ARTURO F. RODRIGUEZ
PANORAMIKA

Final

Empecemos por el final. Sabemos que comenzar con el final en mente significa iniciar algo con una clara comprensión del destino, con intenciones muy claras; pero una cosa es empezar por el final y otra es abordar el final como tema. Edgar Alan Poe dijo que «todas las obras de arte deben empezar por el final», pero no sabemos si la frase era la excusa para comenzar un escrito… o un cuento de terror.

La bilbaina SC Gallery cumple su séptimo aniversario con la presentación de “Final”, un proyecto comisariado por Jordi Pallarès sobre las cosas que terminan. Si bien la iniciativa SC tiene su principal referente en el street art, el presente proyecto se articula en base a intervenciones en el espacio público de Bilbo, propuestas que tienen una perspectiva más amplia y cuyo reto bien podría significar el principio de una nueva etapa, más que un final de ciclo. “Final” reúne obras del colectivo Democracia, Grip Face, Jon Irigoyen, Santiago Morilla, Sepa, Javier Siquier y SpY. Se trata de proyectos que nos hablan sobre la finitud de las cosas, pero sobre todo de nuestra propia resistencia e incapacidad emocional, social y política para procesar, evaluar y pasar página a aquello que termina y/o debe terminar. La galería es aquí una lanzadera hacia el espacio urbano y proyecta sus intenciones hacia un contexto sociopolítico de mayor calado que el mero ejercicio de pirueta plástica del denominado street art.

En “Des distances dans l’âme”, la exposición de Olivier Castel (París, 1982) para el ciclo “Less Poetry / Poesia Gutxiago” que tiene lugar en Artium de Gasteiz, no hay posibilidad de final. La propuesta, que puede verse hasta mayo, plantea un acercamiento a la palabra como si se tratase de un ente físico, configurador de pensamiento y de realidad. Se trata de un espacio en el que las frases se escriben solas, aparecen y desaparecen por medio de la luz, integrando nuestra visita en una narración de movimiento continuo. Junto a esta delicada instalación se propone un espacio de documentación con textos y materiales empleados por el artista, de tal manera que las personas que visiten la exposición puedan seleccionar las citas para incluirlas en el dispositivo de la proyección. No hay final posible para la narración porque a través de ejercicios como el que plantea Castel, podemos asistir en vivo y en directo a la descomposición de las meta-narrativas.

Tras su fallecimiento en 2008, las exposiciones de homenaje a Menchu Gal (Irun, 1919) no han dejado de sucederse. La Sala Fundación Caja Vital acoge hasta el 14 de mayo una retrospectiva de esta artista guipuzcoana en la que se pone de manifiesto la especificidad de su trayectoria, marcada por los conflictos bélicos y los cambios estéticos del siglo pasado. Menchu Gal estuvo presente en todas las citas artísticas importantes de las décadas de los 40, 50 y 60, pero nunca estuvo vinculada a un estilo pictórico concreto. Su proceder único y libre está presidido por un color íntimamente ligado al paisaje, de sur a norte, de Castilla al Bidasoa; pero también al retrato y a las escenas de interior, en las que el recogimiento es capaz de mantener el tiempo en suspenso, un tiempo para el que no queremos nunca un final.