2016 OTS. 17 CRÍTICA «Zoolander No.2» Selfie, luces, acción y «acero azul» Koldo LANDALUZE Nada menos que quince años separan las dos entregas que Ben Stiller ha dedicado a su criatura Derek Zoolander y por el camino de esta estrafalaria pasarela de divos caricaturescos se ha quedado buena parte del encanto sicotrónico que hizo de la primera una divertida farsa que en momento alguno ocultaba su pretensión gamberra. Por el camino de estos largos quince años también ha quedado la que, por el momento, sigue siendo la gran obra cumbre de Stiller, “Tropic Thunder”. Un listón al que Stiller no parece temer y que, como buen clown, se limita a pasar por debajo en vez de intentar superarlo. Este reencuentro con el modelo de mirada “acero azul” y fulminante se torna en una sucesión más o menos esperpéntica de gags que al menos incluye la plasmación en imágenes de un sueño acariciado por muchos mortales, la saludable eliminación de Justin Bieber. Asumido lo difícil que resultaba superar una apoteosis mayor que la citada fulminación del ídolo adolescente, Stiller transforma la pantalla en un interminante reflejo de flashes que funcionan sin ton ni son y que derivan hacia la nada más alarmante. En este su periplo errante, “Zoolander No.2” se transforma en un aparatoso camarote de los hermanos Marx en el que cohabitan una multitud de rostros conocidos que han querido participar en este paródico acercamiento al mundo de la moda y al imperio del selfie alocado e indiscriminado. Un festival de risas flojas, a ratos sonoras, en el que destacan la ya habitual complicidad entre Stiller, Owen Wilson y Will Ferrell pero, sobre todo, la aportación abracadabrante de un Benedict Cumberbatch muy alejado del gélido Sherlock Holmes. Ya puestos a incluir nombres, también habría que incluir en el largo listado de conocidos con ganas de fiesta a una Penélope Cruz que disfruta dando rienda suelta a su vena más gamberra y pectoral.