IGOR FERNÁNDEZ
PSICOLOGÍA

No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana

Habías quedado en enviarme la dirección hace dos días, ¿me la puedes enviar, por favor? Me hace falta. –¡Claro! Es que no me funcionaba el email. –Eso me dijiste hace dos días. –Mañana te lo envío sin falta, de verdad»... Y así pasaron varias semanas.

‏Dejar las cosas para luego o, en una traducción directa del inglés, procastinar, es algo de lo que adolecemos todos en un momento determinado. Algunas personas, con más asiduidad que otras, dejan pasar el tiempo al enfrentarse a ciertas tareas, dilatan tomar decisiones o, directamente, no consiguen actuar una vez tomadas estas. ¿Cuál es la razón para no hacer algo que sabemos que nos conviene hacer cuanto antes? ¿Por qué prolongamos indefinidamente atajar un asunto cotidiano que resolveríamos en veinte minutos de dedicación? ¿Por qué preferimos flagelarnos por la inacción en lugar de actuar y punto? A pesar de que a veces lo entendemos como una falta de voluntad, o una debilidad de la determinación, Timothy Pychyl, profesor de Psicología en la Universidad de Carleton, Otawa, plantea que esta estrategia de afrontamiento tiene en el centro la emoción. ¿Qué me desmotiva de esta tarea? Lo que es diferente si esa tarea está en su momento inicial, si ya la hemos iniciado o si estamos en los estadios finales. En el fondo, dejar la tarea para un mañana que no llega puede esconder tras de sí que esa actividad carece realmente de interés para nosotros (¡aunque desearíamos que nos interesara!), que tenemos que actuar en un contexto que no predecimos y del que no tenemos datos, o el miedo a tomar una decisión desacertada en un momento dado. Ese miedo a que algo negativo suceda si actuamos suele ser una de las motivaciones de la inacción, valga la contradicción. Otro de los posibles motivos de este comportamiento es el perfeccionismo, que no implica necesariamente tratar de hacer las cosas perfectamente (lo cual sería hacer algo), sino fantasear, darle vueltas, vamos a hacerlo perfecto. Y como sabemos, esta obsesión a menudo sustituye a la acción, aunque sea mediocre. Como se suele decir, lo excelente es enemigo de lo bueno.

La cuestión es que, al dejar las cosas para mañana, es como si se las dejáramos al yo del futuro, como si se fuera a encargar otra persona que no somos nosotros mismos, razón por la cual genera cierto alivio pensar: «Bueno, mañana lo hago sin falta». Sin embargo, la búsqueda de la motivación es el punto clave a la hora de dar un paso más y terminar el día con una sensación de consecución de los objetivos que nos hemos puesto. Hay quien usa listas de tareas por hacer, lo que termina por ser desmotivante si solo nos fijamos en las que están pendientes. Por esa razón, en tareas complejas, es igual de importante dedicar un tiempo a reconocer lo conseguido, no perder de vista el camino recorrido hasta el momento, aunque aún queden pasos por dar. Es más, dedicarle un tiempo a reflexionar sobre el valor de lo conseguido tiene un efecto positivo a la hora de plantearse el día de mañana. También merece la pena darle una vuelta a lo que consideramos importante conseguir, ya que no todas las tareas tienen la misma relevancia. ¿Qué merece realmente la pena hacer mañana? Si bien es cierto que dejar las cosas para el día siguiente suele tener consecuencias, principalmente por acumulación, también es cierto que es ahora, y no mañana, ni ayer, cuando tenemos la oportunidad de simplemente dar un paso más hacia la consecución de lo que realmente es importante para nosotros. La productividad porque sí no deja de ser improductiva si no tiene sentido personal. Y al final, después de pensarlo, como decía Yoda, el mentor del protagonista de “La Guerra de las Galaxias”, «hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes»