue muy real, y aquí lo provocó una revolución social, no una guerra civil. Pero ya se ocuparon enseguida de hacernos creer otra historia, borrando lo que pasó. Aquí lo que hubo fue una gran revolución social y, de hecho, cuando los rebeldes dan el golpe de Estado, triunfa el movimiento anarquista en Catalunya. Han querido minimizarlo, como si hubiera sido algo aislado, y no. Las demás provincias vieron esa realidad que querían imitar, que habíamos sido unos héroes, unos berracos, al haber conseguido dominar el Ejército. Como dijo García Oliver: al fin los anarquistas hemos podido con el Ejército. Y los anarquistas fueron los amos de Barcelona y de Catalunya, y se demostró que el anarquismo era factible. Los empresarios huyeron asustados, abandonaron las empresas, las industrias. Y, como decía Durruti, no nos hacen falta jefes porque nosotros somos quienes hemos levantado las fábricas y los edificios, el pueblo ha levantado las ciudades donde se reposa la burguesía. Durruti también dijo: la burguesía, cuando se vea acorralada por el pueblo, va a pedir auxilio al fascismo. Y no solo los fascistas, también los aliados, los comunistas, se dieron cuenta de que aquí no se estaba luchando solo contra el fascismo, se estaba haciendo la revolución social anarquista. Igual que en la revolución rusa, los bolcheviques hicieron desaparecer a los anarquistas.

De hecho, ya sabían cómo hacerlo, y lo repitieron aquí. Como decía Federica Montseny, nunca se ha puesto en práctica el socialismo real, al menos en estas épocas. No digo en el pasado, a lo mejor en el pasado sí que se dio algún tipo de socialismo, o incluso de colectivizaciones. A lo mejor los movimientos de verdadero socialismo se han operado en otras etapas. Solo puedo decir que todos los socialismos del siglo XX han sido falsos, y han acabado siendo dictaduras de Estado. Salvador Allende sí que tenía un perfil especial, quizás Allende sí que hubiera hecho una verdadera revolución socialista, pero no lo sabremos porque no le dejaron. Lo que nos demuestra que, cuando alguien apunta maneras idealistas de verdad, en cuanto está por la labor, se lo quitan de en medio. ¿Por qué desaparece el movimiento anarquista ibérico? Desaparece porque, además de que hay todo un movimiento fascista que está en contra de los republicanos primero, pero sobre todo de los anarquistas, también hay una izquierda comunista que nos está mandando a las brigadas internacionales, y que nos está brindando una falsa ayuda. Lo más desastroso de todo ese episodio es cuando los comunistas llegan con las brigadas internacionales y les dicen a los milicianos que hagan el favor de retirarse, que ya se acabó esa juerga, eso de que no hay generales ni hay capitanes, que las mujeres deben estar en la retaguardia. Y las milicianas decían: pero si nosotras estamos aquí porque estamos haciendo nuestra propia revolución, como anarquistas y como mujeres.

“El Cristo de Manuela Trasobares” (2010).

Y ahora, hablemos de Durruti: nos obsesiona a las dos. El día en que nos conocimos, hace trece años, me contaste que se le acusaba de haber mandado matar a los maricones y a las putas de su columna en Bujaraloz, algo que descubriste era totalmente falso. Por supuesto que no lo hizo, esa es una calumnia sostenida tanto por falangistas como por comunistas.

Tenemos que hacer un akelarre allá, le llamaría Bujarraloz… Tú proclamas en tu libro: “A mí de la diabólica Segunda Guerra Mundial solo me interesa el pueblo, y más el pueblo que fue marginado por el propio pueblo, como los judíos, los gitanos, los homosexuales, los transexuales, las prostitutas, los anarquistas, los artistas, los enfermos, las personas mayores y los discapacitados”. Excepto los judíos, la gente que hoy sigue machacada. A mí el poder no me interesa, a mí los reyes, los marqueses, los intelectuales, la gente que tiene un nombre, la gente reconocida, no me interesa. El que es reconocido es porque de alguna manera se está prostituyendo al sistema, está ofreciendo algo que no es auténtico. A mí me interesa el pueblo, porque el pueblo, cuando no tiene nada, no tiene nada que conservar, no tiene nada por lo que ser hipócrita, sale de ahí su verdadera fuerza, su verdadera necesidad. Esto lo decía Dostoyevski en “Crimen y castigo”: yo ante quien ha sufrido, me arrodillo. No lo puedo decir a ciencia cierta, pero creo que el pueblo jamás ha tenido soberanía. A ver, yo en la Revolución Francesa veo más sombras que luces, la Ilustración fue una fantasmada tremenda. En la Revolución Francesa se utilizó al pueblo para hacerle la revolución a la burguesía. Los anarquistas no creían ni en las jerarquías, ni en los parlamentos, creían en las comunidades. Como decía Kropotkin, recibirás según tus necesidades. Tampoco vale lo de que la tierra es para quien la trabaja, ¡la tierra es para todos! Repito, todo lo que escapa a la voluntad de poder, lo que demuestra acciones reales de superación social, de amor por el pueblo, de soberanía del pueblo, acaba sofocado, con una vida muy corta: la Comuna de París, Allende, Durruti,… Y los socialismos que se han perpetuado en el tiempo, no son socialismos.

