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Van Morrison recurre a los duetos para volver a ser notable actualidad

El 31 de agosto Van Morrison cumplirá 70 años y discográficamente lo celebra con el recurrente apoyo de un disco de duetos, fórmula cansina que en la mayoría de las ocasiones se utiliza para relanzar carreras acabadas, recuperar valores olvidados o dar tregua a la escasa capacidad de creación. En el caso de «Duets: re-working the catalogue» se intuye que suma los tres supuestos, aunque con la particularidad de que sale airoso de esta resabiada prueba.


En un anuncio radiofónico al respecto del nuevo disco de Van Morrison –parece que las multinacionales aún se gastan algo de dinero en promoción–, comenta el locutor que son duetos de grandes canciones de Van Morrison. No miente, pero, como casi siempre, la publicidad juega con las palabras, en el mejor de los casos. En realidad, lo que no puede decir la publicidad es que son grandes éxitos revisados a dúo, porque Morrison ha seleccionado un repertorio de canciones que no destacaron por su expansión. ¿Grandes canciones? Esa cuestión es subjetiva frente a canciones que no fallan en su repertorio o que han sido millonarias en ventas y audiciones. En cualquier caso, una selección sugerente.

Morrison ha elegido, dieciséis canciones «escondidas» entre parte de su amplia discografía y no ha querido saber nada de su etapa jipi, la de los dos discos que le colocaron en el camino de los más grandes: “Astral weeks” (1968) y “Moondance” (1970), dos álbumes quizá ajenos al concepto de estos duetos y que quizá podrían quedar maltratados si se les emborrona su peculiar entorno musical. También podría pensar el irlandés que está hasta el moño de que esos dos discos sean implacable referencia de su discografía. En cualquier caso, mejor que ambos títulos queden impolutos de fórmula dueto.

Por una u otra razón los músicos que intervienen, o al menos la mayoría, no huelen a trabajo ladino de productor. Son vocalistas que se sabe que han tenido relación con Morrison (uno de los casos más claros puede ser el de George Fame, posiblemente desconocido para una mayoría, pero amigo y parte de la banda de Morrison en bastantes giras) que ha admirado o que son paisanos, caso de Mark Knopfler, quizá el único músico que no se corresponde con el perfil del resto, más próximos al ritmo y blues, el soul o el jazz.

Dieciséis artistas

Bastantes más si se incluye a los músicos que interpretan cada revisión, pero estrictamente ese es el número de invitados para compartir micrófono con el exigente y metódico Morrison. No se conoce si las grabaciones se han realizado al unísono o por «carta», pero, salvo excepción, cabe imaginar que muy pocos habrían querido tenerle delante.

En general, Morrison recurre a arreglos orquestales, puntuales vientos, piano y propuestas cercanas al jazz, el soul, el ritmo y blues y tonos que no tienen otra identidad que la propia de George Ivan “Van” Morrison. Las reinterpretaciones también se ajustan, en parte, a las características de cada invitado, lo que contribuye a la variedad estilística, dentro de cierta rigidez, quizá marcada por el imperturbable, y atractivo, tono vocal de Morrison.

El disco se abre con “Some peace of mind”, donde cuenta con la ayuda de Bobby Womack, músico estadounidense fallecido en junio del año pasado a la edad de 70 años. Womack no muestra una voz extraordinaria, pero va sobrado de estilo, historia y notables arreglos. Le sigue Mavis Staples, una voz de 75 años que destaca entre los nombres del soul, el gospel y el ritmo y blues. Su voz cascada y la puesta en escena convierten al corte en un emotivo momento.

A George Benson, 72 años, se le tiene por un excelente guitarrista, no cabe otra opción, pero también por un solista un poco soseras por ese estilo entre el jazz y la fusión, que aporta buenos fraseados académicos, técnica y poco “swing”. Casualidad o no “Higher than the world” es uno de los temas que menos entusiasma, a excepción de su final.

Joss Stone, 27 años, es una de las escasas intervenciones de carrera temprana. Gran voz de corte soul para un “Wild honey” de regular potencia. P.J. Proby, 76 años, es un músico de orientación musical easy listening, y por ahí gira la pieza, justita de entusiasmo, pero cargada de estilo. Clare Teal, 41 años, es una de las mejores voces del jazz británico. Cuerda y piano cargan con la parte instrumental para una canción que funciona muy bien.

El estadounidense Gregory Porter, 43 años, es un buen vocalista de jazz, blues y soul. Es de los que menos historial posee y, casualidad o no, tampoco va a hacer historia por su participación. Mick Hucknall, 54 años, es el pelirrojo que ruló con Simple Reed hace ya unos cuantos años. “Streets of Arkolow” es de lo mejor del disco, aunque también por composición, sedosa, ambiental, punto folk. Natalie Cool, 65 años, hija del prematuramente desaparecido Nat King Cole, se mueve entre el ritmo y blues y el jazz. “These are the days” se queda en terreno de Morrison, valorable.

Para su amigo George Fame, 72 años, Morrison debía presentar algo especial y como tal suena “Get on with the show”, lo más pop del disco. Pura luminosidad que mira a la primeriza llegada de la música moderna.

Pensar en Steve Windows (Traffic), 66 años, debe de ser también una cuestión de amistad e inicios similares. Lo mismo ocurre con Chris Farlowe (Colosseum, Greenslade...), 74 años, uno de los cantantes más dotados de Inglaterra. Es posible que sea otra cita obligada sentimentalmente. Su voz rasga ya veterana, pero “Born to sing” suena a clásico.

Morrison ha piropeado el dueto compartido con Michael Bublé. “Real real gone”, suena contagiosa, feliz. Sobrada vocalmente. Taj Mahal, 72 años, es un histórico de sombría carrera. Guitarrista y vocal transita justito por un corte bluesero donde tira de estilo con las seis cuerdas.

Sahna Morrison es su hija, 44 años. Suele cantar con él en directo. Country y folk, excelente.

Carácter y piratas de Van Morrison en Euskal Herria

Morrison afirmaba recientemente que su fama de persona uraña y antipática era una invención de los periodistas y que lo que ocurría es que estos eran unos «perezosos», dicho para arreglar las cosas. El músico Jackie Leven se encontraba en un costado del escenario siguiendo el concierto de Morrison. Este para el show y le dice a uno de los técnicos que le pregunte a Leven si le está mirando fijamente. Leven le dice al mensajero que no. «Le miro, pero no fijamente». Tras comunicarle la respuesta a Van, este le muestra el dedo pulgar hacia arriba a Leven y continua el concierto. Miles de seguidores han asistido a los diferentes conciertos de Morrison en Euskal Herria, prolijos, y donde no siempre ha saludado o se ha despedido. De su paso por EH existen ocho piratas. El primero de ellos data de 1999, ofrecido en el Kursaal donostiarra.P.C.