Conny Beyreuther
IRUDITAN

A caballo regalado...

Trafalgar Square, Londres. Allí, el Imperio tenía planificadas cuatro estatuas, pero tras perpetuar a dos generales (responsables de más de una matanza en India y Pakistán) y a un rey (Jorge IV) junto con sus respectivos caballos en el año 1841, se quedaron sin presupuesto para rematar la cuarta columna. A lo largo de la última década, el vacío que no ocupó Guillermo IV se ha convertido en una plataforma de arte contemporáneo rotatorio/transitorio. La última propuesta (para 18 meses) la firma el artista Hans Haake, que sorprendió con su obra “Gift Horse”, caballo regalado, una osamenta de bronce que lleva un lazo que indica en LED las actuales cotizaciones de la Bolsa, una reflexión sobre la relación entre mercado, poder e historia. El crítico de arte Waldemar Januszczak dijo que la adjudicación de la comisión a Haacke era «como dejar a Trotsky suelto en el Palacio de Buckingham».

El artista alemán, de 78 años y residente en Nueva York, tiene un largo historial de trabajos deliberadamente provocativos, como la pieza para el Museo de Arte Moderno de NY en 1970 que atacaba a los donantes del museo por su apoyo a la guerra de Vietnam. O un trabajo sobre los “slum landlords” (propietarios de edificios normalmente en zonas depauperadas que no mantienen en condiciones habitables los pisos que alquilan) fue vetado del Guggenheim por ser «demasiado político».

Boris Johnson, alcalde de Londres, puso buena cara en la inauguración del caballo regalado dos meses antes de las elecciones. «Habrá quien diga que esta bestia innegablemente desnutrida... es un símbolo de la búsqueda excesiva de la austeridad y del enfoque dietético del canciller George Osborne a la vida. Pero yo digo: absolutamente no», señaló Johnson. Y dirigiéndose al artista, agregó: «Espero que comparta mi interpretación artística», provocando las risas del público. (Abramos un paréntesis para decir que, en realidad, a algunos del Partido Tory de Boris Johnson les gustaría ver una efigie de Margaret Thatcher, no sabemos si a caballo, sobre ese pedestal. Su antecesor, el laborista Ken Livingstone, trató, sin éxito, retirar las estatuas de los dos generales).

Haake quiere dejar abierta su obra a la interpretación e invita a sacar conclusiones propias, sin pautas del autor. Entre atlas y falange, este caballo deja mucho espacio para la reflexión...