Del primer al último piso

No por casualidad los ordenadores fueron diseñados a imagen de la mente humana. La mente cognitiva es muy capaz de secuenciar, de separar en compartimentos y funciones los distintos aspectos de la vida psicológica. Podemos pensarnos ‘por partes’, es decir, podemos percibir, reflexionar, sentir y observar una de nuestras facetas, alguno de nuestros roles, separado del resto en ese acto de pensarse. Por ejemplo, yo puedo pensar en mí como profesional, lo que me evoca ciertas reflexiones, acciones, sentimientos y creencias; pero también puedo pensarme como amigo, como ciudadano, o como actor de mis aficiones, y capturar una vivencia cognitiva diferente en cada uno de esos ‘escenarios’, por decirlo de algún modo.
Esos compartimentos pueden estar más o menos conectados entre sí, pueden compartir unos procesos o sentimientos, o pueden estar alejados entre sí, al punto de sentirnos ‘personas diferentes’.
Esos compartimentos están en el mismo nivel de la experiencia psicológica, como apartamentos en el mismo piso, con estructuras más similares en el plano, o diferentes entre sí; pero hay un nivel inferior que los sostiene a todos sobre sí, y ese es el cuerpo. Me pase lo que me pase a mí como profesional, mi cuerpo reacciona, pero es el mismo cuerpo el que pasa del puesto de trabajo a la pareja, por ejemplo, y, aunque en el nivel cognitivo esté separado, esos dos escenarios impactan en mi cuerpo. También es el mismo cuerpo el que experimenta las relaciones con amigos, o el que reacciona a mis preocupaciones como ciudadano. Todo lo que experimentamos ‘resuena’ en la estructura del cuerpo, de forma análoga a como vibraría ese edificio metafórico si en uno de esos apartamentos alguien se pone a taladrar.
En nuestro cuerpo lo notamos todo, todo impacta, algunas cosas para desgastar, otras para nutrir, porque es precisamente nuestro cuerpo el denominador común de nuestra experiencia. Nuestras experiencias recalan en él y de él toman la energía; como el hardware de un software muy sofisticado. Por esa razón a veces nos sorprende estar cansados, cansadas si, supuestamente, no hemos hecho un gran esfuerzo en una de esas facetas, en esa a la que estamos prestando atención en ese momento. Decimos cosas como «no entiendo por qué estoy tan cansada si hoy no he hecho nada», o «me pregunto por qué me ha sentado tan mal esto que me han dicho».
Y es que, por debajo de la consciencia del momento, está la experiencia sostenida. Y también por esa razón, cuidar de nuestro cuerpo en la alimentación, el descanso, el ejercicio, el disfrute en general, afecta a las diferentes facetas de la experiencia mental. Por eso podemos sentirnos más satisfechos, satisfechas, específicamente en nuestro trabajo, con nuestros amigos, parejas, o como ciudadanos, en esos ‘apartamentos’ que decíamos, cuando cuidamos del cuerpo, cuando el edificio ha encendido su ‘calefacción central’.

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