TERESA MOLERES
SORBURUA

Palmera ornamental

Las palmeras nos gustan porque son elegantes y aportan un toque exótico a nuestra sala. Sin embargo, necesitan espacio para que desplieguen sus palmas con comodidad, a excepción de la Chamaedorea elegans, que no pasa de 80 cm de altura.

Los ejemplares cultivados en tiesto suelen ser muy jóvenes y carecen del aspecto imponente que tienen las palmeras adultas de los Trópicos. De lento crecimiento, permanecerán durante mucho tiempo con su altura juvenil y viviendo en tiesto, nunca pasarán de los dos metros, aunque su silueta más o menos extendida sí ocupará bastante sitio.

Las palmeras necesitan claridad, pero no sol directo, excepto la kentia. Incluso necesitarán un visillo si están colocadas tras una ventana de cristal orientada al sur. La Phoenix roebelenii en su versión enana tiene 1,50 m y prefiere estar situada al este u oeste, y a las chamaedoreas les gusta el norte.

Una vez situadas a su gusto, no necesitan mucho cuidados. Cambiar de tiesto o contenedor cada dos o tres años, con una mezcla de dos tercios de tierra con un tercio de tierra de rosal. Riego cuando la tierra aparece seca en la superficie. Agradecen las pulverizaciones de agua a temperatura ambiente, casi a diario. Para eliminar el polvo y mantener alejados los ácaros, es conveniente ducharlas regularmente. En verano, abonar cada quince días.

Las palmeras en cautiverio, o sea en tiesto, nunca darán ni flores ni frutos, aunque se apelliden datileras. La excepción a la regla es la chamaedorea, que produce muy pronto racimos de frutos amarillos perfumados.

Otras palmeras interesantes para dar un toque refinado y algo decadente a nuestra sala son la kentia, Howeia forsteriana, bella y fácil de mantener, que nos perdonará nuestros olvidos y acepta cualquier exposición. Otra palmera, la areca, tiene unas palmas largas y recortadas, y no le gusta tener seco el sustrato. En tiesto, las dos pueden pasar de los dos metros.

Las palmas en abanico de la Livistonia nunca se despliegan totalmente. Su pariente L. chinensis inclina sus palmas hacia el suelo. Las dos pueden alcanzar dos metros de alto y ancho. Su debilidad son las barandas con temperaturas húmedas.

También están la original palmera Caryota mitis, con hojas que parecen colas de pescado, y Rhapis excelsa, más parecida a un bambú de palmas pequeñas, de unos 30 cm, barnizadas y muy densas. Las dos en tiesto pueden alcanzar los dos metros.