Aunque no esté de acuerdo del todo contigo en esto, o no quiera estarlo, tú sostienes que lo que celebramos como derechos adquiridos, feministas o LGTBI, son camelos del sistema para que creamos que avanzamos. Tal y como lo has dicho te lo voy a repetir, son camelos. Es como los niños pensando en lo que les van a traer los reyes magos y se lo creen todo. Creen que los reyes existen, y que van a entrar en su casa a traerles regalos, y tienen miedo de hacer ruido. Es la metáfora de lo que hacen con nosotros. Si no sabes que los reyes son papá y mamá, vas a vivir una fantasía, y una fantasía que no es buena.

Al calor de la llamada Ley Trans, de la autodeterminación de género y nuestras posibilidades de existir, ¿cómo te sientes? Lo que no es visible no existe, pero cuando aparecen tantos nombres, tantas identificaciones, esto me recuerda a lo que hacen los zoológos, a la clasificación zoológica. Y como decía Foucault, esa clasificación le interesa al sistema para poder controlar más. Hay que ser más suspicaz y pensar que en cualquier momento, eso tan bonito, donde queremos ver la solución a nuestras fatalidades, se puede convertir en una calabaza. Cuando me preguntan qué libro escribiré después, mi biografía no creo que vaya a ser, pero estoy estudiando que han habido cambios de sexo, no en el siglo XX, mucho antes.

Dicen que el emperador Heliogábalo ofreció parte de Roma al médico que le hiciera una vagina, allá por el siglo III… Yo no tengo pruebas científicas, pero por cronistas de la época sabemos que Nerón se casó con una transexual. Igual que Alejandro Magno en Babilonia. Yo creo que entonces ya se practicaban vaginoplastias. La Historia simplifica porque tiene miedo a decir la verdad, los conceptos mujer y hombre son tan falsos como el plástico. En esta fantasía que estamos viviendo ahora, nos están dejando salir, y que la gente como mínimo no nos tire piedras, porque hasta hace cuatro días nos tiraban piedras. Aunque ya veremos cuando salgamos así montadas a la calle los piropos que nos van a dedicar, y eso que ahora estamos como en el clímax del entendimiento. Pero al menos ya se empieza a aceptar que la heterosexualidad es totalmente cultural, algo tan arbitrario. No nacemos ni hombres ni mujeres, y por tanto, esa supuesta atracción del hombre hacia la mujer y de la mujer hacia el hombre es una falsedad, la heterosexualidad es una falsedad. Eso de que un hombre cuando ve a una mujer se excita y quiere ir al coito, eso es mentira, no es así. Igual que el amor romántico tampoco es natural. La realidad es muy variopinta y no puedes tapar el cielo con los dedos. Creo que cada ser en sí mismo es un sexo y es un género, tú tienes tu manera de interpretar la vida, y de interpretar la sexualidad, o la no sexualidad. Porque hay gente que no tiene apetito sexual.

