2015 ABEN. 08 CRÍTICA «El puente de los espías» Salvar a los ciudadanos Powers y Pryor Koldo LANDALUZE La última propuesta de Spielberg es atípica en muchos sentidos. Tan solo echar un vistazo a los títulos de crédito nos revela la presencia en el guion de los hermanos Joel y Ethan Coen y en la batuta topamos con un Thomas Newman que asume con acierto la composición de una banda sonora que en momento alguno pretende seguir los compases del irremplazable John Williams. En relación a la presencia de los autores de “Fargo” cabe suponer que a ellos les ha correspondido tejer las situaciones más surrealistas que se escenifican en todo buen filme de espías que apuesta por ser veraz. Spielberg, por su parte, ha optado por buscar un discurso medio entre lo surreal y su habitual e inevitable “toque” patriótico y melodramático. Buscar el equilibrio entre ambas intenciones resulta una tarea muy compleja, incluso para un Spielberg que vuelve a demostrar su talento magistral para componer secuencias cargadas de una gran fuerza lírica pero que tiende en exceso a profundizar en un discurso enraizado en la benevolente e irreductible presencia de un Tom Hanks que emula con brillantez a los antihéroes que legó Frank Capra. Lamentablemente, por el camino de este trabajo de corte clásico queda la postura cínica y desencantada que aflora en la obra de un John LeCarré que plasmó con maestría la trastienda de los espías-funcionarios inmersos en una partida que puso al mundo al borde de un nuevo caos bélico. En su empeño por seguir siendo fiel a sí mismo –Spielberg no puede evitarlo y probablemente ni lo desea–, el cineasta de Cincinnati esboza en la figura del “caballero sin espada” encarnado por Hanks a aquel oficial estadounidense que no dudó en cruzar las líneas alemanas para encontrar al soldado Ryan. En esta oportunidad, el protagonismo esgrime como arma de combate una Constitución estadounidense que muchos agentes gubernamentales y jueces tienden a olvidar con excesiva facilidad.