2015 API. 08 CRÍTICA «La historia de Marie Heurtin» La primera sordiciega objeto de un método educacional Mikel INSAUSTI Después de su comedia romántica “Timidos anónimos”, Jean-Pierre Améris cambia de registro para hacer un drama histórico sobre la primera sordiciega tratada con un método educacional de la cual se tienen datos. Como quiera que Marie Heurtin vivió a finales del siglo XIX, y por lo tanto es anterior a la más conocida Helen Keller, Améris quiere darle al caso un tratamiento completamente diferente al que Arthur Penn exhibió en 1962 con “El milagro de Anna Sullivan”, dada la procedencia teatral de aquella película, basada en la obra original de William Gibson. Sin embargo, sobre todo en las situaciones violentas que se producen entre la maestra y su alumna privada de los sentidos del oído y de la vista, la inevitable tensa relación representada por Isabelle Carré y la actriz sorda Ariana Rivoire no dista tanto de la que en su día hicieron Anne Bancroft como Anna Sullivan y Patty Duke como la citada Helen Keller. Es en lo ambiental donde Améris busca un mayor naturalismo, lo que acerca más su película a “El pequeño salvaje” (1.970), de François Truffaut, y “El enigma de Kaspar Hauser” (1974), de Werner Herzog. La semejanza viene dada por el hecho de que los sordiciegos en aquella época no recibían ningún tipo de educación, y eran abondonados a su suerte, cuando no tomados por criaturas asilvestradas. El padre de Marie Heurtin es un campesino que no puede costear un internado para su hija, y que solo con cariño no va a sacarla de su aislamiento. Desesperado, y antes de verla recluida en un manicomio, encuentra ayuda en la monja de un colegio religioso en el que sólo manejan el lenguaje de signos para sordos. La hermana Marguerite desarrollará ese método, incorporando al mismo el sentido del tacto, hasta conseguir un sistema práctico que ha prevalecido hasta nuestros días. Todo ello es contemplado desde una óptica sentimental, mediante una melodramatización simplista con emociones muy básicas.