Imanol Carrillo
Kirol-erredaktorea / Redactor deportivo
2024, BADOAN URTEARI ERREPASOA

El Athletic sacó la Gabarra cuatro décadas después y la Real llegó a la final de Copa

(Aritz Loiola | FOKU)

«Impresionante. Una locura. Más de un San Mamés completo, quizá fueron dos. Miles de rojiblancos inundaron la capital andaluza con un desfile de camisetas. Después de 40 años, había muchas ganas de traer la Copa a casa. Se disfrutó mucho por las calles durante el día y también tocó sufrir en el campo. Un volcán de emociones». Así comenzaba la crónica de ambiente de la final de Copa entre Athletic y Mallorca, escrita desde Sevilla por el periodista de GARA Manex Altuna. Y el equipo rojiblanco lo logró: se trajo su 25ª Copa a casa tras el 1-1 del tiempo reglamentario y la prórroga. La final se decidió en la tanda de penaltis, donde Álex Berenguer pasó a la historia del club por materializar la pena máxima decisiva.

Esta vez el torneo del K.O. fue mucho más afable con la escuadra rojiblanca, que no hizo una buena primera parte, pero que se mereció el trofeo con su reacción en la segunda, además de llegar bastante más entera físicamente a la prórroga y proponer más futbolísticamente que el Mallorca, haciéndose acreedora por merecimiento del trofeo del torneo del K.O.

En Bilbo aún resuenan los ecos de las celebraciones en la Gabarra. Después de seis finales seguidas perdidas, la carga emocional era terrible. Libres ya de esa mochila, fue pura fiesta, una catarsis que acentúa la comunión entre un equipo campeón y una afición entregada. Fue, en definitiva, como describió Iker Bizkarguenaga, una explosión, quizá no del calibre del Big Bang, pues este originó el universo, pero ahí anduvo. Desde luego, provocó un estado de felicidad absoluta en el universo rojiblanco.

Aitor Karasatorre | FOKU

También llegó hasta la final de Copa la Real femenina. Por mucho que enfrente estuviese el todopoderoso Barcelona, la ilusión de las txuri-urdines fue máxima, como subrayó en su crónica Amaia U. Lasagabaster. Arropadas en Zaragoza por más de 6.000 aficionados que no dejaron de animar, las donostiarras cayeron 8-0 ante una máquina perfecta. Las catalanas entraron mejor al partido y jugaron con más intensidad, dos de los pocos, quizá únicos, apartados en los que se les puede al menos igualar. El resto fue historia, una historia que no debe empañar la buenísima temporada de las donostiarras.