Esperanza en el infierno

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que asumirá el cargo el próximo 20 de enero, ha amenazado con desatar «el infierno sobre Oriente Medio» si los prisioneros israelíes en la Franja de Gaza no son liberados de inmediato.
¿Cómo puede recibirse esta amenaza en Gaza? ¿Qué más pueden hacer Israel y Estados Unidos que no haya hecho ya contra la población palestina? ¿Qué puede dar Trump al Gobierno sionista que no haya dado Joe Biden con miles de millones en armas y con su apoyo inquebrantable?
Israel ha matado prácticamente al 10% de la población, con bombas o con el hambre y las enfermedades que provoca al cerrar la Franja a casi toda la ayuda, a la vez que lleva al extremo el apartheid de Cisjordania.
Matar a miles de niños, atacar hospitales, usar escudos humanos, quemar vivos a los desplazados, bombardear puntos de distribución de comida, destruir el 80% de las viviendas, vaciar zonas enteras del territorio... ¿Queda alguna aberración con la que pueda amenazar Trump?
Y, sin embargo, como en el infierno de Dante, parece que siempre queda un círculo más con el que aumentar el sufrimiento para la población palestina.
Durante estos 16 meses de horror, pero también desde antes del 7 de octubre, Palestina se ha visto abandonada. Por los Estados occidentales, aliados de Israel, que se niegan a hablar de genocidio y a cualquier mínima reacción ante crímenes evidentes; por la mayoría de Estados árabes e islámicos, cuyas palabras de denuncia hace tiempo que dejaron de acompañarse con hechos, y por las instituciones internacionales, incapaces de frenar a Israel y permitiendo que la impunidad israelí aseste otro golpe a la arquitectura de normas internacionales y humanitarias.
Abandonado y traicionado, el pueblo palestino no tiene más remedio que resistir para sobrevivir, pero la solidaridad con Palestina sigue también obligada a evitar que la impunidad no tenga respuesta y lleve, como en el infierno de Dante, a abandonar toda esperanza.
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