GOTZON URIBE
MUSICA

Matthew E. White

Posiblemente nos encontremos ante uno de los discos más destacados de 2015. “Fresh Blood” es el nuevo álbum de Matthew E. White, un artista al que ya seguíamos de cerca y que con este álbum obtendrá la merecida popularidad. Una colección de canciones brillantes cargadas de soul interpretadas de una manera magistral.

Su nuevo disco es un trabajo líricamente deliberado, con canciones que hablan sobre el abuso sexual en la iglesia –“Holy Moly”–, sobre la difunta madre de un amigo –“Circle’Round The Sun”– o del actor Philip Seymour Hoffman –“Tranquility”–, entre otras cosas. Es un álbum que está sustentado en el concepto del amor y salpicado de canciones sobre la lujuria. Es música repleta de arreglos corales respaldados por una rítmica sincronizada que canaliza las ideas que brotan de su cabeza de manera solemne. Encontramos soul, elegantes pianos, una voz cuidada y una atmósfera sureña que recorre el disco. Viejo blues, pop de cámara, country-rock y psicodelia.

El disco debut de White se publicó en 2013 bajo el nombre de “Big Inner” y parecía abrir una nueva etapa dentro de su composición, en la que la importancia de la producción era crucial. Era un trabajo que nos dejaba entrever lo que vendría después; canciones que nos transportan a una época donde las composiciones eran majestuosas, llenas de texturas que incitaban al oyente a explorarlas una y otra vez. Aquel disco le sirvió para situar su música ante un publico deseoso de ver la evolución de este genio de la escena independiente.

La ironía de Matthew E. White reside en que nunca tuvo la intención de convertirse en un artista comercial. No fue hasta que comenzó a trabajar en su aclamado primer álbum cuando probó suerte con la composición de canciones. Fue un trabajo concebido principalmente como tarjeta de presentación para promover la actividad y la filosofía que tenían en Spacebomb, su cuartel general y estudio de grabación situado en Richmond, Virginia.

La producción, la grandilocuencia de los temas y la búsqueda de la perfecta canción pop están en su cabeza. Las orquestaciones y el planteamiento melódico hacen que White se mire al mismo espejo que Burt Bacharach. El reputado compositor es una de las referencias que marcan este trabajo. Los arreglos de cuerda y viento reflejan ese arraigo hacia las grandes composiciones pop de los sesenta y setenta. White los viste de hermosas capas de soul, convirtiendo su voz en el elemento diferenciador en todo el disco.

Bam Spacey

Este disco es un viaje emocional a tierras nórdicas de la mano de Magnus Johansson, el hombre que desde 2007 se encuentra detrás de Bam Spacey. Desde el estudio instalado en su apartamento de Malmö, dispara al mundo su amor por la música electrónica. Bam Spacey es un medio con el que explora en muchos tipos de música, como microhouse, ambient dub o el minimal techno. “1998” es un trabajo hedonista, cargado de ambientes embriagadores, silencios, espacios y ritmos a baja fidelidad creando texturas que, a modo de banda sonora, perfilan la inquietud de un artista capaz de crear escenarios ficticios a través de su música. Electrónica minimalista vestida de pequeñas piezas pop, ambient y sintetizadores. Al igual que otros compositores nórdicos, lo que encontramos aquí se ha convertido en una seña de identidad y en una corriente musical que cada vez tiene más adeptos.