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CRÍTICA «Segundo origen»

Bigas Luna nos envía el apocalípsis desde el más allá


Lo que a nivel local puede ser todo un fenómeno, cuando es llevado a una dimensión internacional corre el riesgo de perder su razón de ser. Y esto es lo que ha ocurrido con la novela de ciencia-ficción “Mecanoscrit del segon origen”, escrita por Manuel de Pedrolo en los años 70, y que se convirtió en la novela del género más leída en lengua catalana, hasta el punto de dar lugar a una serie televisiva en 1985 realizada por Ricard Reguant.

Más recientemente Bigas Luna quiso encargarse de la adaptación cinematográfica, pero su repentina muerte hace un par de años se lo impidió, siendo esa labor continuada y terminada por su colaborador en la producción Carles Porta. El resultado no va a convencer ni a los lectores del libro, habida cuenta de los muchos cambios introducidos en aras la consabida actualización, ni tampoco a los seguidores del cine de Bigas Luna, ya que se hace muy difícil encontrar huellas de su estilo a lo largo del metraje. Su guion hacía una lectura del tema novelístico del renacimiento de la civilización, tras lo que parecía el fin del mundo, acorde con su característico y definitorio interés por la sexualidad. La continuidad de la especie quedaba en manos de una adolescente y un niño, obligados a procrear para repoblar el planeta. Una situación similar a la que se daba en una isla desierta con la pareja de náufragos menores de edad de “El lago azul” (1980).

No se incide en tal aspecto, como tampoco se tocan ideas anticipativas, siguiendo la corriente actual del género apocalíptico que concede un mayor protagonismo a la ambientación catastrofista. Así, se busca el impacto mostrando imagenes del estadio Nou Camp totalmente destruido. Y, sí, visualmente el efecto está logrado, pero la narración no presenta el reverso dramático o sicológico de ese estado de cosas. A los supervivientes no es que semejante panorama les deprima o les quite el sueño, teniéndoselas que ver con el sicópata de turno.