«Emilia Pérez», la joya que dicen que es

El CNC francés -Centro Nacional de Cinematografía- por fin elige bien. El gigante del cine europeo lleva años “equivocándose” con sus representantes al Óscar, y sin ganar el premio desde 1992. Para que se hagan una idea, el año pasado escogió el temperamento de “El sabor de las cosas” por encima del garbo de ‘“Anatomía de una caída” y, para la edición anterior, los amargos de “Titane” antes que la vigencia de “El acontecimiento”, adaptando a la recién ganadora del Nobel. Esta vez, finalmente el CNC ha escogido una película autoral y popular a partes iguales, reconocible y memorable en una campaña especialmente apretada… Lo cual no significa que la película sea la perla inigualable que te contarán que es.
Sobre el papel, “Emilia Pérez” brilla. Desde la premisa es loca, destripada y sensible cual clásico de Almodóvar: un sangriento capo de la mafia mexicana, el ‘Manitas’, contrata a una abogada (Zoe Saldana, grande) para que lo ayude a encontrar un cirujano para su operación de reafirmación de género, que le permitirá empezar a vivir de nuevo, muy lejos, bajo el nombre de Emilia Pérez, la estupenda Karla Sofía Gascón. Atrás quedarán su esposa (Selena Gómez) y sus hijos… Pero el trámite será más complejo y drenante de lo prometido, porque ningún cambio físico, por perfecto que sea, nos aparta de la telaraña emocional de la familia y nuestros agravios pasados.
Si suena a culebrón es porque lo es, y se lo cree. El mercurial Jacques Audiard (sí, el septuagenario responsable de “Los hermanos Sisters”) se dispuso a cargar “Emilia Pérez” del calibre dramático de una ópera cuando decidió subordinar a la emoción todos los colores y formas del cine-espectáculo… Todo en esta película se apasiona hacia el drama mayúsculo y una historia memorable. Quizás por ello quedó segunda en la carrera por el Premio del Público en Toronto, por delante de la “Anora” de Sean Baker.
Y quizás porque todo su reparto vocifera las canciones con una energía desgarrada e inapelable, se hizo con una Palma compartida para todas sus actrices en Cannes. Claro que nos alegramos de que el discurso de Karla Sofía Gascón, que recogía el premio como la primera actriz trans en merecerlo, quede en los anales contra la transfobia: «¡A ver si cambiáis, cabrones!»... Ahora comparémosla con otra película grande, desaforada y galardonada en Cannes, la “Annette” de Leos Carax. Agujereada y achiclada, insoportable a ratos, era a la par un musical memorable, una garrapata en nuestro archivo pop. “Emilia Pérez” viste ropajes estéticos similares, pero… ¿En unos años, de veras tararearemos sus canciones? (Y ojo, que aquí no apunto a la grada, sino a la insustancialidad arrebatada de Audiard).
Pienso que no es lo mismo garabatear una perla que sostenerla en la mano. En fin, no me hagáis caso, poned la prescripción apasionada a prueba: que no os la cuenten.