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Lakua rebaja la corrupción política a práctica universal y patología social

Josu Erkoreka, portavoz de Lakua, abrió ayer el curso de verano de la UPV sobre corrupción política con afirmaciones como «se da en los cinco continentes» e «indistintamente en gobiernos de derechas, de izquierdas y de centro». No hizo referencias a Euskal Herria, pero sí cargó contra «quienes creen que la corrupción es un arma arrojadiza a utilizar contra el contendiente político y no como un mal colectivo que todos hemos de contribuir a eliminar».


‘‘La lucha contra la corrupción política: herramientas del Estado y de la ciudadanía’’ es el título del curso de verano de la UPV que se celebra desde ayer en el Palacio Miramar donostiarra. Participan diferentes expertos, pero de la introducción se encargó Josu Erkoreka, consejero de Justicia y portavoz de Lakua, con un discurso que no dejó indiferente a nadie.

Así, Erkoreka situó esta práctica como «una realidad universal» que se produce «en los cinco continentes». La ligó a todo tipo de sistemas políticos y añadió que se da «indistintamente en gobiernos de derechas, de izquierdas y de centro». En este punto aludió a «las recientes experiencias de Brasil y de Chile» bajo las presidencias de Dilma Rousseff y Michelle Bachelet, para considerar acreditado «una vez más» que esta lacra no falta ni en aquellos ejecutivos que hacen gala de abanderar «la regeneración política».

Sin hacer referencia a Euskal Herria en ningún momento (sí al conjunto del Estado español), Erkoreka extendió la responsabilidad al conjunto de la sociedad. En su opinión, este fenómeno debe ser contrarrestado «con el compromiso colectivo y la acción decidida y concertada de todos los actores relevantes en la materia», entre los que citó legisladores, responsables políticos, gestores públicos, jueces, medios de comunicación y sociedad civil. Insistió en otro punto del discurso en que erradicar esto «concierne, y no poco, a la ciudadanía», en la medida en que «puede ser más o menos condescendiente» con la corrupción política.

Critica la denuncia política

Después de insistir en ubicar esta práctica como «un mal colectivo», Erkoreka sí fue bastante más contundente con la denuncia política de estos casos. «Se equivocan radicalmente quienes creen que la corrupción es un arma arrojadiza a utilizar contra el contendiente político», dijo el consejero de Justicia, que afirmó preferir que se asuma como una perversión generalizada «que todos hemos de contribuir a eliminar con la máxima implicación y honestidad». Le otorgó carácter de «patología social».

El discurso coincidió, por tanto, con la estrategia seguida por el PNV en la pasada campaña electoral, en la que situó las denuncias de corrupción contra dirigentes de su partido como un intento de «enmarañar la política». Erkoreka quizás haya visto validado este discurso con las victorias en Gipuzkoa y Donostia de Markel Olano y Eneko Goia, que habían sido reprobados por las Juntas Generales como responsables políticos de los escándalos de Bidegi que se instruyen en los tribunales.

Erkoreka también abogó por aquilatar muy bien qué se entiende por «corrupción».

 

El instrumento para alcanzar lo imposible contra el que la democracia no es un antídoto infalible

El curso en sí comenzó con la ponencia del argentino Jorge Francisco Malem, profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En su caso explicó qué es la corrupción en general sin centrarse especialmente en la política, y poniendo ejemplos muy claros. Para empezar, la definió como «un instrumento universal que permite alcanzar determinados objetivos que de otra manera no se conseguirían». Sin embargo, comentó que hay ciertos ámbitos más favorables. «Y la democracia no es un antídoto –aseguró–; de hecho, con Stalin no había corrupción, pero en las democracias europeas actuales, sí».

En cuanto al término, argumentó que tendemos a unirlo con la podredumbre, con lo apestoso. Pero, ¿cómo puede ser «vil y repugnante» un instrumento? «Lo que es vil y repugnante no es la corrupción, sino para qué la utilizamos», explicó para poner después el siguiente ejemplo: «Hubo personas que sobornaban a los nazis para que no mataran a los judíos, y a nadie se le ocurriría pensar que esa actuación es vil y repugnante».

El experto realizó una separación entre el soborno y la extorsión. El soborno ocurre cuando una persona paga a otra para conseguir un mejor trato; en este caso, ambos son beneficiarios y culpables. La extorsión se produce cuando una persona pide dinero a otra y si no paga se le ofrece un trato peor; en este caso, una persona es culpable, y la otra, víctima. «La línea entre ambas es difícil de definir, y por eso muchos casos de soborno se escudan en la extorsión», afirmó.

En cuanto a las soluciones posibles, Malem desgranó cuatro situaciones: 1) cuando la elite política y la ciudadanía quieren terminar con la corrupción, se compone una situación ideal en la que existen casos puntuales y no están institucionalizados (por ejemplo, en los países nórdicos); 2) cuando la elite no quiere acabar con la corrupción pero la ciudadanía sí y se une en un movimiento social que puede llegar a las urnas (entiende que es el caso del Estado español); 3) cuando la elite sí quiere terminar con la corrupción pero la ciudadanía no, en cuyo caso hacen falta medidas restrictivas obligatorias (Hong Kong); y 4) cuando ninguno de los dos quiere acabar con la corrupción, con lo que esta adquiere carácter común en todos los estadios sociales (Argentina o Paraguay).

Según el profesor, la mejor manera de combatir estas prácticas es el «terror iuris», es decir, que la Justicia sea efectiva para que no haya impunidad y surja el miedo. Explicó que mucha gente «de éxito» ha llegado hasta donde está utilizando la corrupción, pero les da igual, puesto que quieren ese objetivo y pueden hacerlo.

Si la Justicia no actúa como debe, los ciudadanos «se sienten desamparados y buscan solucionar sus problemas como lo hacen los que tienen éxito», continuó el profesor. Un ejemplo de esto último sería México: «Pasas un semáforo en rojo y te para la Policía. En un momento de la conversación alguien dirá la frase mágica: ‘¿Cómo podemos solucionar esto?’». Nagore BELASTEGI

 

El PNV propone al exdiputado general Bilbao para el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas

José Luis Bilbao, diputado general de Bizkaia durante los últimos doce años, ha sido propuesto por el PNV como nuevo vocal del Tribunal Vasco de Cuentas Públicas junto a Begoña Marijuán y Eusebio Melero, que repetirían. Bilbao ocuparía la plaza del exalcalde de la capital vizcaina José María Gorordo

La designación es particularmente llamativa dado que Bilbao salió del cargo señalado por amparar presuntamente irregularidades fiscales. Fue a raíz de su famoso discurso de despedida en las Juntas Generales, en setiembre del pasado año, cuando hizo alusión a que por su cargo había visto «fajos de billetes» pero se jactó de que estas personas podían «estar tranquilas» porque «no voy a escribir mis memorias». La intervención resultó tan polémica que el fiscal superior de la CAV, Juan Calparsoro, abrió una investigación que no llevó a ningún resultado práctico.

El acuerdo PNV-PSE hace muy probable que el TVCP acabe constituido, el día 25, por tres vocales del PNV, dos del PSE, uno del PP y solo uno de EH Bildu.

La coalición soberanista de izquierdas presenta a José Manuel Altolagirre y Xabier Txokarro, ambos exmiembros del Consejo de Administración de Kutxa entre otras ocupaciones profesionales. Y reivindica que el TVCP «debe dejar de ser un instrumento para el pago de favores mutuos entre partidos, sobre todo teniendo en cuenta que su labor consiste en fiscalizar las cuentas públicas y, en consecuencia, es fundamental para garantizar su objetividad y neutralidad política».