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El mayor narcotraficante de México, “El Chapo” Guzmán, vuelve a fugarse

Por segunda vez, el mayor capo mexicano del narcotráfico ha logrado fugarse de una cárcel. Tras utilizar un túnel muy sofisticado, sin dejar rastro, “El Chapo” Guzmán vuelve a ser el enemigo público número uno global. Con las recompensas y la caza del hombre en marcha, el impacto de su fuga es enorme y las consecuencias aún inciertas.


Utilizando un túnel sofisticado de un kilómetro y medio de longitud, dotado de una motocicleta adaptada sobre rieles, sistemas de iluminación y de ventilación, que iba desde la ducha de su celda hasta una casa en construcción en un pueblo vecino, Joaquín “El Chapo” Guzmán ha vuelto a fugarse. Y lo ha hecho nuevamente, por segunda vez, tras haber conseguido escaparse de la prisión de Puente Grande el 19 de enero de 2001 después de bloquear el sistema de video-vigilancia y salir oculto en un carro de lavandería.

El considerado como el capo del narcotráfico que mejor supo adaptarse a la globalización del negocio, que construyó una red de tentáculos que abarcaban toda América, Europa y Asia, que inundaba EEUU de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas y que según la revista “Forbes” se convirtió en uno de los hombres más ricos del planeta, vuelve a ser el criminal más buscado del mundo.

Con su nueva fuga, “El Chapo” Guzmán agranda su leyenda y deja en muy mal lugar al sistema judicial mexicano y a un presidente, el priísta Enrique Peña Nieto, que había hecho de su captura un asunto personal. Su gabinete de seguridad lo rastreó día y noche esperando que cometiera un error. Ese día llegó el 22 de febrero de 2104 cuando fue detenido en Sinaloa mientras dormía en compañía de su esposa, dos de sus hijas y un guardaespaldas. Las autoridades de EEUU –que hasta su detención lo consideraban el enemigo público número uno–, por su parte, ya han puesto el grito en el cielo y anuncian una recompensa de 5 millones de dólares por su captura.

Narcotraficante pragmático

Joaquín “El Chapo” Guzmán es un narcotraficante legendario, considerado por muchos como el Pablo Escobar mexicano, sobre cuya figura se ha construído un mito. Seguramente era el narcotraficante más icónico de los tiempos modernos.

Con filiales en todos los continentes, más allá de su estatura o de sus aventuras, lo que hizo único a “El Chapo” Guzmán fue su pragmatismo. Su capacidad de adaptación a la globalización y de conseguir la adhesión de miles de soldados de a pie y de comunidades enteras en los estados de Sinaloa, Durango o Chihuahua. Especializado en el mercado estadounidense, su cartel sabía cómo bajar el precio de la cocaína de los colombianos o introducir toneladas de metanfetaminas para así reforzar el comercio de la heroína.

Todo esto hizo que su esfera de influencia fuera, y sea, realmente vasta y que otros grupos de narcotraficantes en México o en otros países quieran asociarse a él.

Está por ver si la «caza del hombre» en marcha consigue atraparlo. Si su vuelta a la libertad genera un terremoto en el «control del negocio», o no.

Narco-corridos, un homenaje musical, mezcla de admiración, miedo y respeto

«De los pies a la cabeza/ es bajito de estatura/ de la cabeza hasta el cielo/ yo le calculo su altura por que es grande entre los grandes/ a ver quien tiene una duda». «Ya conoció la pobreza/ ya conoció la riqueza/ si lo respetan respeta/ si lo ofenden se acelera/ Ni del infierno se escapa ni se persina en la iglesia».

Estas letras de “El Tigrillo Palma” que se cantan en los narco-corridos de Sinaloa, Durango o Chihuahua ilustran bien hasta qué punto se ha convertido “El Chapo” Guzmán en una figura de culto, rodeado de un aura mitológica. M.Z.