Para terminar, una pregunta que podría parecer impertinente, de no estar hecha desde el amor político. ¿Qué hace una muñeca auto-producida como tú hablando de fatalismo filosófico? Yo cuando era pequeña, con plastilina, hacía una muñeca y jugaba con ella. Esta muñeca era actriz, era una estrella del cine mudo que había comenzado su carrera en los años veinte. Ella no envejecía. Y yo le preguntaba: tú que fuiste pionera en el cine, que hiciste tal película. Y ella me contaba que había hecho de Cleopatra… Yo toda mi vida tuve claro que quería ser esa muñeca. Yo me he redimido con mi infancia, yo he vuelto a mi infancia. Yo cuando era pequeña, cantaba agudísimo, y mi padre no lo soportaba. La vida me llevó por muchos derroteros, acabé siendo cantante de ópera, mezzosoprano, y qué cosas tiene la vida que ahora he recuperado ese registro que yo tenía cuando era pequeña. Estoy cantando otra vez con esas notas tan agudas y olvidándome de esa colocación que me enseñaron en el conservatorio. Yo de niña iba por la calle fantásticamente vestida con un miriñaque, con el pelo largo de Sissi emperatriz, pero era todo ficción. En realidad no había vestido, no había melena. Por eso sé que somos entes metafísicos. A mí Cenicienta me enloqueció, y yo sentía que llevaba su vestido por la calle. Para subir unas escaleras me lo recogía, y mi madre me decía: ¡pero qué coño haces!… Tú no te puedes imaginar con qué intensidad yo vivía todo esto, mi alter ego o mi mundo fantástico. Yo iba para clase y me decía, uy, no me he hecho las trenzas. Y me las hacáa, desde la raíz hasta las puntas, hasta me ponía la goma, claro. Era todo mímica, y a mí me hacía un ser tan feliz en medio de tanto rechazo y de tanta violencia. Era tan fuerte la capacidad que yo tenía de convertir lo asqueroso en bueno. Imagínate, a mí me llevaban al barbero, mi madre se ensañaba conmigo diciendo que me cortaran el pelo lo más corto posible, y yo transformaba esa situación, como si estuviera en la peluquería y fueran a cortarme las puntas. Y yo notaba, pese a la barbaridad que me habían hecho, que me habían cortado solo las puntas. Esa fantasía que yo viví, ahora la he hecho real. También puede ser una forma de género, o una forma de sexualidad, yo misma me erotizo. También puede ser narcisismo, no lo sé, no lo voy a analizar. Yo, gracias a vivir esa doble identidad, gracias a refugiarme en este mundo que no existe, he logrado superar situaciones muy tremendas, muy dramáticas. Eso no es no querer ver la realidad, porque yo sé que la realidad es una ficción creada por la voluntad de poder. ¿Qué es más real, mi realidad o la suya?, ¿por qué tiene que ser menos real la mía? Para mí mi realidad es superior a la que me imponen, por eso no creo en la edad ni en el género ni en tantos tópicos.



Regreso triunfal a Iruñea, 27 años después

Itziar Ziga

 

Manuela Trasobares regresa a Iruñea 27 años después de haber vivido aquí un momento de ovación, de merecida gloria y amor del público, seguido de un maltrato tan inmisericorde que a ella la hirió profundamente. En 1996, Manuela se presentó al Concurso Internacional de Canto Julián Gayarre. Recuerdo, por si hiciera falta, que es mezzosoprano, formada en el Conservatorio de Sofía, y que ha actuado en el Liceu de Barcelona, en La Scala de Milán, en el Palau de la Música de València… En la ópera solo cabe la excelencia. «Mi apasionada actuación fue un éxito a juzgar por los bravos aplausos del público, que me hizo salir dos veces a saludar, aunque luego las momias del jurado me descalificaron».

De regreso a Barcelona, dichosa por lo vivido, Manuela leyó en el tren la entrevista que le había hecho un periodista para un diario navarro. El titular de la entrevista rezaba: “Concursa una voz de castrato”. Aclaro que Manuela jamás se definió con semejante término, es doloroso tener que aclararlo. Toda la entrevista es una infamia.

Como periodista que soy, la trampa que le tendió él me parece la mayor de las canalladas. Ella se explayó generosamente, para eso estaba siendo entrevistada, y él jugó a la empatía y el respeto que se debe a toda entrevistada, para luego traicionarla y denigrarla, negro sobre blanco. Manuela podría no haber hablado desde su transexualidad, pero lo hizo: por mí y por todas mis compañeras.

Al llegar a Barcelona, rota, empezó a sangrar. Fue inmediatamente hospitalizada, el pronóstico era aterrador. Como tantas adversidades de su vida, Manuela también superó este trance, renacida. De la enfermedad y la muerte no nos libraremos, pero sí podemos señalar y reducir las violencias sistémicas, y en ello estamos. El odio normativo que animó a ese periodista a ultrajar hace 27 años a Manuela es el mismo que hoy blande cierto feminismo con el rocambolesco argumento de que las mujeres trans nos borran a todas las mujeres. Siempre la misma transfobia y la misma misoginia.

Eso sí, el regreso a Iruñea de Manuela fue amoroso y triunfal, y no solo en el Condestable, entre las nuestras reunidas por EHGAM Nafarroa para Maripensando. Por cierto, toda la jornada se petó: zorionak! Pasear por las calles abarrotadas de lo viejo en plena hora del vermú un soleado mediodía de sábado, las dos tan estratosféricas, ella del brazo de su encantador marido Carlos, recibiendo las amables sonrisas de la gente, fue una gesta imborrable. A menudo el mundo es un lugar fantástico.