Javi Rivero
Cocinero
GASTROTEKA

Consejos para gozar y comportarse en la mesa

Las formas importan, también en la mesa, y el chef de 7K recuerda en este artículo la importancia de las buenas costumbres, el disfrutar en la mesa y de la comida, solos o en compañía, olvidándonos de los problemas y de las prisas. Y, por supuesto, dejando el teléfono móvil lejos de la vista.

(Fotografías: Getty)

Amigos, familia, ha arrancado con fuerza este año 2025. Ya se han acabado las felicitaciones eternas y las eternas felicitaciones, que no suponen más que la redundancia de lo redundante de felicitar el año ya un 12 de enero. Pasamos de la dejadez milimétrica a la que atañen esos “felicidades y esas cosas que se dicen”. Y decirlo, aunque sea así, supone decirlo.

No nos engañemos amigos y aceptemos que hasta el más “grinch” se sabe el famoso villancico entonado por Mariah Carey o en su defecto el de “Mi burrito sabanero” con la entonación que le da David Bisbal. Confieso, familia, que, puesto a elegir, la del burrito me hace más gracia.

Villancicos aparte, estamos viviendo un momento de cambio en los hábitos, tradiciones y costumbres que, por supuesto, también ha afectado a las navidades que acabamos de pasar. Los villancicos son un mero ejemplo. Pero, como os decía, estos cambios van más allá. Seguimos disfrutando de la compañía de familia, parejas y/o amigos y las cosas del comer alrededor de una mesa. De esto no hay duda, pero, así como antes el 100% de nuestros sentidos estaban puestos en la mesa y en lo que en esta ocurría, ahora, ejecutamos la acción del comer y compartir la mesa, con los que están en esta misma y los que lo están al otro lado de la pantalla (del móvil). Y esto, obviamente, de manera inevitable, hace que el disfrute a través del total de nuestros sentidos se vea limitado.

De hecho, una gran parte de las pequeñas cosas y los detalles que puedan marcar la diferencia entre una gran velada o una gran mesa y una cena o comida sin más, pasan de largo por estar más pendientes de lo que nos cuentan o lo que pasa en la otra punta del planeta. Y este es para mí uno de los retos más grandes que tenemos como sociedad y como pueblo. Propósito para 2025…

Este es un tema, por suerte, cada vez más latente entre las conversaciones de los colectivos más sensibles frente a este asunto, como por ejemplo las herri eskolak, ikastolas, institutos y universidades. Empiezan a asomar protocolos con los que sensibilizar y controlar la exposición a la distracción extrema que, entiendo, está empezando a afectar de manera considerable en el comportamiento y resultados de los que tienen que rendir y formarse. En esto, estamos todos de acuerdo. Pero, ¿y el cómo afecta al comer en edades tan importantes y sensibles? ¿por qué estando en el mismo barco en este caso, somos capaces de sentar a un menor de 12 años en una mesa, ponerle una pantalla, una serie, dibujos, cascos, o un juego con el móvil en la mesa? Y digo 12 años por poner una edad, que a más de un adulto le metía el móvil en una cazuela con agua hirviendo…

¿Somos realmente conscientes de lo que supone no dedicarle el 100% de nuestros sentidos a un plato o a la acción del comer? Obviamente no lo somos. Hace tiempo que me propuse no sacar el teléfono en la mesa, si no es por trabajo o por un motivo urgente y lo cierto es que hace que uno se dé cuenta de todo lo que nos estamos perdiendo por no prestar toda nuestra atención a la mesa.

Hace poco vi cómo, en un restaurante, una familia se metía entre pecho y espalda un pedazo menú degustación y el joven que estaba con ellos se pasó la comida jugando a un juego bélico para el que se puso unos cascos con micrófono. ¡Con micrófono! Se me hizo tan violenta la imagen (y lo que escuchaba) que me apetecía compartir esta experiencia con vosotros y que reflexionáramos todos juntos. Y, ¡ojo! Puede ser que haya cuestiones de otro tipo por las cuales esto tenga que ser así. En tal caso, no lo juzgo. Pero sinceramente, no parecía el caso.

Mi lectura es que esta familia tenía el capricho de estar en este restaurante, a toda costa, este día. Por supuesto, con todo su derecho de hacer lo que consideren, opino que no se tuvo en cuenta o a lo mejor tampoco le dan ellos la importancia que se merece al riesgo que supone para este joven banalizar de esta manera un menú degustación de este tipo (2 estrellas Michelin y 3 soles Repsol), ni tampoco el servicio, ni el trabajo realizado por todo un equipo que tiene el objetivo de dar de comer con sentido y en defensa de una soberanía alimentaria que se vio, en este caso, ignorada en su totalidad.

Mi siguiente pregunta es, ¿valoramos como se merece la alimentación como parte identitaria? Es decir, ¿sabemos de la importancia del comer y cómo afecta el cómo se realice esta acción, el dónde, en qué compañía y de qué manera a nuestra identidad y lo que somos?

Mi conclusión es que aquí nace una gran parte del sentimiento y comportamiento individualista que cada vez se “sufre” más. Y digo se sufre porque no se puede discutir la importancia que ha tenido juntarnos alrededor de una mesa en nuestro ser y en la manera en la que nos relacionamos. Amigos, cuadrilla, familia, el colectivo siempre ha estado ahí y siempre que se ha tenido que tomar una decisión importante, que nos afecte, se ha llevado a cabo en favor de la mayoría. Otra vez, alrededor de una mesa, porque sentarse alrededor de una mesa, hasta ahora, por lo menos, ha significado compartir.

Hoy en día, a la velocidad a la que vamos, sentarnos en la mesa con un desconocido y no saludarnos, ni siquiera a veces, preguntar o pedir permiso para sentarnos. Somos capaces de sentarnos en una mesa cualquiera, mirando la pantalla del móvil, con los cascos puestos y comer frente a Mick Jagger o Leo Messi y no darnos cuenta. Y esto ocurre, por limitar nuestros sentidos a la hora del comer. La importancia del contexto, de los sonidos, de lo que se escucha, de lo que se ve. Se ven los colores, las texturas, los gestos, las caras, las reacciones… y si esto lo limitamos a la pantalla de un móvil, una gran parte de la magia y la importancia que tienen las cosas del comer, se desvanecen por completo.

Seguro que ha habido comportamientos no ejemplares, también en esta parte de la historia de la que estamos orgullosos, pero como lo que importa es el ahora, os dejo sobre la mesa este tema, delicado, sensible y complicado que nos supone todo un reto como pueblo y como colectivo. Pero no os engañéis, que el reto también es individual. No os olvidéis de mirar a los ojos a quien os atienda, os cocine o de manera más genérica, os dé de comer y por supuesto, agradecer también con la mirada. Propósito para este 2025, 2026, 2027, 2028… On egin!