2016 URT. 23 El viejo vínculo de siempre Amparo LASHERAS Periodista Al escribir Vida, con mayúscula, imaginamos un escenario donde ocurre lo que jamás rozará nuestra existencia. Nos ofrece un plus de destierro social. Evita la solidaridad con lo que sucede más allá y la responsabilidad de combatir los peligros a los que nos abocan aquellos que avasallan la Vida con mayúscula. Sin embargo, las vivencias sociales, próximas o lejanas, siempre tienen una causa común. Me refiero a la sibilina pseudocultura que condiciona nuestras actitudes hasta convertirlas en comportamientos indiferentes de derechas creyendo que aún somos de izquierdas. En Donostia, se ha restringido el acceso a las instalaciones deportivas a las personas con menos recursos; Yoli, enferma y sin techo, ha muerto olvidada y sin atención en un cajero; en Gasteiz es casi imposible alquilar pisos para refugiados y en Iruña y Sestao 850 trabajadores van a perder su empleo. A simple vista, estas vergüenzas poco tienen ver con que Dinamarca o Alemania requisen el dinero a los refugiados, o que 62 personas acaparen igual riqueza que 3.600 millones de pobres, y que Europa y EEUU firmen el TTIP. Pero si miramos a Davos y lo que dicen sus mandatarios, además de mucho criminal suelto, encontraremos la cadena que une la Vida, con mayúscula, con estas pequeñitas que sufrimos cada cual. El vínculo es muy viejo, se llama capitalismo salvaje.