2015 MAI. 16 DEBAGOIENA, EH BILDU ANTE LA TRAMPA DEL FEUDO La comarca más occidental de Gipuzkoa, con Gasteiz como capital a efectos prácticos y el euskalki de Bizkaia como lengua, es una referencia histórica de la izquierda abertzale y del crecimiento económico. Pero ello también encierra cierto riesgo para EH Bildu. Mikel ZUBIMENDI Debagoiena es muchas cosas. Allí nacieron personas relevantes en la historia de ETA como Txomin Iturbe o Juan Joxe Etxabe, que nacieron en Arrasate, y fundadores y líderes históricos de HB como Telesforo Monzón y Jose Luis Elkoro, en Bergara. Considerada como la cuna del cooperativismo vasco, con una red de centros educativos y redes del conocimiento que se dan en muy pocos pueblos –casi todos tienen su universidad: ETEO en Oñati, Ingeniería en Arrasate, Humanidades en Eskoriatza y la UNED en Bergara– es además un eje de comunicación y transporte donde se entrelazan la AP1, el corredor Durango-Beasain o el nudo del TAV, en una comunidad euskaldun y culturalmente dinámica... Todo ello hace que muchos factores, y de mucha trascendencia, se crucen en Debagoiena. Sin embargo, estos últimos años Debagoiena ha sufrido golpes económicos –y psicológicos– importantes. El más conocido, sin duda, la caída de Fagor, que unida a la de otras empresas emblemáticas como Candy ha hecho saltar las alarmas. No obstante, llama la atención que el pueblo con menor tasa de paro (%8,5) del Estado sea Oñati, según “El Mundo” «un paraíso para vivir», o que, a pesar de todo, Arrasate haya sido considerado como el pueblo que mejor ha afrontado la crisis. Con todo, no es tiempo de complacencias, ni de nostalgias, ni de vivir de las rentas. En lo económico y lo social, Debagoiena necesita un nuevo impulso. Y en lo político, también. Actualmente EH Bildu gobierna en Aretxabaleta, Eskoriatza, Arrasate, Oñati, Bergara y Antzuola –Elgeta y Leintz-Gatzaga están gobernados respectivamente por Aralar y una candidatura popular–, su dominio en voto y representación es aplastante y precisamente de ahí puede venir el mayor peligro para EH Bildu. El peligro de la mentalidad de feudo, de acomodarse en una mayoría aplastante que dobla a todos los demás juntos, en pensar que en política la confianza se da y se queda en propiedad. Un hecho del que son conscientes en la coalición. Pueblo a pueblo El PNV ha liderado una oposición dura, y por momentos sucia, utilizando las bolsas de basura como medio de desgaste y enrarecimiento del ambiente general, llegando incluso a comparar a alcaldes de Bildu con Franco. Su posicionamiento es nítido: «Somos el referente anti-Bildu», la única y última esperanza ante su «rodillo». Conscientes de que las expectativas del PSE parecen escasas (en su plaza «más fuerte», Arrasate, no pasa por sus mejores momentos), de que el PP es residual y de que las candidaturas de Ganemos y Podemos no apuntan a grandes sorpresas, ha jugado sus cartas a un cuerpo a cuerpo con los abertzales de izquierda, esperando que quizá la aritmética post-electoral les permita arrebatar, en un «todos contra el ganador», alguna alcaldía. Puede ocurrir. Difícilmente logrará EH Bildu repetir los números estratosféricos –rebasando ampliamente la mayoría absoluta en muchos casos– de 2011. Aunque tampoco es imposible. En pueblos como Oñati o Antzuola la gestión ha sido positiva, la conexión con la gente está engrasada y las espectativas son muy altas. Con un buen equipo, no solo se conforman con refrendar lo hecho sino que aspiran a mejor sus números. En Arrasate y Bergara, y a otro nivel en Aretxabaleta y Eskoriatza también, aunque la oposición haya sido en algunos casos descarnada y existan aspectos de la gestión que obligan a la autocrítica, los equipos que presenta EH Bildu son muy solventes y la campaña muestra buen tono. Será una pugna dura y más cerrada pero, lejos de toda complacencia, reina un optimismo contagioso. Resulta llamativo el caso de Elgeta. Retirado de la liza el alcalde de Aralar, EH Bildu se presenta con sabia joven frente a una candidatura autoproclamada «apolítica» pero que engloba en su seno a significativos dirigentes de Adegi, exalcaldes del PNV de Antzuola y, como pegamento, un afán «anti-Bildu» que demuestra un nerviosismo bastante patente. Así, el mayor enemigo de EH Bildu en Debagoiena puede ser su propia comodidad, pero también hay motivos fundados para el optimismo. Para ello deberá volver a los orígenes de la Unidad Popular, redoblando el trabajo por la comunidad y on el objetivo de seguir haciendo de Debagoiena una comarca industrialmente pujante, con redes educativas y del conocimiento que aporten innovación y nuevos horizontes, euskaldun y abierta al mundo, solidaria y socialmente avanzada.