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DESDE LAS GAteras del callejón

Solano no es traidor, es avisador


Ha vuelto a hacer de Pepito Grillo. Javier Solano, tras un cuarto de siglo narrando carreras en televisión, no solo es la voz de la ciencia del encierro; es también su conciencia. Ha vuelto a mentar la bicha, lo que casi nadie en Iruñea quiere oír (lógico) pero muchos además parecen no saber ni entender (ilógico). Asegura en una entrevista a la agencia Efe que teme que sus nietos no verán el encierro. Y es que la masificación actual «hace factible que una mañana haya cinco muertos y ese día se van a rasgar las vestiduras todas las autoridades y se van a preguntar por qué no han tomado medidas antes. Me han dado muchos palos por decir esto, pero evidentemente no se puede esconder la cabeza debajo del ala. En esta sociedad en la que todo está previsto y todo lo tenemos muy controlado, el encierro son tres minutos de descontrol absoluto. Por muchos medios que pongamos, siempre está sobrevolando ese fantasma de la tragedia».

Es así, tan crudo y real como eso. Lo sabemos todos desde el montón de 2013. Fue fruto de un error humano, sí; pero también otro acierto humano, abrir el callejón interior para sacar a los toros, hizo que aquel 13 de julio no fuera el infierno que atisba Solano... y el fin del encierro. Podría ocurrir hoy, mañana o dentro de diez años. También podría no pasar nunca, claro, que es a lo que se encomiendan quienes temen abrir un debate tan incierto: tradicionalistas, conservadores, negacionistas, carcas, indocumentados varios. Por eso algo sí es claro: si hay medidas paliativas, o incluso una solución definitiva, las lanzará un gobierno de cambio.