TERESA MOLERES
SORBURUA

Macizos en dos tonos

Las flores no son las únicas que adornan los macizos o arriates jardineros. Podemos realizar efectos vistosos con follaje de colores dorados y púrpuras que sobresalen de los setos cuadrados formados con plantas podadas de esos tonos.

Verde dorado, verde y oro, dos tonos que se armonizan muy bien por estar juntos en el círculo cromático de los colores. El amarillo puede ser desde pálido hasta naranja radiante. Con estos tonos se atenúan los verdes cercanos, formados por la mezcla de azul y amarillo. La combinación de estos colores es la apropiada para iluminar un pequeño jardín cerrado.

Escogeremos boneteros enanos “esmeralda dorado”, hierbas “aureovariagada”, madreselva arbustiva también dorada, sin olvidar el lúpulo “aureum”. Como indican sus nombres, son variedades amarillas. Y el toque floral lo darán euforbia, asfódelos y coreopsis, todas con flores de diferentes dorados.

Púrpura y gris. Otra composición es la formada con plantas de color púrpura suavizado con plantas grises o blancas. El púrpura alegra los ambientes donde hay fuertes claro-oscuros y consigue que los grises pierdan algo de su seriedad. Esta composición se realza con un seto de fondo.

Otra opción es plantas escogidas con tonalidades grises, artemisa, boj plateado, cerastium tomentoso, lamium, tomillo y verónica, combinadas con berberís enanos “atropurpurea” e ipomeas de follaje bronceado.

Ipomeas y lúpulos deben plantarse jóvenes para que, por su rápido crecimiento, no dominen el conjunto. A finales del verano les sacaremos esquejes para que, plantados en tiesto, pasen el invierno sin riesgo de helarse.

También están los setos cuadrados de boj o bonetero. Para facilitar su mantenimiento, a la hora de podar es conveniente clavar estacas de madera o de hierro en los ángulos que forman las esquinas. Así, en el momento del corte será suficiente con poner una cuerda entre las estacas para que la línea del borde sea perfecta. Se comienza a podar por la parte plana de arriba, seguir con los bordes y acabar por los lados.

Añadir en el hoyo de plantación un puñado de abono o compost y luego, durante el año que sigue a la plantación, regar con frecuencia para garantizar el enraizamiento.