Viajemos a Egipto, a la ciudad de Giza. Allí se encuentra el Gran Museo Egipcio, el museo arqueológico más grande del mundo. Como se puede observar en la imagen, el espacio acoge un compendio de materiales históricos ligados a la cultura egipcia. Y, siguiendo la senda que nos propone Ainhoa Resano con su proyecto «ELLAS», protagonistas del reportaje que publicamos en las siguientes páginas, queda patente la necesidad y la importancia de la conservación para alimentar ese almacén llamado memoria. Y es que, como dice la fotógrafa, hoy en día guardamos nuestras fotografías, nuestros recuerdos, en carpetas digitales dentro de nuestros ordenadores y dispositivos digitales. Paradójicamente, en esta era de la imagen y de los estímulos audiovisuales, lo tangible se ha convertido en algo efímero y el consumo habitual de cada persona sigue arrastrado por la misma corriente. Dicen los expertos que los jóvenes tienen cada día más dificultades para relacionarse físicamente entre ellos, ya que se han acostumbrado a vivir siempre delante de una pantalla. La tecnología avanza de manera ultra rápida, y cierto es que en muchas ocasiones sirve para facilitarnos la vida y hacer que esta sea más cómoda. Pero, si los recuerdos no son tangibles, ni tampoco guardamos nada físico para conservarlos, ¿quién se encargará de salvaguardar nuestra memoria?