2016 MAI. 28 DE REOJO Digresiones Raimundo Fitero Siempre me he mantenido en una angustioso silencio sentencioso ante quien me preguntaba si creía que el tocino era de oveja. Me pasa ahora lo mismo ante las series de producción española. Guardo silencio porque soy incapaz de argumentar ni a favor ni en contra. Pero sí puedo decir que José Mota haciendo naturalismo romántico me empalaga. Nada más. O que no soporto el tonillo susurrante de las jóvenes actrices de las nuevas series de formato, estilo, estética y guión pasados de rosca y con tufo de antigualla. O esas interpretaciones tan impostadas o tan coloquiales que parecen siempre impostadas por ridículas. Solamente me atrae algo “Merlí”. Una grandiosa actuación en una serie vindicativa de un modelo de profesorado que pertenece a una idea vegetativa del desarrollo. La ponen en La Sexta sin demasiada promoción. Sí, lo confieso, estoy por las digresiones absolutas. Reivindico la digresión como alternativa al cabreo o la promiscuidad de ideas saltarinas. Perderse en el caos de pensamientos, impresiones, recuerdos y presentimientos sin otra razón de ser que escapar de la preocupación central, obsesiva: un partido de fútbol donde se decide el nuevo mister Venezuela. ¿No es eso? Oigan, que he visto llorando al embajador plenipotenciario de las cebollas glaseadas creo que pidiéndole la mano a Maduro, que a su vez quiere presentarse de candidato a presidente de la república española, ¿por UPyD? La circunscripción electoral de Caracas la va a ganar el Cholo Simeone, pero a Cristiano Ronaldo lo nombran cardenal primado y estelado en las islas Caimán. Lo juro, lo dice la tele. Al menos mi tele. La de las sábanas de colores. La de los anuncios de comprensas. La que me acompaña en mis delirios. La tele de todos los santos. La que me nombra en etrusco las plantas aromáticas.