2016 URT. 24 JO PUNTUA Terror y temor sobre la órbita marciana Anjel Ordóñez Periodista Hoy es lunes. Excepto quienes hayan disfrutado de un fin de semana intenso y dilatado, el resto de los lectores ya debe estar al tanto. Es el día de la Luna, al menos desde el punto de vista etimológico. Y claro, mañana es martes, el día de Marte, dios de la guerra en la mitología romana. Marte, además, es un planeta que también debe su nombre al dios guerrero. Y tiene dos lunas: Fobos y Deimos, que toman sus nombres de dos personajes de la mitología clásica: ambos son hijos de Ares –deidad griega equivalente al Marte romano– y Afrodita, diosa del amor y el deseo. Fobos es la personificación del temor y Deimos la del terror. Me llama la atención que grandes hombres de ciencia, autores de investigaciones de relevancia científica, hayan tenido que recurrir al veleidoso ámbito de la mitología para denominar sus descubrimientos. Paradojas del conocimiento. En fin. A lo que iba. Hoy hace doce años que aterrizó en la superficie de Marte el vehículo robótico estadounidense Oppornunity. Desde entonces, el rover sigue plenamente operativo y remitiendo a la NASA valiosa información sobre el planeta rojo. Por poner un ejemplo: en diciembre de 2012 encontró la piedra más antigua conocida en el Sistema Solar, que, además, ofrecía evidencias de que en Marte hubo agua potable hace millones de años. Una de las primeras pistas de que podría haber existido vida, tal y como la conocemos. La semana pasada, Ellen Stofan, jefa científica de la NASA, aseguró que dentro de veinte años el hombre pisará Marte tras un viaje espacial de entre siete y ocho meses. También anunció que en diez años existirán indicadores suficientes para afirmar la existencia de vida extraterrestre. Y en otros diez años esos indicadores serán en evidencia con rango de prueba. Cristobal Colón tardó algo más de dos meses en cruzar el Atlántico. Hoy el viaje se hace en seis horas. Y a mí empiezan a darme mucha lástima los marcianos, sea cual sea su forma de vida.