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ELECCIONES CATALANAS

La oposición carga contra Convergència, mientras Mas apunta a la guerra sucia

El president se defendió ayer en el Parlament del supuesto nuevo caso de financiación ilegal de su partido, asegurando, que «a estas alturas de la película», no se cree «según qué casualidades».


Tal y como se preveía, la comparecencia del president, Artur Mas, ante la comisión permanente del Parlament –ya disuelto a la espera de las elecciones del 27S–, se convirtió ayer en un toma y daca entre Mas y los grupos parlamentarios a cuenta del presunto nuevo caso de financiación ilegal de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Programada originalmente como una plácida comparecencia para explicar el adelanto electoral (fue el propio Mas quien pidió comparecer), el tiro le salió por la culata al president, que después de los registros de sedes de CDC del pasado viernes, ayer se vio obligado a dar explicaciones por exigencia de los grupos parlamentarios.

«El president no se esconde, tampoco ahora», arrancó Mas, que sin embargo bajó de intensidad conforme fue desarrollando su discurso, a la defensiva y con pocas explicaciones. Sobre la acusación de cobro de comisiones del 3% a cambio de adjudicaciones públicas, Mas se limitó a destacar que «ninguna de las cifras y documentos aportados se corresponde con el supuesto 3%». «¿Si tan evidentes son esas comisiones, cómo es que no se corresponden con la realidad?», se preguntó. Mas denunció que existe «una clara presunción de culpabilidad», y añadió: «Tienen toda la contabilidad de CatDem, que la miren toda. Toda». «Hay que analizar bien todas las cosas, porque después puede que todo lo que se está diciendo tenga muy poco que ver con la realidad», añadió.

Por ello, cargó contra los aparatos del Estado, a los que acusó de estar detrás de la operación del viernes, que recordó que fue «promovida por la Fiscalía y la Guardia Civil, que jerárquicamente dependen del Estado». Una actuación que, subrayó, llegó «un mes antes de las elecciones y el mismo día del acto de Junts pel Sí» y sobre la que «el día antes se había avisado a algunos medios, que a su vez avisaron a Convergència». «Es decir, que lo que se buscaba era espectáculo», añadió Mas, que acabó su primera intervención de forma contundente: «A estas alturas de la película, yo ya no me creo según qué casualidades». De hecho, Mas predijo que «veremos más montajes», porque «hay unidades del Estado que tienen mucho poder y lo utilizan en nombre de intereses espurios. Así me consta».

Tonos diversos en la oposición

Como también era previsible, el tono y el contenido de las intervenciones de la oposición varió, y mucho, dependiendo del partido. Arrancó la secretaria general de ERC, Marta Rovira, que con guante de seda, señaló que le «repugna» la corrupción y pidió «acabar con esta lacra». Con su líder, Oriol Junqueras, al lado sin abrir la boca, Rovira consideró que la del Estado español es «una lucha contra la corrupción un poco corrupta, porque pasa por corromper el Estado democrático y de derecho, y utilizarlo contra unas ideas políticas».

Tampoco el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, mordió ayer con fuerza. Consideró que «hace demasiado que se habla del 3%», pero puso por encima de cualquier otra consideración «el criterio de presunción de inocencia».

La temperatura del debate aumentó, sin embargo, con las intervenciones de ICV-EUiA, PP y Ciutadans, que no dejaron escapar la oportunidad de atizar a Mas en clave electoralista. El coordinador de los ecosocialistas, Joan Herrera, que acudirán al 27S junto a Podemos en Catalunya Sí que es Pot, empezó, como acostumbra, intentando introducir el vector social en el debate y pidiendo a Mas «que hable de inmigración y de violencia de género». Herrera cuestionó las «casualidades» a las que se refirió el president y preguntó: «Qué casualidad que siempre sea Convergència, ¿verdad?». «En las próximas elecciones decidiremos entre connivencia o combate a la corrupción», concluyó, tratando devaluar el carácter plebiscitario de la convocatoria del 27S.

Dicho carácter es admitido sin embargo, aunque de manera velada, por PP y Ciutadans. El portavoz de los primeros en el día de ayer, Santi Rodríguez (nadie sabe dónde está Alicia Sánchez-Camacho), afinó al recordar que los registros fueron ordenados por un juez, y que fueron fruto de «una denuncia de una concejal de ERC». El desatino empezó al intentar defender el buen nombre del Ministerio de Interior y pedir a Mas que «si tiene la más mínima prueba de que Interior filtró el registro, que lo denuncie». Cabe recordar que pocos fueron los medios que el jueves no sabían que a la mañana siguiente se darían los registros. Por su parte, el líder de Ciutadans, a punto de dar el salto a Madrid, Albert Rivera, acusó a Convergència de organizar «un sindicato de intereses» que ha funcionado durante años.

El president defiende el 27S como plebiscito: «Se contarán diputados del ‘Sí’ y del ‘No’»

Aunque el nuevo caso de presunta corrupción de CDC centró el debate de ayer, la convocatoria del 27S estuvo de fondo durante toda la tarde. Irremediablemente. No en vano, lo de ayer no dejó de ser un acto electoral más en el que todos trataron de introducir su cuña publicitaria.

Lo hizo la secretaria general de ERC, Marta Rovira, que aseguró que la mejor manera de luchar contra la corrupción es luchar por un nuevo Estado, y lo hizo el PSC, por voz de su primer secretario y candidato a president, Miquel Iceta, que definió a Mas como «el peor president de la Generalitat recuperada», acusándole a continuación de esconderse detrás del cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva: «¿Es normal que el president de la Generalitat acepte ir en cuarto lugar de una candidatura y pretenda volver a ser elegido?».

La acusación de esconderse tras Junts pel Sí fue uno de los «hits» de la tarde, empleado también por ICV-EUiA, PP y Ciutadans. El líder ecosocialista, Joan Herrera, denunció que «muchos (de los independentistas) reconocen en privado que el país es mucho más complejo que el ‘Sí’ o el ‘No’» y afeó a Mas el haber amenazado con no convocar las elecciones. «Entonces, ¿lo más importante no eran las elecciones, sino la lista?». Menos sutil, desde el PP, Santi Rodríguez advirtió a Mas de que «Romeva aspira a sucederle en el Govern» y añadió que «con tres elecciones en cinco años, esto parece Grecia». El más hábil en el terreno electoral fue probablemente el líder de Ciutadans, Albert Rivera, que vaticinó a Mas «un autogol histórico» el 27S. «Queremos cambiar de gobierno, no de pasaporte», señaló Rivera, que pidió por enésima vez al president que deje el cargo. «Pero como ya sé que no lo va a hacer, lo haremos nosotros; el 27 de setiembre tenemos la oportunidad de firmar su carta de dimisión», concluyó.

En el turno de réplica, Mas respondió que «no entienden que vaya en cuarto lugar de una lista porque no quieren entender que estamos ante una cita extraordinaria». El president, que aportó como novedad que en 2012 se reunió en varias ocasiones con Rajoy para negociar el finalmente frustrado pacto fiscal, insistió en que una candidatura como la de Junts pel Sí «refuerza el carácter plebiscitario de estas elecciones» y añadió que «aunque a algunos no les guste», el 27S a la noche «se contarán diputados y diputadas a favor del ‘Sí’ y diputados y diputadas a favor del ‘No’». «Así lo han entendido también los poderes del Estado y los gobiernos extranjeros», remató Mas.B.Z.